Revisando las entradas de Croacia, me di cuenta que la correspondiente a Dubrovnik había desaparecido, "magia informática". No puedo, después de nueve años reescribirla, asi que voy a intentar hacer un resumen de mis impresiones mezclando recuerdos con el incondicional apoyo del álbum de fotos.
El jueves, 10 de abril, visitamos está bellísima ciudad costera croata. Lord Byron se quedó tan fascinado ante la belleza de Dubrovnik, que describió a la entonces ciudad-estado como la "Perla del Adriático". George Bernard Shaw tampoco escatimó elogios hacia la ciudad al afirmar que "aquellos que busquen el paraíso en la tierra, deben venir a Dubrovnik".
Dubrovnik sigue siendo el destino preferido de la jet exquisita. Que nadie se extrañe si se cruza en el mercado con Andrea Casiraghi o con Jack Nicholson, si sorprende a Malcovich escuchando música en una terraza o si el hombre que acaba de estrecharle la mano durante una ceremonia religiosa en la iglesia de los Franciscanos es Jeremy Irons. La ciudad lleva siglos seduciendo a aquellos que huyen de los reductos turísticos de moda. Parece que los habitantes de la ciudad y sus visitantes de ocasión se hubiesen coligado para que el lugar no perdiese su sencillez legendaria ni el aire señorial que se echaría a perder con una invasión de fotógrafos o de admiradores indiscretos.
Quizá porque parece una ciudad pequeña, Dubrovnik es más lugar de paso que destino de larga permanencia. Cada día, los cruceros se detienen en la ciudad para que cientos de turistas hagan una visita rápida al casco antiguo. Los visitantes fugaces se darán cuenta entonces de que el lugar merece mucho más tiempo y atención.
Dubrovnik (“la ciudad de los robles” del vocablo croata Dubrava) fue una república plenamente soberana en el Adriático desde el siglo XIV hasta el XIX, cuando Napoleón toma la ciudad y la anexa al Reino de Italia, entonces controlado por las tropas del imperio francés.
No entraré en muchos más detalles históricos salvo para decir que Ragusa casi nunca hizo honor su propio lema, que reza “La libertad no se vende ni por todo el oro del mundo” pues durante muchas décadas, debió pagar un fuerte tributo en forma de ducados del preciado metal al imperio otomano para poder conservar su independencia. Eso sí, cumplió fielmente durante cuatro siglos el escrito de su bandera oficial, que contiene en caracteres bien grandes y legibles la palabra “Libertas”.
Dubrovnik tiene a sus espaldas 1.400 años de historia. Desde su fundación en el siglo VII hasta su independencia en 1372 (cuando se convirtió en la república de Ragusa) estuvo gobernada por bizantinos, venecianos y húngaros, que dejaron su impronta en la arquitectura. La extraordinaria pujanza de la república y su poderío económico y militar se hizo notar en las soberbias construcciones, muchas destruidas tras un terremoto en abril de 1667 y vueltas a levantar sin perder su magnificencia.
Vista desde fuera, aparece como un conjunto compacto, rodeada de altos muros y de montañas de granito que se despeñan sobre el mar. El puerto viejo o Stara Luka, encajado entre los fuertes de San Juan y Revellin, registraba una gran actividad en los siglos XIV y XV. Hoy parece pequeño pero un par de edificios de aquella época ahora alojan restaurantes y cines: el Arsenal, los antiguos astilleros, y la Cuarentena, donde quienes llegaban por mar debían esperar el permiso de acceso.
La ciudad está circundada por una imponente muralla de casi dos kilómetros, construida fundamentalmente en el siglo XIV y que constituía un eficaz baluarte defensivo. Hoy es posible caminar por el adarve de la fortificación (que alcanza en algunos puntos una altura de 25 metros) y hacerse así una primera impresión del casco histórico al tiempo que se admiran las vistas del litoral. Luego las recorreremos.
Aunque la ciudad tiene varias entradas, la mejor visita a Dubrovnik se inicia en la puerta de Pile, con su soberbio puente de piedra. Aquí nos deja el bus no más tarde de las 9am.
A partir de este momento descubriremos palacios bellísimos de increíble factura, iglesias y monasterios pertenecientes a distintas órdenes religiosas -además de una sinagoga, una mezquita y una iglesia ortodoxa- y plazas y calles flanqueadas por hermosos edificios. Conoceremos el palacio Sponza, levantado en el siglo XIV durante la dominación veneciana; la catedral y su tesoro; la fuente de Onofrio, la calle central de Placa y el palacio de los Rectores, construido en el siglo XV, donde asombran el delicado trabajo de los capiteles de las columnas y el atrio, en el que se celebran conciertos nocturnos durante el festival de verano. Pasearemos la escalinata barroca que conduce a la iglesia de los jesuitas es una copia, en pequeña escala, de la de la plaza de España de Roma y más.
Empezamos nuestro recorrido atravesando la Puerta de Pile, erigida entre los siglos XIV y XV, justo a la vuelta, un cartel detalla los edificios afectados por las bombas de 1991, durante la guerra de los Balcanes, restaurados gracias a la ayuda de la Unesco. A continuación la calle desciende describiendo una curva hasta la plaza Luza o de la Logia, rodeada de edificios notables y con la columna de Orlando en medio. Esculpida en 1418, era el símbolo del poder de la República de Ragusa, tan vigorosa que llegó a competir con Venecia y con el Imperio Otomano, alcanzando el esplendor en los siglos XV y XVI. Un ejemplo de su carácter independiente es que la lengua romance resistió aquí cien años más que en el resto de la costa croata.
