Volvemos al principio, volvemos a
Roma. Atravesamos la región de Umbría y en Perugia una de sus provincias, dominando una gran llanura aparece el
monte Subasio, allí se refugia Asís
una tranquila población donde nació y
murió San Francisco, patrón de los italianos
y fundador de la Orden Franciscana.
El casco medieval está perfectamente
conservado, a pesar del terremoto que
hace unos años produjo irreparables pérdidas en la basílica y otras localizaciones.
El ambiente de misticismo que se respira nos invita a quedarnos eternamente en este
delicioso y tranquilo remanso de paz donde moraron hace muchos, muchos años San
Francisco y sus compañeros de aventuras. Estoy convencida que cuando un alma
como la suya ha hecho tanto bien en un lugar, las vibraciones positivas allí
originadas nos llegan a través del
tiempo, de los siglos. Se siente en el aire aún la presencia de su espíritu
puro y bondadoso.
La luminosidad es perfecta, hace un día
precioso. Escalamos una empinada cuesta desde cuya cima se contempla un
magnifico paisaje con la llanura a nuestros pies y la basílica y el
convento sobre nuestras cabezas, se diría que es una fortaleza inexpugnable.
Es en la iglesia inferior donde asistiremos a misa, el
padre Esteban nos cuenta que cumple 25 años de sacerdocio. Mi más sincera
felicitación por su vocación, por su tenacidad y porque es una excelente persona, se le nota en la
mirada.
Entre iglesia inferior y superior
una librería y un claustro con nombre de Papa, Sixto IV, arcos esbeltos lo adornan y un pozo. Todos
empezamos a tirar fotos, no es que sea un lugar excepcional, es más bien la sensación
de bienestar que llevamos en el cuerpo lo que queremos captar con nuestras
cámaras.
Subimos las escaleras que conducen por fin a la basílica superior,
techos altos, llena de luz y de color. Un recuerdo de otro lugar y otra
basílica sacude mi mente: Nazaret, la Anunciación, aquella luz, su cúpula con las M y los cuadros
colosales de la Virgen María. Seguro que debe de haber algún nexo entre estas
dos iglesias.
Lo que más me llama la atención aquí
es la sillería del presbiterio en madera preciosamente labrada y con unos trabajos
de marquetería maravillosos. El guía nos invita a observar la perspectiva de
algunos de los trabajos, es asombroso.
Giotto vuelve a firmar los frescos pintados en las paredes
que hablan de la vida y milagros de san Francisco.
Ya nos vamos, en la fachada de la
iglesia superior por donde salimos al exterior, hay un rosetón enorme, dicen
que “el ojo de la iglesia más bonito del mundo”. Y frente a él, igual de grande
o más, la PAX, dibujada en el
césped, nos invita a seguirla, también una estatua ecuestre del santo volviendo
a casa, exhausto.
Las fotos de Asis pinchando en: ASIS
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