martes, 12 de abril de 2022

Portugal Peregrinos Agustinos 2022 orando en Ourém -1

Un soniquete repiquetea en mi cabeza mientras el bus avanza rápido por tierras del Sur..." el trece de mayo, la virgen María"...  vamos a Fátima,  Cova da Iría, en Ourém, distrito de Santarém, Portugal. Después de dos años de parón a la fuerza, era este el camino: visitar a la Virgen del Rosario, como ella pidió ser llamada.
Doce años han pasado desde aquella primera peregrinación a Tierra Santa y dos desde la última. Este grupo de amigos vuelve con las mismas fuerzas del primer día pero con mas ganas que nunca de reencontrarse y renovarse, de descubrir y redescubrir nuevos destinos, porque... ¿Quién no ha pisado Portugal alguna vez? 
Maletas listas, cámaras preparadas y un pellizco que llevaba en el cuerpo que apunto estuvo de dejarme en casa (tonta de mi). Salimos el domingo 3 de abril de una Ceuta amenazada por un temporal de Levante que respetó la horita larga que nos hacía falta para llegar a Algeciras, antes de desatar su furia huracanada. 
El bus nos esperaba en el puerto, a sus mandos, Miguel, un señor de buena planta, muy correcto y prudente y también paciente según tuvimos tiempo de comprobar en diversas ocasiones. Cada uno ya sabía dónde colocarse, esto lo llevamos impreso en el ADN viajero: Fito y Angelines delante, llevando un ojo en la carretera y sirviendo de interlocutores con el conductor; Concha y Pedro, dos nuevas incorporaciones, en la zona media; el resto de la mitad para atrás, donde los "malotes y amigos", es lo que es. 
Llegamos al restaurante del hotel Leo en Monesterio, no antes sin equivocarnos de lugar, a comer muy, muy bien: surtidos de ibéricos, una carrillada exquisita y postres varios, para continuar hacia la frontera con el país hermano, cruzando por Badajoz y plantarnos en Fátima a la hora de cenar menos una, la hora de nadie que otra vez comenzaba.
El hotel Cinquentenario nos esperaba con ansia de cerrar su comedor abierto para unos peregrinos "jartitos" de tanto bus. Deseando estirar piernas, después de cenar, salimos para llegar tarde (como no) al Rosario de las 9.30 en la capilla de las Apariciones, corazón de Fátima, situada a unos 60 metros escasos del hotel, en la explanada.


Vacío, así encontramos aquello. Algunas personas se apiñaban en los bancos de la capilla acabando rezos, mientras otras  colocaban en los lampadarios alguna que otra vela al son del ruido de los extractores, que tiraban fuera un humo casi inexistente con olor a cera y favores pedidos.  No hay procesión de las velas, estamos en Cuaresma. La oscuridad, el viento y el frío lo invadían todo.
Adivinando la silueta del nuevo santuario de la Santísima Trinidad, descubro el crucificado minimalista de 34 metros de altura y la escultura de Juan Pablo II, dominando el altozano. Desde aquí  la vista de la basílica de Nuestra Señora del Rosario es impresionante. Hasta que el viento frío nos recordó la comodidad del hotel y nos fuimos a cubierto. Yo me fui a dormir, ni copa ni ná. No andaba el horno para muchos bollos.

El lunes teníamos un día tranquilo, o eso creíamos nosotros. Pocas veces hemos hecho 10 km andando en una de estas. Habíamos quedado con la guía, en el "calvario húngaro", así llaman a la pequeña ermita de San Esteban, rey de Hungría, situada al final del viacrucis, que no teníamos ni idea de donde estaba. Así que, con nuestro director de grupo y preguntando, que se llega a Roma, lo localizamos en tiempo y forma y hasta nos saltamos la primera estación.
Serpenteando entre olivos discurre este precioso recorrido campestre, amenizado por las 14 estaciones y un puñado de losas conmemorativas con frases de Nuestra Señora, comunicadas a los tres pequeños pastores, que medio entendemos y otro medio adivinamos sumergidas entre el moho y el tiempo que le pasa ya por encima. 


