martes, 1 de mayo de 2018

Bálticos peregrinos agustinos 2018. De duques y cruces-RPB4

No se si alguno habréis oído hablar de Curlandia. La primera vez que vi escrito ese nombre fue en el folleto de la agencia que nos lleva de viaje y pensé que era una errata. Curlandia me sugiere un país de fantasía, como los de Disney, donde nada malo puede suceder. Su nombre real es Kurzeme, territorio de la tribu de los Curs o curonios, fueron sometidos por los Caballeros de la Espada en las Cruzadas del Norte.


Cuando la orden Livonia se disolvió allá por el mil quinientos y pico, el territorio curlandés junto a la Semigalia se fusionaron en un ducado polaco cuyo primer duque fue el maestre de la orden, Gotthard Kettler. La dinastía familiar de los Kettler hizo florecer el ducado sobre todo en la segunda mitad del XVII. El duque Jacobo fortaleció sus posesiones reforzando relaciones exteriores a tal extremo que fue el único país del Norte con colonias en África y las Indias Occidentales: Gambia y Tobago. La cosa empezó a decaer cuando los suecos y polacos guerrearon y apresaron al Duque Jacobo.


Los sucesivos terratenientes de Kurzeme mantuvieron su esplendor a base de acuerdos con el resto de Europa. En 1.710 el duque Federico Guillermo, simpatizó con Rusia y se casó con una sobrina de Pedro I, Anna Ioanovna. Justo aquí comienza la historia de Rundale, el mejor edificio barroco-rococó de Letonia y quizás de los Bálticos, un palacio monumento a la ostentación aristocrática del s. XVIII.
Doña Anna queda viuda, y en lugar de llorar al difunto, se busca entretenimiento con el Barón Ernesto Juan Biron, elemento crápula y arribista de la sociedad letona que  comienza su carrera política hacia el poder más absolutista convirtiéndose en amante de Anna.


 Cuando por azar del destino ella subió al trono de todas  las Rusias, se fueron  a vivir a San Petersburgo y le otorgó el ducado a su Ernest Johann que en el año 35 adquirió el señorío de Rundale. El muchacho le tomó gusto al poder de tal forma que llegó a ser la figura política mas poderosa del imperio. En 1.736 encargó a Bartholomeo Rastrelli, el italiano de moda que había diseñado el palacio de invierno y también el de Catalina en San Petersburgo, la construcción de su residencia de verano en Bauska, Letonia.

Biron no debió ser un buen político ni tampoco buena persona, no lo apreciaban en Rusia ni muchos menos era querido en Curlandia. Junto a un grupo de amigotes alemanes y con el consentimiento de la señora emperatriz Anna, administraron el gobierno, discriminaron a la nobleza rusa, explotaron los recursos de Rusia para su propio beneficio y reprimieron a sus oponentes desterrándolos a Siberia o ejecutándolos. Cuando la emperatriz murió en el 1.740, le había nombrado regente del heredero, Ivan IV pero sus opositores hartitos de su tiranía dieron un golpe de estado, apresaron a Biron y lo condenaron a ser descuartizado.

La pena fue transmutada a petición de la madre del heredero, sobrina de Anna, por el destierro a Siberia confiscándole todos sus bienes. Las obras de Rundale quedaron paralizadas. Perdonado por Catalina II, el falso duque Ernest volvió a la corte tras 22 años de exilio.  Rastrelli continuó donde lo había dejado y el palacio fue acabado en 1.768. Ernest murió 4 años mas tarde a la edad de 82 años.


El ducado de Curlandia se incorporó al imperio ruso en 1.795 y fue entregado a una familia nobles rusos, los Zubov, luego llegaron los napoleónicos y reventaron el palacio, noticia que nos nos extraña, siempre que en la historia nos cruzamos con estos sujetos viene detrás la palabra expolio. Los dueños volvieron a reconstruirlo a su manera, en la primera Gran Guerra fue utilizado como hospital, después como escuela estatal e incluso como granero. En la Segunda Guerra no sufrió daños y es a partir de ahí cuando lo convierten en museo aunque las restauraciones de verdad comienzan ya en los años 70 del s.XX.


