Bran esta muy cerca de Brasov, a pesar de esto Silvia, que ha resultado ser además de una estupenda guía, una compañera de viaje genial, compartiendo con nosotros sus recuerdos familiares, su vida privada y experiencias, decide madrugar para ser los primeros en visitar el castillo. Por el camino nos cuenta su leyenda y su realidad para que podamos disfrutar en soledad de la visita mientras ella nos espera en el patio. En principio nos extraña pero ya lo disfrutamos, ya.
La leyenda está, como no, relacionada con el rumano novelesco mas famoso, Drácula. Según el relato de Bram Stoker, el conde vivía en un tenebroso castillo situado en un recóndito territorio del reino húngaro, en los Cárpatos transilvanos. Cuando el turismo literario aterrizó por estos lares, no encontró otro mas apropiado que el de Bran a pesar de que Vlad Draculea, el Empalador no habitó el lugar según dicen mas que acaso un par de días y en sus mazmorras, prisionero de los otomanos.
castillo de Bran |
La verdad es otra muy distinta, fue construido a principios del siglo XIII por una orden de caballeros teutónicos retornados cabizbajos de Tierra Santa a los que el rey de Hungría cedió territorio para que se asentaran. No les duró mucho la alegría pues unas décadas después los tártaros se encargaron de echarlos. A finales del siglo XIV Luis I de Anjou "concede" a los habitantes de Brasov la gracia de construir un castillo en la localización de Bran con gastos a cuenta del pueblo, claro. Sus funciones fueron de control de aduanas debido a la expansión del imperio otomano que se colaba por todos lados. El señor del castillo era elegido por el rey entre los sajones y sus habitantes eran soldados mercenarios. Transcurrieron así varios siglos dibujando el timeline de la fortaleza, cambiando de manos entre príncipes valacos y transilvanos. Por aquí pasó también nuestro conocido Vlad III al que no le hizo mucha gracia los altos impuestos aduaneros que les pedían los de Brasov y montó otro bosque de empalados en las inmediaciones.
La reina María en el castillo de Bran |
Ya en el siglo XIX, dejó de ser aduana y los brasoveanos decidieron regalarlo a su querida reina María de Rumanía, la inglesa que había conquistado sus corazones. Se convirtió entonces en la residencia favorita de la familia real.
la reina María y su familia |
Cuando murió la reina pasó a manos de su hija la archiduquesa Elena o Iliana, pero su corazón quedó en Bran enterrado en un pequeño cofre de plata. En tiempos de guerra, la princesa construyó aqui un hospital que se llamó "el corazón de la reina". Finalizada la contienda tuvo que abandonar el país con su marido y sus seis hijos, perder su estatus y posesiones y emigrar a EEUU. Las autoridades comunistas convirtieron Bran en un museo donde admirar tesoros reales y construcciones étnicas rumanas en los bonitos jardines.
Archiduquesa Elena |
Elena volvió a Bran el año 1990, poco antes de morir, convertida en monja abadesa de un convento patrocinado por ella en Pensilvania. En 2006 el castillo fue devuelto a sus herederos legítimos que hoy día mantienen un acuerdo con el gobierno para que nosotros podamos visitarlo y no caiga en manos de constructores de parques temáticos draculianos.
El bus nos deja en el parking de un centro comercial a los pies del castillo, con puestos cerrados a cal y canto, es temprano. Entre las copas de los arboles se dejan ver los tejados de las torres y almenas. Esperamos en la entrada para que nos franqueen paso a unos frondosos jardines ya dentro del recinto. La fortaleza esta situada en lo alto de una colina a la que se sube por una empinada cuesta. Iniciamos ascensión con un viento y un frio no esperado. En lo alto nos esperan aun mas escaleras hasta alcanzar el portalón.
En la primera estancia se exponen fotografías de la familia, del castillo y documentos importantes en su historia. Las paredes son blancas, impolutas, las vigas de madera vista, apoyos, barandas, pasamanos están barnizados y encerados, el suelo de losas hidráulicas o maderas nobles tratado, las puertas labradas, barnizadas o pintadas, las estufas de cerámica decorada, todo está cuidado al máximo. Se nota que es un lugar muy frecuentado.