Cada una de las 14 estaciones fue diseñada por la escultora portuguesa  María Amelia Carvalheira da Silva (internet es muy sabio) que también es la que firma las esculturas de los pastorcillos y el Ángel de la Paz en Loca do Cabeço, lugar que visitaremos más tarde. En cada capillita, una imagen esculpida en relieve sobre mármol blanco del camino hacia la cruz. Una placa con leyenda se repite en todas: "isten dicsosegere epittette" seguido de un nombre y un lugar de USA. Pienso primero en el latín, pero el Sr. Google, que todo lo sabe, me informa que es húngaro y que se traduce por "edificado para gloria de Dios". Fueron húngaros exiliados en Occidente los mecenas de este lugar, rogando a la Virgen para que librara a la madre patria del comunismo ruso.
A mitad de camino, creo que entre las estaciones 8 y 9, llegamos a Valinhos, lugar de otra de las apariciones marianas, la del 19 de agosto, que no ocurrió en 13 porque Lucía estaba retenida por los incrédulos, siendo interrogada. Una impoluta imagen de la Virgen recuerda al peregrino el acontecimiento. Siempre está rodeada de flores y en esta ocasión, también de lazos amarillos y azules. Ucrania ronda el pensamiento de todos.


Un señor anda por allí podando olivos, le pedimos permiso y nos llevamos unas ramitas para bendecirlas en la misa a la que vamos a asistir en el calvario húngaro, que ya está cerca. Continuamos nuestro bucólico peregrinar hasta la rotonda donde se encuentra la capilla. Se oyen cantos y rezos, otro grupo nos antecede en el orden, son gallegos. Esperando turno, exploramos el lugar, descubrimos la estación 15 del viacrucis, la Resurrección. Subimos a lo alto del mirador, en el techo de la capilla, coronado por un bonito grupo escultórico, "el calvario" que nos sirve de photocall para la segunda foto de grupo, además de hacer un ratito el ganso, boomerang incluido.


Llega Mónica, será nuestra primera guía en tierras lusas, ella nos conducirá hoy por el camino de las apariciones y la vida de los pastorcitos. No habla un español demasiado fluido, se le notan los dos años de parón, aunque se le entiende perfectamente. No le hago mucho caso, prefiero disfrutar del lugar y del Sol que asoma entre nubes.


Salen los gallegos armando jaleo, como todos los españoles, hacen su foto de familia y nos llega el turno de entrar a la capilla. No es muy grande, de diseño sesentero. Dos mosaicos muy coloridos y originales adornan el techo: uno de la aparición de la Virgen a los pastorcillos y otro, con San Esteban que entrega la corona de Hungría a la Señora. Sobre el altar unas bonitas vidrieras en las que se representan santos húngaros. 
Empieza la Eucaristía, la primera en peregrinación en dos años. Nos faltan Emilio, Isidro y Esteban, nuestros queridos compañeros de camino, ¡Cuánto os echamos de menos! Si que tenemos a David, el núcleo, nuestro amigo, hermano, el mismo de siempre, con su alegría, su sonrisa siempre presente, su cariño. ¡Cuánto me hace falta un poco de ese buen saber y estar tuyo! Y por primera vez, nos acompaña Alberto: el ímpetu, los proyectos, el que no para, las 24 horas del día se convierten en 36 a su lado, hay tiempo para todo y además, la voz por excelencia. ¡ mira que canta bonito!  Ha traído su guitarra, a ver si somos capaces de abrir la boca y acompañarlo. 
Escuchamos la bienvenida de David, acogedora, con el corazón contento reflejado en la mirada. Se que somos ya una parte de su vida, y el de la nuestra  ¡sin la menor duda!
Carmen sale a leer, no tenemos a nuestro Antonio Rincón, lector permanente en nuestras peregrinaciones,  Pilar y Antonio no han podido venir en esta ocasión, el año que viene veremos.
Alberto nos anima a cantar y casi que nos vamos atreviendo. Se oyen algunas voces un poco desafinadas aquí y allá, no conocemos las letras tampoco. Desde los asientos de atrás, dos monjitas siguen la ceremonia con expectación. Cuando llega el momento de rezar el Padrenuestro, se levantan los brazos. ¡Oleeeeee, lo conseguimos! esto empieza a rodar.