La amplia calle de piedra, la Placa, nos lleva a la zona más aristocrática, palacios simétricos de estilo barroco el Palacio Sponza, notable por su columnata de su atrio y preciosas tallas de piedra, a su lado se encuentra la iglesia de San Blas o Sveti Vlaho, (san Blas es el patrón de la ciudad). En lo alto hay una estatua del santo patrón de Dubrovnik, que lleva en la mano una maqueta de la ciudad tal y como era antes del terremoto. La ciudad ha cambiado de aspecto, pero la fiesta de San Blas, el 3 de febrero, sigue siendo la más concurrida. En San Blas celebramos misa, incluso nos bendijeron nuestras gargantas con un chisme muy raro que el padre David nos fue colocando uno a uno en nuestros cuellos. Frente a la iglesia, el palacio Sponza y junto a él, la Torre del Reloj, construida sobre un soportal. Un poco más allá el Palacio de los Rectores, con una espectacular escalinata y el monumento a Miho Pracat o Prazzatto, rico navegante que donó toda su fortuna a la República de Ragusa. Este palacio del siglo XIV solía hacer las funciones de aduana y casa de la moneda de la ciudad-estado. Hoy en día, alberga los archivos estatales y un pequeño museo dedicado a los que murieron defendiendo la ciudad durante el asedio de 1991-1992.
Al salir de la rectoría nos dimos de bruces con unos señores que cantaban a Kapela, precioso momento, sobre todo para nuestra peregrina mas veterana, Amalita, a la que rondaron.
Otros lugares importantes a visitar es la espectacular Catedral de Velika Gospa, que fue construida en 1192. La leyenda cuenta que la catedral original fue construida por Ricardo Corazón de León con dinero de su bolsillo, como señal de agradecimiento a Dios por haberle dejado sobrevivir a una violenta tormenta en la costa de Dubrovnik justo en la isla de Lokrum, una peña situada frente al puerto antiguo. El edificio barroco, situado en Pred Dvorom, se encuentra encaramada en lo alto de una majestuosa escalinata y se distingue de lejos porque es la única con una cúpula de color azul. Lo que vemos ahora es la reconstrucción barroca del edificio destruido por los temblores de 1667.
La Placa o Stradun es la arteria que une la puerta de Ploce con la de Pile. Divide el casco antiguo en dos partes: las calles que quedan por encima son estrechas y empinadas, repletas de tiendas de artesanías y tabernas; por debajo, las calles componen un laberinto que alcanza las fortificaciones marinas, sorprendiendo de vez en cuando con una plaza, una capilla o un buen restaurante. Fue construida en el siglo XII, cuando se llenó el canal que separaba Ragusa de la tierra firme, y en la actualidad es una avenida con cafeterías, bares, tiendas y restaurantes repletos de turistas durante los meses de verano. En Placa por ejemplo van aquellos que quieran comprar joyas, ya que las principales casas de venta tienen su sucursal en este lugar, además de poder encontrar tiendas de confección artesanal.
Llegamos al monasterio de los franciscanos que posee un pacífico jardín, invita a pasear en silencio, y entre sus estancias, una de las farmacias más antiguas de Europa, donde comprar tiritas contemplando tarros de farmacopea anteriores al siglo XVII. La arquería del claustro es una maravilla. Pasamos por la farmacia mas antigua del mundo y los cuatro boticarios no pudimos resistirnos a la foto de rigor.
Llegamos a la Fuente de Onofrio, junto a la puerta Pile, es de forma circular, con 16 chorros adornados cada uno con una máscara. Fue construida en el siglo XV para conmemorar el término de los trabajos de construcción del nuevo acueducto que servía para dotar a la ciudad de agua desde la fuente de Riieka Dubrovacka. El agua potable y fresca sale por las bocas de las figuras esculpidas. Delante se erige la iglesia de San Salvador, el único santuario que salió indemne del terremoto del XVII, y detrás, el claustro del monasterio franciscano, con la farmacia de 1317.
Era casi hora de comer y mientras el resto se iba de compras, nosotros nos subimos a las murallas. ¡Espectaculares! casi lo mejor de la ciudad.
Las murallas de Dubrovnik envuelven la ciudad antigua y limitan con los peñascos de piedra caliza al norte y con el Adriático y el puerto al sur. Es posible caminar por su perímetro durante una hora, pero es más recomendable entretenerse y realizar el recorrido con audio que se puede obtener en las taquillas que hay de camino a las murallas.
Cuenta con cuatro formidables puertas: Pile Gate, Ploče Gate, Peskarija Gate and Ponta Gate.Desde aquí se puede contemplar una verdadera postal del mar Adriático salpicado de pequeñas islas, cruceros, veleros, canoas en el profundo azul del Mediterráneo.
Después del almuerzo, la tarde es libre para disfrutar de los rincones que mas nos hayan gustado de la ciudad.
Pocas horas después volveremos a la rutina diaria. Cogemos el vuelo que parte a las 7,05h hacia España, via Zurich por lo que tenemos asegurado el madrugón.
fuentes: http://www.bleucoast.com
http://www.lacroacia.es/dubrovnik
las fotos de
DUBROVNIK
video de Pedro
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