El bus nos deja en el parking de Rundale, vamos andando por un camino arbolado mientras nos acercamos a una enorme construcción en el medio de la nada. El palacio además del edificio construido dispone de unos magníficos jardines franceses y un coto de caza.
La entrada principal es una miniatura del Hermitage o del palacio de Catalina, solo cambia el color, en esta ocasión es amarillo. El suelo está aun embarrado, ayer dejó de llover, la temperatura ha subido bastante y la nieve ha desaparecido, solo quedan algunas zonas enlodadas.
Foto de grupo en las escaleras principales, bajo el reloj. Nuestro guía ya me pide la cámara cuando llegamos a un sitio de estos, nos retrata y luego posa el también con el grupo. Se lo está pasando pipa. Se ha convertido en uno más.


Vamos primero a los servicios en el sótano donde dejamos la ropa de abrigo y nos calzamos protectores de plástico para no manchar las alfombras, ya estamos disfrazados para comenzar la visita. Pasamos por caja, las fotos cuestan 2€ por máquina, saco la pegatina, que vamos a hacer, tampoco es para arruinarse.


Las amplias escaleras reales, calcadas a las del palacio de Catalina incluida alfombra roja, nos dirigen al suntuoso salón de audiencias, el Salón Dorado, un amplio espacio de unos 300 m². A ambos lados, grandes ventanales permiten el paso a la luz tempranera de un sol que ya empieza a calentar. Las paredes imitan al mármol en dos colores, celeste verdoso y rojo oscuro. La rica ornamentación del estuco dorado es la que da nombre a la sala. Los frescos del techo ya restaurados y radiantes llaman la atención. El parquet es el original del s. XVIII.


Una señora en un andamio anda sacando lustre a una de las arañas de cristal del techo, cristalito a cristalito. En cada puerta que cruzamos encontramos a una vigilanta vigilando con gran recelo que solo los que llevamos pegatina apuntemos cámaras y no nos acerquemos a las zonas acordonadas, en cuanto esto sucede suena una alarma muy desagradable.


 Un pequeño saloncito destinado a mostrar cerámicas se abre a este dorado salón.Es el gabinete de la porcelana donde 34 consolas exponen jarrones de ceramica china en tonos celestes tranquilos que contrastan con la opulencia dorada del salón.


Continuamos por la Gran Galeria, o galeria de los banquetes, una habitación alargada donde se habilitaban las mesas con manjares durante los bailes y recepciones. Las paredes están magníficamente adornadas con frescos en tonos pastel, motivos de estilo italiano raros en este rincon del Mundo. Las sillas colocadas bajo las ventanas permiten asiento a los visitantes y allá vamos, todos sentados mientras escuchamos detalles de su uso y restauración.




Seguimos por una de las salas mas bonitas, el Salón Blanco. En principio este espacio estaba destinado a la capilla del palacio pero al final se bajaron techos, se realizaron estucos blancos con motivos florales, alegorías pastoriles y angelotes maravillosos y se destinó a salón de baile.  El color blanco se eligió para que resultara un ambiente ligero y alegre, además de que resaltaran los colores de las sedas, gasas y telas varias en los maravillosos vestidos femeninos.


Todo esto aumentado por el efecto de los cinco paneles con espejos que se enfrentan a las ventanas. Sobre cada una de ellas los motivos bucólicos esculpidos son distintos, también en las esquinas , sobre las columnas vemos la representación de cada estación del año. Hay alusiones a los cuatro elementos agua, fuego, tierra y aire y a la agricultura, floricultura, horticultura, ganaderia, caza y música. El maestro Grazz se aplicó a fondo y no repitió ni una figurita. El medallón central del techo con las cigüeñas, vecinas habituales de Rundale, es de un detalle  exquisito.


Nada mas me entero que aquí se bailaban los valses austriacos propongo foto bailona, una gozada tener siempre dispuestos a estos modelos que posan con esa gallardía y donaire. En un rincón un bonito piano de cola blanco sugiere la música que suena  en las cabezas.


una puerta permite paso a otro gabinete oval de cerámica china, este pintado en tonos verde pastel contrastando con el pulcro blanco del salón de baile. Se exponen en forma de cascada 45 delicados jarrones. Estos saloncitos se utilizaban como zona de descanso de baile, para los que les dolieran los pies, vamos.