Continuamos el camino de los pastorcillos para dirigirnos a Loca do Cabeço, el lugar donde el Angel de la Paz se apareció dos veces. Era una pequeña cueva o refugio que ya colapsó donde los niños se guarecían mientras pastoreaban. No mas de un kilómetro separa este remanso de paz de Aljustrel, la localidad que vio nacer a  Lucía, Jacinta y Francisco. Una escultura de mármol blanco representa el momento en que el Angel ofrece la comunión a los niños, arrodillados ante él. 
Todos queremos fotos ahí, es un entorno realmente bonito, tranquilo, soleado, verde, el cielo luce despejado y acompaña la mañana. Invita a la meditación.
Tomamos camino hacia el pueblo, vamos a conocer la casa de Lucía y de la familia Marto. 



La familia Dos Santos debía de ser de posibles, pues para la época, la casona no está del todo mal. La puerta principal la enmarca un frondoso lilo violeta que sirve de fondo para echar algunas fotos.

 
 Frente a la casa antigua se encuentra la nueva vivienda familiar. Una anciana toma el sol junto a la cristalera. Viste de negro integral, hasta el pañuelo que cubre la cabeza. Se trata de una sobrina de Lucía  de Jesús Dos Santos, la mayor de los tres pastorcitos y la única que llegó a la edad adulta.


La casa antigua convertida en museo está cerrada. Mina, la madre de David, me cuenta que la visitó en otro viaje a Fátima, dentro se puede ver muebles y objetos habituales de la vida cotidiana de una familia humilde que vive del campo. En el corral guardan algunas ovejillas que dan ambiente al tema. Un poco mas abajo hallamos el pozo de la casa familiar, Poço do Arneiro, trasladado desde su lugar original por algún accidente acontecido. Ahí ocurrió otra de las apariciones del Angel de la Paz.
 La vivienda de los primos de Lucía, Jacinta y Francisco, se encuentra unos 200 metros mas alejada. Fotos enormes de los protagonistas y familiares realizadas en el año de las apariciones, cubren los muros de los edificios de Aljustrel. En casi todas, tanto los tres peques como sus familias miran recelosos a la cámara del fotógrafo, nadie les cree, ellos se sienten intimidados, ni sus padres, hermanos, tíos, primos... Todos sufren consecuencias, incluso económicas por este acoso mediático.


 Un dormitorio donde dicen que murieron de pulmonía los dos hermanos Marto, con dos camitas bien vestidas, colchas blancas rústicas, una jofaina, una percha y algunos utensilios más de la época. Un estrecho pasillo hacia el comedor y la cocina. El padre debió combatir en la guerra de África, un gorro militar y algunos documentos atestiguan el hecho en una vitrina cercana. 



Pinchando en el enlace el misterio de Fátima del blog primeros cristianos: Fátima

Nos vamos a comer al hotel y ya llegamos tarde, nos espera un buffet bien servido al que siempre debemos ir a abastecernos con mascarilla y guante de plástico. Esto será una constante en este recinto durante los próximos tres días. Hay bacalao y está rico rico.

Alcobaça
Sin tardar mucho, montamos en el bus para dirigirnos a una población cercana,  Alcobaça a unos 40km al Suroeste y luego a Nazaré paraíso de los surfistas, dicen que las olas allí pueden llegar a medir 20 metros. ¡Ya exageran!
Alcobaça es un pueblo tranquilo con un antiguo monasterio del Cister imponente que es patrimonio de la UNESCO. 
Tras una fachada muy restaurada se esconde una "catedral blanca" alta, elegante, austera, sin adornos, primera abadía gótica del país. La luz entra a raudales por el enorme rosetón que corona la puerta de la iglesia. Fue Don Alfonso Henriques quien en el siglo XII cedió a Bernardo de Claraval los terrenos para instalar allí un monasterio a las formas del Císter, motivado quizás por ganarse el favor de la iglesia ante el papa de turno, para conseguir ser reconocido como Alfonso I de Portugal, asunto que consiguió.


