Estamos a 30 de marzo, salimos de Ceuta hace a penas 3 días y sin embargo parece que haya pasado un mes. Ya nos hemos adaptado al horario, a los madrugones, a las comidas, a Silvia y Valentín, el conductor, que nos cuidan y nos llevan por este país que nos sedujo del todo ayer mostrándonos las primeras cordilleras de los Cárpatos y los tesoros escondidos.
Hoy vamos a seguir hacia el Norte, subiendo, adentrándonos más aún entre estos montes que ofrecen paisajes de estampa. Continuamos conociendo Transilvania, con sus densos bosques defendidos por las altas montañas, cuentan que aquí se rodó la película Cold Mountain, tendremos que volver a verla para estar atentos a los escenarios de fondo.
Tenemos unos 100 km hasta Sighisoara, la ciudadela aún habitada, la única en Europa y de las pocas del mundo, es patrimonio de la humanidad desde 1.999; un par de horitas cortas que pasar en el cómodo bus que nos ha facilitado la agencia.
Este año somos pocos, 18, estabamos 20 en la lista pero dos bajas de última hora por motivos inesperados nos ha menguado el grupo a este número. Se echa de menos al resto de peregrinos ya veteranos en esta séptima peregrinación, por otro lado, debo reconocer que es mucho mas fácil y cómodo viajar con estas cifras.
La ruta del dia nos va a llevar primero a Sighisoara, construida en el s.XII por los sajones sobre los restos de un fuerte romano, Castrum Sex, allí comeremos y seguiremos camino hacia Targu Mures para acabar descansando en el hotel Corona de Aur en Bistrita.
Durante la hora larga de trayecto nos acompaña una densa niebla que apenas deja ver nada del paisaje, se adivinan bosques compactos de coníferas, sobre todo abetos que alcanzan las cimas.
El bus nos deja a pie de una cuesta larga y asfaltada en la que se siente, pero no se ve, el final. Silvia ha solicitado el servicio de un taxi para los que caminan un poco más despacio y asi disfruten de un cafelito en la plaza de la fortaleza esperando a los menos lentos.
subida hacia Sighisoara |
Ascendemos con paso cansino, parándonos a cada momento, mirando hacia atrás y comentando el trecho que aún queda. Por fin aparece la torre con doble arco que da acceso a la fortaleza, es la Torre de los Sastres. Los coches pueden transpasarla, no hay prácticamente ningún tráfico.
Desembocamos en la plaza de la Ciudadela donde el tiempo decidió quedarse en el siglo XIV, aqui se celebraba el mercado, ferias de artesanía, juicios y ejecuciones públicas; la ciudad mantiene su casco medieval intacto. Existen aun 9 de las 14 torres gremiales que defendían el alcázar, dos de los cinco bastiones y las murallas que rodean totalmente la ciudad. Las casas están pintadas en alegres colores, algunas con bonitas ventanas de estilo veneciano, otras adornan sus cristales a pie de calle con coloridos colgantes en forma de flores, corazones, guirnaldas y romanticas cortinas de encaje. Vemos varios locales donde venden cacharrería para turistas, una iglesia, una balconada desde la que contemplar la ciudad baja y sobre todo la elegante Torre del Reloj. Mas tarde dispondremos de algún tiempo para perdernos entre estos callejones empedrados por los que cuesta caminar sin zapatos adecuados y echarle un vistazo a las tiendas de souvenirs.
torre del reloj
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Es curioso observar una ciudad germana, sajona en un país totalmente latino, romano. Comenzamos la visita, nos encontramos en la zona alta de la ciudad, en la plaza de la fortaleza. Lo primero que observo es al padre Emilio cómodamente sentado en una terraza tomándose un café. La niebla aun no ha levantado, favorece el misterioso escenario en que nos encontramos.
disfrutando del café |
Nosotras nos dirigimos a los baños públicos en un callejón cerca de la Torre del Reloj. Un leu cobran aqui por servicio, igualito que en Venecia, aun me duelen los 2,5€ que tuve que pagar por algo que deberia ser gratis.
Esta torre es pintoresca, tiene un carillón con siete figuras de madera que representan los días de la semana y deberían moverse en las horas. Por encima, se observa la galería de la guardia hasta donde los turistas pueden subir y contemplar las cubiertas de Sighisoara desde lo alto. El tejado es de tejas de cerámica con colorines llamativos, azules, verdes, amarillos, anaranjados.... Una alta aguja central remata la torre rodeada por cuatro torrecillas mas bajas, cada una en una esquina del cuadrilatero. En su base, un gran arco se abre a una cuesta que da paso a la parte baja de la ciudad. Durante un tiempo esta fue la entrada principal a la fortaleza, hoy día también permite el acceso a otro moderno mirador donde te puedes sentar un ratito a contemplar el entorno.