Salimos por la "pequeña galería" mucho mas sencilla y reducida, es otro corredor donde la gente esperaba a ser recibida por el duque.



Acabamos con el ala pública y comenzamos con los aposentos privados. No todo el palacio es visitable, solo lo es una zona de lo restaurado. Un área está dedicada  al museo de investigación de la historia de Letonia, otra  en la planta baja a exposiciones itinerantes y  además se utiliza como alojamiento de altos dignatarios de otros países.
Cruzamos por distintos aposentos donde vemos retratos holandeses, la galería de los señores con un árbol genealógico incluido, muebles, distintas decoraciones hasta llegar al despacho.


 Paredes  revestidas en seda y madera de roble, suelos de parqué dibujado en tres tonos, mesa y silla en delicada marquetería y varios muebles libreros de los cuales uno es original, los otros se hicieron a su imagen y semejanza. El techo vuelve a lucir ricamente decorado con frescos representativos de la Victoria y una gran lampara de cristales cuelga quedándose pequeña en la habitación.



 Una gran estufa de cerámica en tonos azules y blancos ocupa una esquina. veremos varias de estas instaladas en las habitaciones privadas, el servicio accedía a ellas para cargarlas de leña y encenderlas por las habitaciones anexas, para no molestar a los señores.


Continuamos por otra bonita sala, la sala Rosa dedicada a las flores y a la Primavera, flores de estuco en colores y plateados sobre fondo de falsos mármoles rosados. Esta delicada sala quedó bastante afectada pues se utilizó como almacén de granos.


 Antes de seguir, un apartado para ver la sala de aseo del señor duque, se entra por una habitación vestidor o algo así que no está restaurada y guarda la elegancia rancia de lo que debió ser en su dia. Las puertas están desgastadas, las pinturas descascarilladas, el techo con humedades,  los adornos florales y guirnaldas de estuco medio derruidos, el parquet del suelo dañado o destrozado. Paneles informativos expuestos en este cuarto explican el antes y el después de distintas zonas que ya hemos conocido,cómo se han ido restaurando frescos decorativos del techo, paredes, telas,suelos, ventanas, escayolas ....




Llegamos a la "salle de bain" enlosada hasta el techo y curiosísima. Exponen una bañera, varios calentadores de agua, el excusado, lavamanos de jarra y palangana con perfumadores de plata y un bidet que no tienen desperdicio. La bañera debía ser incomodisima, así no se lavaban en esta época na mas que a trocitos...



El gabinete y dormitorio del duque, en medio de este ala, es la pieza que encontramos a continuación, por muy bonito que sean los muebles y quieran darle ese toque rococó y recargado, a mi esos verdes del damasco de paredes y la cama me darían pesadillas. Como siempre, me asombra lo pequeñito que es el colchón y recuerdo que alguna vez contaron la costumbre de dormir incorporados.


En lo alto de la hornacina donde está metido el lecho, las iniciales del señor duque. Vemos consolas, mas espejos, estucados dorados y las estufas. El parquet de esta habitación es original, de intrincado y complejo dibujo y el techo vuelve a enseñarnos bonitos frescos de dioses mitológicos.


Enésima habitación de paredes con damascos rosas fucsias y muebles franceses de firma de los que cuestan un riñón con relojes sobremeseros que cuestan el otro. Es el gabinete de la audiencia.
Consolas, espejos, cortinas de seda y damasco, terciopelos, querubines en la sala azul cuadros de factura italiana y holandesa y ya que no atendemos a nada de lo que van contando, los 20 minutos de atención primaria se nos pasaron hace por lo menos media hora y entre tanta suntuosidad y riqueza todo parece igual.


Llegamos al comedor ducal situado en la llamada sala de mármol, las paredes son blanco grisáceo y azul clarito, la luz entra a raudales por los amplios ventanales, en el techo frisos rosados y guirnaldas de flores coloreadas van bailando hasta alcanzar el anagrama del primer duque.


 Sobre pedestales apoyados en las paredes vemos los bustos de miembros de la familia  Biron. En el centro una mesa bien vestida, mantel de lino blanco y servilletas níveas dobladas en abanico. La vajilla es original de la Real Fábrica de Porcelana de Berlín, modelo "servicio Kurzeme" creada para el duque Peter Biron en el siglo XVIII y que aun se fabrica.