Los sepulcros de Pedro I de Portugal y Doña Inés de Castro, noble gallega venida a menos en la corte portuguesa, son una verdadera belleza. A la pobre mujer la asesinaron a los 29 años en la Quinta das Lágrimas por orden del rey, que no quiso que llegara a ser su nuera oficial a pesar de tener ya como cuatro chiquillos con el que fuera entonces infante Don Pedro. Un asesinato dinástico que se llama esto, originado por las luchas de poder entre las familias reinantes de Portugal y Castilla. Terrible fue la venganza de D. Pedro una vez coronado rey. Persiguió y arrancó el corazón a dos de los asesinos, el otro se escondió bajo las faldas del papa en Avignon. Cuenta la leyenda que además, sentó a su amada ya cadáver en el trono, descompuestita y de mal ver y obligó a toda la corte a rendirle pleitesía. La reina póstuma la llaman.


Si hubo algo que me puso los pelos de punta en esta abadía fue el retablo de la muerte de san Bernardo. Está sin restaurar y esa pérdida de colores y estado de dejadez de la figuras de terracota da escalofríos. La autoría se la atribuyen a los monjes del s. XVII que andaban por allí.
 
Pinchando en el enlace, monasterio de Alcobaça: monasterio


Nazaré
Luego nos fuimos a Nazaré, pequeño pueblito costero situado en una maravillosa bahía de arenas doradas. Las señoras mas veteranas del lugar visten aun a la antigua usanza: faldas de siete capas por encima de las rodillas, con festoneos, encajes y bordados; delantal bordado con gran lazo a las espaldas, blusa bordada, toquilla de lana para ir bien abrigaditas y pañuelo en la cabeza. Joyas doradas cuanto mas grandes mejor, en forma de pendientes, pulseras y collares. ¡Ahhh ...! y chanclas o zapatillas. Como hace frío van con leotardos o medias gordas.
 

Entramos en la iglesia de Nossa Senhora da Nazaré que está a rebosar, esperando la hora de salir en procesión y casi me da un pasmo al encontrarme de bruces con una nena vestida de virgen de Fátima, o eso creo que era el disfraz. Fito le mandó una foto a su nieta por si quería que le llevara uno.


Esta iglesia es famosa, o eso contó la guía, por una escultura de madera localizada en el altar mayor, de una virgen negra dando de mamar al niño. Lo malo es que es tan pequeñita que casi no se ve, ni el color de la virgen. Dicen que fue tallada en Nazaret de Galilea por San José y que cuando llegó a estos lares, le dio nombre a la aldea. 


También existe una leyenda en Nazaré sobre el alcalde de un pueblo cercano, que andaba con amiguetes cazando venados por el litoral y quedó aislado en medio de una espesa niebla. El venado cayó por el acantilado y él que lo perseguía al galope, casi va detrás, entonces vio una pequeña cueva dedicada a una virgen. El hombre rogó por su vida a la Madre y el caballo clavó las patas en el suelo salvándose ambos de caer por el acantilado. Se bajó del caballo, se encomendó a la Señora y prometió una capilla allí donde se encontraba la cueva. Los albañiles al derribar el altar del refugio para levantar la ermita encontraron una reliquias y un pergamino con la historia de la imagen de Nossa Senhora de Nazaré. El lugar se convirtió en centro de peregrinaciones. En el siglo XIV el rey de Portugal conociendo de los milagros de la virgen y la afluencia de peregrinos, mandó levantar el santuario que visitamos hoy.