En la plaza de la ciudadela encontramos ademas otros edificios dignos de admirar como la casa del Ciervo, la casa Veneciana o la casa de Vlad Dracul, casas nobles renacentistas dedicadas hoy dia a la restauración y hospedaje.
Silvia nos conduce caminando a otra placita donde se ubica el ayuntamiento, era el antiguo convento dominico que salió ardiendo y que conserva parte de su encanto original, lo único que queda de él es la iglesia situada junto a la torre del reloj. Desde los jardines del city hall hay buenas vistas, mareas de tejados de la ciudad baja y moderna, el río y la catedral ortodoxa.
mirador frente al ayuntamiento |
Continuamos camino cruzando los jardines, encontramos un busto de Vlad Tepes, príncipe al que le daba por empalar a enemigos, este personaje es el que ha dado de verdad fama a Sighisoara, las leyendas sobre el conde Drácula pueden con todo. Nació en este rincón de Rumanía donde su padre, también llamado Vlad ingresó en la orden de los caballeros del Dragón, Dracul en idioma nativo, por eso se le conocía como Vlad Dracul con traducción rumana alternativa a Vlad demonio. El joven Vlad Draculea hijo, paso varios años de rehén con los turcos y no debió ser buena la experiencia pues se convirtió en un adulto cuya crueldad extrema con hombres mujeres y niños le permitieron ganar alguna batalla sin mover un dedo. Que se lo cuenten al gran sultán Mehmes II.
Vlad II el Empalador |
Seguimos paseando por callejones de cantos rodados, la niebla comienza a levantarse, el Sol relumbra, la luz es distinta. Pasamos junto a la iglesia católica donde esta previsto celebremos mas tarde la eucaristía, junto a ella en los jardines, las murallas nos sirven de mirador, otra torre gremial, la de los Zapateros es el entorno para las fotos de turno. Desde aquí tenemos una bonita imagen de la iglesia evangélica en lo alto de la colina.
vista desde la iglesia católica |
Continuamos en su dirección, la calle empedrada se convierte en una cuesta y luego en una escalera de piedra con techo de madera, es la Escalera de los Escolares, tiene 178 empinados escalones que conducen a lo alto donde se encuentra la iglesia, la escuela y un cementerio alemán. Es curiosa la costumbre de situar los cementerios tan cerca de las casas, casi en el centro del pueblo, junto a las iglesias. Esta original escalera que evita a los pequeños estudiantes la nieve y el mal tiempo cuando van a clase nos entretiene un buen rato. Todos queremos inmortalizar el momento.
escalera de los escolares |
Cruzamos la calle hacia unas bodegas locales, tenemos una degustación de licores transilvanos típicos. Unas señoras nos invitan a pasar a una estancia con cierto olor a humedad, adornada con barriles donde tomamos asiento. Nos ofrecen los chupitos a catar, el primero es de moras, muy dulce muy femenino, el segundo de peras, mas fuerte, menos dulce, el tercero es el palinka, puro fuego aunque hay quien lo aprecia.
Volvemos sobre nuestros pasos hacia la iglesia católica. Silvia no para de llamar por teléfono a su contacto que parece se ha tomado el dia libre. La iglesia tiene la puerta abierta pero la reja cerrada, mal asunto. Así los católicos no podemos hacer parroquia, todas las demás iglesias de todas las confesiones están abiertas de par en par y la nuestra cerrada a cal y canto. Nos tomamos tiempo libre para perdernos por Sighisoara, explorar sus múltiples rincones, sentarnos a contemplar las vistas, comprar algún recuerdo y como no, fotografiar todo lo que se deje.
restaurante casa de Dracula |
Hoy vamos a comer en casa de Drácula, la vivienda del conde, una casa medieval se convirtió en un restaurante. Justo delante de la puerta tumbado en el suelo esta Jimmie la mascota de la ciudad, un labrador mestizo grande color canela, con unos ciantos años que cuidan entre todos los vecinos. Subimos al primer piso por unas angostas escaleras de madera, en el descansillo unas vitrinas muestran armas y escudos de la época del empalador además de un retrato suyo. Nos conducen a un señorial comedor de blancas paredes profundas ventanas y muebles oscuros, en las esquinas del techo y en los tragaluces aun se dejan ver las antiguas pinturas que adornaban la estancia. Me siento en el sillón donde casi me hundo, a penas alcanzo a la mesa, decido sentarme sobre el anorak para estar un poco más alta. Pedimos al camarero las cervezas y vinos de rigor. Nos sirven sopa de tomate, riquísima, con un fuerte sabor a orégano.
comiendo sopa de tomate |
La comida rumana esta buena, comen mucha carne y verduras, aunque poco pescado, los dulces son exquisitos. Si hay algo que no me convence es el pan, esta bizcocheado. Al salir, parada obligatoria en la tienda de recuerdos de Drácula aquí es donde consigo mis adornos rumanos para el árbol de navidad.