Comenzamos la visita siguiendo las flechas, tal como nos indicó Silvia en el bus. Salones no muy grandes, nada palaciegos, de muros blancos se suceden a distintos niveles llevándonos por un recorrido divertido, en el que no paramos de hacer bromas, tirar fotos y descubrir detalles. En una de las habitaciones juguetes antiguos, un carro de bebe, en otro un vestido de novia, en otro la capa de un caballero teutónico, armas, armaduras, escudos, los muebles familiares.
Llegamos a una terraza desde la que se domina el valle, preciosa vista,
En una de las habitaciones una puerta conduce por unas estrechas escaleras al tercer piso, imagino que una vía de escape en cierto modo secreta. Subimos a la torre redonda, bajamos a la balconada que da al patio, con su bonito pozo en el centro, es un laberinto donde entretenerse un rato.
Hay muchas imágenes religiosas que Jacobo se encarga de inmortalizar con su cámara para luego hacernos sudar en el juego de los peregrinos.
Fue una visita realmente divertida incluso sorpresiva pues había visto en un programa de callejeros viajeros el castillo y no me pareció gran cosa.
Al salir si que se nota la afluencia de turistas, es sábado y también los rumanos visitan sus monumentos. El centro comercial esta abierto, hay cafés, terrazas, puestos de comida rápida, atracciones para turistas sobre el mito de Drácula, puestos de cerámica , de madera tallada, de camisetas, de recuerdos y gente por todos lados... se nota que es un lugar ciertamente concurrido.
Nos despedimos de Bran volviendo sobre nuestros pasos para dirigirnos a Sinaia, volvemos por la misma carretera que vinimos, pasamos cerca de otra ciudad fortaleza, Rasnov de la que obtenemos una magnifica imagen.
fortaleza de Rasnov |
La carretera va siguiendo el rio Prahova, hasta llegar a una montaña donde se encuentra el monasterio de Sinaia que toma su nombre del monte Sinaí. La ciudad nació cercana al monasterio, hoy día es una bonita estación de montaña y ciudad balneario donde practicar senderismo y deportes de invierno con hoteles de lujo, casinos, restaurantes etc...
Dejamos el bus en una plazuela y caminamos hacia la entrada por un paseo realmente frondoso y aristocrático, con farolas de hierro y cristal y algunos puestos de recuerdos a un lado de la calzada. Por aquí si que hay turistas, deberían colgar el cartel de completo.
La primera imagen del magnifico edificio es su alta torre, nada mas cruzar el arco que da acceso a los jardines, cimentados formando terrazas con balaustradas, fuentes, esculturas, jarrones... son esplendidos, como el entorno donde están construidos. Hay quien lo considera como uno de los mas bellos castillos europeos quizás por su estilo neo renacentista con pinceladas góticas.
Vamos paseando hacia el, cruzándonos con multitud de visitantes. Silvia nos previene del tema fotográfico, todas las fotos que queramos fuera pero solo dentro los que paguen 8 euros, carísimo. Ella nos hará de guía en el interior, tendremos mucha vigilancia. Debemos esperar nuestro turno de grupo. Las paredes del patio donde esperamos están pintadas, decoradas con gran elegancia y vistosidad.
Sala de honor con techo descapotable de artísticas vidrieras, despacho del rey, biblioteca con cientos de libros y pasadizo secreto incluido para escapar de inoportunas visitas, sala de música con piano y arpas, salón francés, veneciano, florentino, turco, árabe, un teatro con palco real y capacidad para 60 personas, sala de armas con piezas europeas y asiáticas del siglo XIV al XVII, varias armaduras, una con caballo incluido.