 En esta habitación estaba el gym en la época soviet, en las paredes había dos grandes boquetes donde anclaron las canastas de baloncesto ahora tapados por unos medallones romanos.

Estamos acabando, lo último son algunas estancias pertenecientes también a las dependencias privadas del duque, entre ellas una sala de juegos con una gran mesa de billar. Aqui nos comentaron algo sobre los fantasmas de Rundale, la dama negra y la dama blanca. La primera una enamorada del duque que la duquesa arrojó por la ventana, la segunda fue la hija del médico, muerta a los 18 años repentinamente. El doctor mantuvo su cadáver en su laboratorio para investigar porque la muerte se la había arrebatado. Al no poder descansar eternamente su espíritu comenzó a rondar el castillo y a reír salvajemente por las noches. Durante las restauraciones tanto los historiadores de arte como los albañiles las oyeron e hicieron venir un sacerdote para exorcizar estos espíritus errantes.


Desde las ventanas de este ala las vistas a los jardines franceses son magníficas. Esto es lo que hacemos, bajamos a por los abrigos y salimos al exterior. Antes, una pequeña parada en la tienda de regalos del castillo para comprar un angelito de cristal para el árbol de navidad del próximo año y un gato negro de Riga para la nevera.


Los jardines franceses de Rundale son famosos, en este momento cuando la primavera comienza a calentar tímidamente el terreno, los jardineros están destapando los arriates y parterres protegidos durante todo el invierno con sacos de arpillera y hojas de abeto. En pocos días, comenzaran a brotar de nuevo las primeras hojas y en tres o cuatro semanas estará todo inundado de flores.


Son muy conocidos los cultivos de rosas, 2.600 especies de las cuales mas de 600 son históricas.  El anfiteatro verde es otra curiosidad de estos jardines, un teatro de césped donde caben 600 personas. Una pagoda que asoma entre los arbolitos funciona como servicios en temporada veraniega.

Palacio de Rundale

Hora de comer, vamos a un restaurante especializado en carne de venado, al otro lado de la frontera, ya en Lituania. Al bajar del bus ocurre un pequeño incidente que podría haber sido importante, nuestra peregrina mas veterana, Pilar, tropieza con el bordillo y acaba de bruces en el suelo. Menos mal que solo fue el golpe. La pomada llanita a base de hierbas que estrenamos con los resbalones en Tallín ya tiene otro usuario.


 Ausdruvis, el restaurante, es una gran cabaña con techo de brezo y decoración temática, aves disecadas, trofeos de caza, cabezas de arce, ciervo, venado, algunas con cornamentas considerables. Estamos en un complejo hotelero de tres estrellas con instalaciones que incluyen sauna, eventos, caballos, etc.




La misa de hoy que oficia nuestro padre Esteban va a ser en un convento franciscano a dos pasos de la Colina de las Cruces en Siauliai. Primero misa y luego visitaremos este santuario espontáneo en un país que , ahora si, es católico por los cuatro costados.


El cielo continúa despejado, el Sol calienta bastante mas que días anteriores, hasta hace calor. Desde el convento se divisa una bonita arboleda de abetos y la colina plagada de cruces de todos los tamaños. Un fraile franciscano nos da la bienvenida en english and italian  y se ocupa de encender el Cirio Pascual. Suelen ser muy amables estos padres con los visitantes, ya nos ha ocurrido en mas de un lugar.

 El altar de la capilla tiene una trasera de cristal desde la que vemos las cruces. Es sobrecogedor. Cuanta esperanza, cuanto ruego y cuanto dolor se dan cita en este espacio, esta colina que ni los mismos lituanos saben como empezó a llenarse de cruces.



La versión oficial es que durante la época de la represión de los rusos zaristas, los familiares de los desaparecidos clavaban cruces en esta colina. Otros cuentan que es tan antigua como el catolicismo en Lituania, la Virgen se apareció en  Jurgaiciai y animó a las gentes a llevar cruces allí. Sea como sea, a partir de 1.863 la colina ha sido un hervidero de cruces.