Un Cristo yacente tapado hasta los ojos a modo de manta con un paño de terciopelo negro y una virgen plagadita de encajes y lentejuelas, son los pasos cofrades que en parihuelas estarán en un rato en la calle. Los azulejos que aparecen en la foto detrás de esta virgen merecen mención aparte, son una verdadera preciosidad.
 Decidimos dejar de molestar y nos vamos a jugar con el viento al mirador que es ahora el "pico del milagro". Unas vistas maravillosas de la playa de Nazaré nos invitan a poner nuestras cámaras a prueba.


 Allí mismo, una señora ataviada con su traje típico ofrece galletas y dulces del pueblo , se coloca bien los arrefajos y las joyas y nos deja hacerle uno y mil retratos. Por supuesto, nos llevamos unas cuantas bolsas de galletas y chuches.

Para saber mas sobre Nazaré pinchar en el enlace: Nazaré

Fátima
Volvemos a Fátima. No sé a ciencia cierta de donde proviene el nombre, me cuenta Concha que es por uno de los reyes que casó con una morisca, es lo mas probable. Esto es lo que he podido encontrar en internet:


Promesas. Voluntad. Oración. Fe. Esperanza. Dos chicas separadas por unos metros caminan sobre sus rodillas avanzando hacia la basílica por el suelo marcado de tanto roce. 
Ahora si encontramos las iglesias abiertas. Primero visitamos la de la Santísima Trinidad, un lugar inmenso, circular, diáfano, sin una columna, donde cobijar a unas 9.000 almas. Aquí todo es grande. En el mosaico dorado resplandeciente como la luz con la que se presentaba la Virgen está representada a un lado Nuestra Señora acompañada de los niños. El cristo crucificado que preside el altar mayor es una mezcla ecléctica de todas las razas. Estamos prácticamente solos por lo que podemos campar a nuestras anchas por el recinto.

Me encanta el crucificado de los 34 metros. Tan simple y a la vez tan expresivo. Que diferente se ve la explanada con la luz del día. 
Suenan las nosecuantas campanas de la torre coronada. Aveee aveee, avemariaaaa... ¡que bonito! esas notas le dicen al sentido y al alma donde estas y a que has venido.
La vista exterior tiene algo que me recuerda a san Pedro en el Vaticano, quizás sea la columnata. No se. Me gusta el enorme escenario que construyeron cuando la visita del papa Juan Pablo II, es un contrapunto al alto campanario que lo equilibra. 
La encina sobre la que aparecía la Virgen ya desapareció, desmembrada por la impetuosidad de tanto peregrino. El lugar lo ocupa ahora la imagen en hornacina de la Virgen del Rosario, en la Capilla de las Apariciones. Otra encina centenaria y ya protegida en lugar cercano, contempla el pasar de los fieles, ajena a esas manos deseosas que hicieron desaparecer a su hermana. 
La basílica de Nuestra Señora del Rosario si que está llena de gente, acaban la última misa del día  y aprovecho para pedir favores a la virgen, ¡con todo lo que tengo y sigo pidiendo!
Son 14 los altares laterales de la basílica, una por cada misterio del Rosario, el nº 15 es el altar mayor, arriba un cuadro un tanto extraño de la Virgen, el ángel, el papa y los niños.



Luego vamos al encuentro de las tumbas de los pastorcitos, a un lado las chicas, al otro Francisco. Jacinta lleva un corderito en brazos igual que su hermano. Son túmulos alegres, sencillos, como fueron sus vidas, protagonistas, sin quererlo, de una historia que cambió el mundo. 

Volvemos al hotel, cansados después de un día bastante completo. Hoy si hay ánimo de copas y chuches y  de conocer a un camarero que ayer sentó cátedra: el chaval apuntaba, repasaba, seleccionaba, medía, escogía el recipiente adecuado, buscaba hielos, vertía y a la media hora, tenías la copa lista. Hoy no está, hay otro, no mucho mas rápido. Lo que no falla son las chuches del padre Alberto. ¡Que ricas están las galletas de cacahuetes de Nazaré! Redondos volveremos.
Mañana más. Iremos a Lisboa, pero eso será mañana. 

fotos del primer día pinchando en el enlace: primer día en Fátima y demás

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