sábado, 8 de enero de 2011

Tierra Santa peregrinos agustinos Ceuta 2010. Una experiencia inolvidable que acaricia el alma


Una experiencia inolvidable que acaricia el alma



Mi peregrinaje a Israel y a los territorios Palestinos fue una  experiencia realmente hermosa e inolvidable; un lugar en el que como en ninguna parte del Mundo los conceptos de Historia y Religión están tan ligados que separarlos es misión imposible, tanto como evitar las emociones los sentimientos y los propósitos que allí te embargan.
Se puede viajar sin Fe a estas tierras, ser agnóstico, ateo o todo lo contrario, pero seguro que no volverás indiferente, por muchas razones, a veces ilógicas o intangibles.
Llegamos a Tierra Santa en nuestro domingo de Resurrección, también era Pascua para los judíos. Un precioso atardecer y un mar de banderas blancas y azules con la estrella de David nos reciben en Israel, también el guía, Rayani, que nos acompañará toda la semana; no es musulmán aunque lo parece, es palestino, cristiano católico romano, nacido y residente en Belén. 




Quedamos a las 6.30 de la mañana, empezaremos en el Norte, junto al lago Tiberiades frente a los altos del Golán, frontera con Siria. Todas las fronteras de este país están marcadas por alambradas electrificadas, muros de hormigón y carreteras de vigilancia. Circularemos por autopistas atravesando tierras palestinas que solo pueden utilizar vehículos de matricula israelita, nos cruzaremos con jóvenes, muy jóvenes, armados, “su novia” llaman al fusil que portan siempre al hombro mientras dura la mili.



 El primer golpe al corazón es Nazareth, la basílica de la Anunciación, custodia franciscana en Tierra Santa, está llena de ángulos, aristas, es un pesado mazacote, no me gusta, pero subo al piso de arriba y veo la luz que entra por la cúpula llena de emes de María, en las paredes una virgen preciosa de cada país tamaño XXL y la Paz 




De aquí vamos a Haifa, subimos al Monte Carmelo, allí está la Reina de los Mares, Stella Maris, nuestra Virgen del Carmen en un santuario desde el que se ve ese mar Mediterráneo tan hermoso, tan azul, ¡que preciosidad!



Bajamos a San Juan de Acre y corremos por los pasadizos abandonados por aquellos caballeros que un día fueron a luchar por la Cruz, los Cruzados, los Templarios, su último refugio en Tierra Santa fue este. ¡Emocionante!



A última hora de la tarde boda en Canaán, nos casamos, ¡que bonita, que alegre ceremonia y que felicidad se respira!.
Estamos muertos de hambre, llegamos al hotel a cenar y ¡sorpresa!, la comida es  kosher, además es Pascua, no hay alimentos con levadura, nada de pan ni cervecitas, hay tortas y agüita. Bueno, ya sabes,” donde fueras haz lo que vieras”….

Un nuevo día, conoceremos los alrededores del lago, Cafarnaum, Tabgha, el monte de las Bienaventuranzas, todo está relacionado con el que guarda las llaves del cielo, San Pedro, “sobre esta piedra edificare mi iglesia”.
Embarcamos para cruzar el lago, el capitán enarbola nuestra bandera, suena nuestro himno. Rafa, caballero legionario, coge el micro y comienza a cantar aquello de…nadie en el tercio sabia...quien era aquel legionario… un segundo después estamos todos de pie cantando a pleno pulmón y rompiendo en aplausos, somos de Ceuta.

Esta tarde nos toca subir al monte Tabor, “cierra los ojos, aprieta los dientes y no temas a la muerte”….son curvas bien cerradas y muy pendientes, solo se puede subir en taxis, los conductores pasan el día arriba y abajo a toda velocidad, es indispensable, hay que ir.
Para acabar el día me vuelvo a bautizar esta vez en el Jordán, David me pone Inmaculada, otra vez.

Mañana vamos al desierto, camino de Jerusalén. Visitamos Qumram, nos bañamos en el Mar Muerto y comemos en Jericó, la ciudad mas antigua del Mundo donde el diablo tentó a Jesús durante 40 días.




 Estamos llegando a Jerusalén, de repente aparece el Monte de los Olivos, las cebollas doradas de la iglesia ortodoxa de la Magdalena sobre el colorido pórtico de la basílica de la Agonía; al otro lado, dentro de las murallas milenarias de Jerusalén, la cúpula dorada de la mezquita de la Roca y la negra de Al-Aqsa, que belleza Señor!.