Tras esta visita que nos ha encandilado y alegrado por elegir Rumania como destino este año, ponemos rumbo al Norte, Targu Mures nos espera. Horita y media de bus, lo justo para siestear un poco.
Llegamos a una ciudad de trazado y edificios decimonónicos y modernistas, como mucho de un par de siglos atrás, esto es por las continuas disputas que ha sufrido la región entre húngaros, turcos y rumanos que no han dejado un ladrillo antiguo en pie. La mayoría de los habitantes son húngaros que hasta hace un par de décadas han mantenido grandes desencuentros con los rumanos. Valentín nos deja en una larga y amplia avenida junto al Gran Hotel frente a la antigua catedral ortodoxa. Vamos hacia la prefectura y el Palacio de Cultura donde se encuentra la loba capitolina. En este bonito entorno Silvia nos da información sobre la ciudad y sus edificios, El palacio de cultura es el mas grande y bello edificio de la ciudad, puro Art Nouveau, nos fijamos en sus balcones semicirculares, miradores, mosaicos y cerámicas, adornos en broce etc.
Targu Mures |
Continuamos andando hacia la plaza Trandafirilor donde visitamos una enorme iglesia ortodoxa construida en el siglo XX, le dicen catedral pero no lo es. Al otro lado de la plaza está la iglesia católica, podemos entrar pero las rejas interiores impiden el acceso. Esto es ya una costumbre.
iglesias ortodoxa y católica en Targu Mures |
Continuamos paseo por la avenida llena de comercios, bares, farmacias, pastelerías con hornos a la vista y cola en el despacho y gente, hay mucha gente. Jacobo y Maria Jose encuentran la tienda oficial donde venden la camiseta de fútbol para los chicos que andaban buscando.
Empieza a caer la tarde, sopla el viento y hace frío.Vamos ya a buscar el bus para dirigirnos a Bistrita, ciudad de paso entre las regiones de Transilvania y Bucovina donde llegaremos mañana.Nos espera el hotel Coroana de Aur allí celebramos la eucaristía en unos de los salones encontrado atravesando el restaurante y las cocinas. Nos apañamos nosotros mismos sillas y mesas donde disfrutar en petit comité de estas intimas celebraciones que nos permiten reflexionar cada dia sobre nuestro discurrir por la vida. Ayer el padre David nos llamaba a ser testigos activos de nuestra fe, hoy el padre Isidro es el encargado de remover nuestras conciencias con sus palabras sobre encontrar y reconocer a Jesús. Estos curas peregrinos saben darnos a cada uno lo nuestro. Siempre están ahí dirigiéndonos espiritualmente sin que lo notemos, ofreciéndonos su amistad, su compañía sus risas, su consejo y su trabajo. Que fácil resulta estar a su lado.
Aparece Silvia con la bandeja portando dos copas, una de vino y otra de agua; ella misma, nada mas llegar a hotel, ya estaba hablando con la encargada solicitando una sala privada. Me encanta esta chica, facilitando las cosas, colaborando e incluso participando.Es de confesión ortodoxa, no se si poco o muy religiosa, lo que si es seguro es que es buena gente, inteligente, generosa, se preocupa mas allá de su obligación.
Si esta mañana tuvimos el primer contacto con el personaje en el que se inspiró Bram Stoker para escribir su novela Drácula, esta noche vamos a dormir en el hotel donde se alojó el protagonista de la misma, Jonathan Harker antes de acudir al encuentro con el temible conde en su castillo. Por aquellas fechas el hotel no existía y el castillo era tan imaginario como el hotel, pero el reclamo turístico es un arma potente que todo lo puede, aqui esta el hotel y el castillo se lo han buscado en Bran, aunque nunca habitara el temible Vlad por allí. Cenamos en el salón dedicado al pobre Jonathan, tapizado en rojo, presidido por un trono donde descansa la capa del conde. De las paredes también decoradas en papel rojo, cuelgan cuadros bastante lúgubres con escenas draculinas. Cenamos rapidito y nos vamos al pub de la plaza buscando nuestros cubatillas de rigor. es un pub de pueblo bonito y vacío, unos jóvenes charlan en la barra y nos ven llegar con curiosidad. Nos acomodamos y empezamos a pedir. Esta vez estan buenos y además hay snaks.
Nos encontramos muy al Norte, cerca de la frontera con Ucrania, mañana cruzaremos los Cárpatos en busca de los monasterios pintados, pero eso será mañana.
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