Durante la época soviética se hicieron hasta cuatro intentos de acabar con el promontorio, cada vez que lo arrasaban, a las horas volvían a aparecer cruces, por supuesto, si te pillaban, pasaporte a Siberia. Las primeras decenas se convirtieron en cientos, los aplastamientos, quemas y destrozos del régimen soviético fueron aliento para el pueblo lituano que multiplicó por mil las primeras cruces. Desde la independencia en el 91, la colina ha visto sembrar miles de ellas y se ha convertido de algún modo en el símbolo de la libertad.



El papa Juan Pablo II dejó su cruz el 7 de septiembre de 1993. esta fecha la tengo grabada en mi corazón a fuego, fue uno de los días más felices de mi vida, nació mi primer hijo, Faustino Jesús. Me conmueve que fuera una jornada tan bonita y emocionante para este valiente país, la fuerza bruta no consiguió quebrantar la Fe, "resiste y vencerás".


No podemos cruzar los escasos 300 metros de distancia entre el monasterio y la colina porque un arroyuelo crecido por el deshielo lo impide. Aunque esperamos al bus, el chófer que es "un señor demasiado serio" ha tenido un incidente con algo que se ha caído del techo, decidimos caminar mientras le esperamos, por decir algo, porque llegamos andando por el camino largo.


Conforme vamos acercándonos, la impresión que me había dado a lo lejos de ser un pequeño promontorio se va desvaneciendo, esto es enorme, no son miles, son cientos de miles, se acumulan unas sobre otras, apelotonadas, como si se multiplicaran por generación espontánea. La densidad es la de una selva, parece no haber espacio para mas y sin embargo, siempre lo hay. Es muy complicado el mantenimiento de este recinto, dicen que son unas 400.000 cruces, las mas antiguas  del año 1.985, cuando los rusos las dejaron en paz.


Desde el templete, creado para la misa multitudinaria durante la visita papal,  la vista es impactante, ves la fuerza de la fe inquebrantable de los lituanos que con orgullo se resistieron al régimen opresor, ves la esperanza que año tras año no perdieron nunca, se multiplicó, ves las oraciones, ves el amor a sus seres queridos y a Jesús que lo manifiestan con el símbolo de la cruz que en sus manos se convierte en puro arte.


Nos perdemos entre las veredas de la colina, una escalera central la divide en dos mitades asimétricas permitiendo ver las tripas de los amasijos de madera y metal. Se oyen susurros, el aire mueve las cuentas de los rosarios que rozan la madera de las cruces. Estamos solos, no hay más ruido que el de la brisa y el que hacemos con nuestras pisadas sobre la madera ajada de los escalones. Casi no apetece hablar mas que para llamar la atención de algún compañero sobre una determinada figura o inscripción.

No solo hay cruces, también cuadros, estampas, retratos, medallas, crucifijos, virgencitas y cristos escondidos, vestidos de rosarios, cubiertos de peticiones en todos los idiomas y carteles con nombres. Cada uno de ellos cuenta una historia, algunas tristes, otras de agradecimiento, importantes todas.


Joaquin nos lee la que los lituanos llevaron a la colina cuando el atentado del papa : "Cristo ten piedad del papa, Lituania te lo pide de rodillas" ¡Que no le entraría por el cuerpo a este hombre cuando fue allí a plantar su cruz y se encontró con esta otra!.


Desde aquel día, la colina de las cruces se dio a a conocer universalmente y está en el itinerario de cualquier viajero que visite el Báltico. No hace falta ser católico, solo hace falta ser humano para entender el valor de este rincón del mundo y reconocer su espiritualidad, su originalidad y sobre todo su valor simbólico.

Kryziu Kalnas estará siempre guardado en el corazón de estos peregrinos caballas. Fue una impresionante visita  al "lugar que brilla con la esperanza en la resurrección" en palabras del papa viajero. Consiguió pellizcarnos en el estómago y le dio un tirón de orejas a las conciencias.


Vamos a por el bus, aun tenemos que llegar a Kaunas donde haremos alto esta noche, junto a los aparcamientos encontramos un área de descanso con cafeterías, zona de recreo y tiendas de recuerdos varios que ofrecen multitud de cruces.
La fabricación artesanal de cruces lituanas esta en la lista del Patrimonio Cultural Intangible de la UNESCO. Algunas son obras maestras ya sean en escultura, herrería, arquitectura o pintura pero mas importante que esto es que es una tradición tan arraigada que ni la dura represión la interrumpió.

web colina de las cruces

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