Visitamos primero el monte de Sión, El estuvo detenido en una fosa subterránea aquí localizada mientras Pedro le negaba, en Gallicantu “antes de que el gallo cante dos veces tu me habrás negado tres”. El lugar de la última cena, el Cenáculo, está a la vuelta de la esquina, nuestros curas, David, Isidro y Álvaro, nos dirigen hacia una pequeña iglesia franciscana muy cercana donde renuevan sus votos sacerdotales, es muy emotivo verlos tan jóvenes, con esa enorme felicidad en sus rostros.

La mañana está fresquita, vamos a las afueras, a  Ein Karen, aquí vivía Isabel, María la visita, las dos están embarazadas. No paro de tatarear la Salve Rociera, será por la borriquita que hay pintada con la Virgen a su lomo en el pórtico de la iglesia, ole… ole…

Luego a Belén, a la Natividad y cuando por fin, tras buen rato en la cola me acerco a la estrella de plata, escucho un sollozo, es Tato, se ha arrodillado y la emoción ha podido con él, ¡un hombretón llorando como un niño!,

Un ratito mas tarde en el Campo de los Pastores voy a participar en la Eucaristía mas entrañable a la que asistiré en mi vida, Isidro habla de la humildad pero quiere que hablemos nosotros, está muy contento, igual que todos, Amalia, una señora de 77 años empieza a cantar un villancico, los demás la siguen, tenemos la alegría de la Navidad en el corazón, estamos en Belén, no nos queremos ir de aquí.

No finalizamos el día aún, unos cuantos paseamos por la ciudad vieja, queremos ver el Muro de los Lamentos aunque sea casi de noche. Pasamos un control militar en el acceso y nos encontramos en una explanada, a la izquierda el Muro, majestuoso en su sencillez, todos esos hombres de negro con sus tirabuzones y sombreros  balanceándose y lamentando la perdida de aquel Templo. Las mujeres rezan aparte. Hacemos un par de fotos, creemos que molestamos, hace frío. Ya volveremos con los demás otro día.




Ultimas visitas y las mas emotivas: el Monte de los Olivos, es muy empinado, un muchacho me quiere vender una ramita de olivo a la entrada del Pater Noster, un euro me pide, y es que apenas hay olivos, mas bien cipreses, abetos, pinos, pero muy pocos olivos. Rayani reza para nosotros el Padre Nuestro en arameo, se me llenan los ojos de lágrimas, es el mismo sitio donde Jesús lo enseñó por primera vez.




En  Dominus Flevit, “El Señor lloró  mirando hacia Jerusalén”, algo de la magia de esa mirada debe quedar pues lo que estoy viendo  es realmente hermoso, la vista de Jerusalén desde lo alto del Monte de los Olivos debería  ser Patrimonio de la Humanidad.



Un poco mas abajo el huerto milenario de  Getsemaní junto a  la iglesia de la Agonía, enfrente, la Puerta Dorada, los musulmanes la sellaron y colocaron un cementerio delante de ella, tiene guasa, para que el mesías de los judíos cuando llegue, no pueda entrar.



Llega la tarde del viernes, cientos, tal vez miles de personas en Jerusalén se disponen a seguir el  Vía Crucis por la Vía Dolorosa, es impresionante, indescriptible. Empezamos en la Torre Antonia donde juzgaron a Jesús y cruzamos las entrañas de la ciudad vieja camino del Gólgota pasando por bazares, iglesias, mezquitas, capillas, etc. para acabar en el barrio cristiano en el techo del Santo Sepulcro, donde una comunidad de coptos etíopes tienen sus casas, es la mas pequeña y pobre de Jerusalén.


Por fin, la iglesia de la Resurrección, la del  Santo Sepulcro, cientos de fieles de todos los credos nos agrupamos en una fila  interminable con el fin de acceder unos segundos al Sepulcro de Jesús, un pope ortodoxo vigila. Mas allá la Lápida de la Unción con sus maravillosas lámparas de aceite y unos empinados peldaños que escalo para llegar al Gólgota, beso el lugar donde dicen  que estaba la Cruz, un símbolo de martirio pero también de resurrección y de amor.



A la mañana siguiente, muy temprano, a las 7 de la mañana vuelvo porque David va  a dar  misa en el altar católico junto al Calvario y tengo la oportunidad de entrar otra vez en el Sepulcro gracias a un padre franciscano que está  en la puerta. 



Es tan diferente de la tarde anterior como el día lo es de la noche, me permite rezar la oración que había oído el día anterior en su sonido original en aquella cueva que no se si sería exactamente donde Jesús rezó el Padre Nuestro por vez primera, pero si donde infinidad de creyentes la han repetido día tras día, siglo tras siglo, como El la enseñó.

Publicacion el el pueblo de Ceuta pinchando AQUI

fotos Tierra Santa 2010


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