Maderas nobles, ébanos, teca, marfil, mármoles de carrara, terciopelos, sedas, damascos, tapices, alfombras turcas, cueros traídos de Córdoba en paredes, espejos y lámparas de araña en cristal de murano y bohemia, porcelanas de Meissen y de Sevres, cuadros pintados incluso por la reina Isabel, vidrieras animadas con cuentos rumanos, ricos muebles alemanes y vieneses,...un despliegue de riqueza y ostentación para deslumbrar al mas pintado.
la reina Isabel y su hija María |
La primera reina del castillo, Isabel, además de ser promotora de la enseñanza y la educación, fue una gran pintora y escritora, publicando sus libros en francés y alemán con el seudónimo de Carmen Sylva. Solo tuvo una hija, María que murió pequeñita, posa con ella en el retrato.
Tras esta interesante visita, salimos, como no, por la tienda de regalos del castillo. Me ha gustado tanto que decido comprar aquí un dibujo a plumilla para mi colección de laminas viajeras.
En los jardines nos hacemos varias fotos de grupo aunque la gente no para de pasar. Incluso hay que esperar turno en la escalera.
Vamos a comer en un restaurante cercano, es una cabaña rustica alpina con pieles de osos y jabalís en las paredes. Cabana Vanatoreasca, probaremos carne de corzo y de jabalí, bien guisadas, el servicio como siempre, es rápido bueno y discreto.Un señor anima el ambiente tocando la guitarra, luego nos ofrece su CD y lo compro.
Aun no vamos a salir de la montaña, antes visitaremos el monasterio de Sinaia, un poco mas abajo.
Este monasterio lo fundó un peregrino rumano, Mihail Cantacuzino a su vuelta de Tierra Santa. Se acabó de construir en 1.695. Al principio solo eran 12 los monjes que lo habitaban, con el tiempo han crecido en número y ampliado las instalaciones, ahora cuenta con dos iglesias, la nueva y la vieja , el monasterio y un museo.
monasterio de Sinaia, iglesia nueva |
Está rodeado por una muralla de piedra por cuya puerta se accede al primer patio donde encontramos la iglesia nueva de estilo bizantino, con rayas horizontales amarillas y rojas. El interior esta ricamente ornamentado, como todas las iglesias ortodoxas vistas en este viaje.
Frente a esta iglesia, en el patio, se encuentra el paso hacia la iglesia antigua, mucho mas modesta, pintada de blanco en su exterior pero con unas bonitas pinturas que decoran sus paredes interiores.
monasterio de Sinaia, iglesia vieja |
Finalizamos nuestra estancia en Transilvania para dirigirnos a Bucarest, antes buscamos un convento de monjas agustinas cercano a la capital donde celebraremos misa. Ni Silvia ni Valentín han ido anteriormente, por lo que se van guiando de las instrucciones telefónicas de una de las hermanas que nos llevan a las afueras de Campina, donde el bus se detiene al no poder continuar. Echamos pie a tierra y preguntando, que se llega a Roma, una lugareña nos señala el convento a lo lejos.
Allá vamos atravesando prados, hasta que Jacobo, por el objetivo de la cámara ve a una señora vestida de negro haciendo señas a lo lejos, muy a lo lejos en lo alto de un cerro. Cambiamos rumbo y enfilamos hacia la hermana Gabriela, una de las hermanas de la comunidad que nos reciben con los brazos abiertos.
Nos invitan a pasar enseguida a su capilla y preguntan si vamos a cantar. Ingenuas! con lo mal que se nos da el bel canto. El padre Emilio que tiene mas kilómetros que el talgo se las mete en el bolsillo en menos de un minuto. Nuestro padre grande no puede tener mas arte. Cantan ellas, en rumano muy bien, acompañadas del piano electrónico. De las lecturas no me entero, pero por lo menos del Evangelio si, aunque el padre David se había preparado el del domingo y le cambian al del sábado en el ultimo momento. Para colmo, las hermanas que no deben estar acostumbradas a las visitas, graban en video a nuestro pater que sabe campear tempestades, la experiencia es un grado. Tras la misa, nos hacemos fotos todos juntos en el altar
El lugar no puede ser mas tranquilo, el sol aun calienta aunque empieza a ponerse, la vista, hasta donde alcanza, es un verde prado con un rebaño de ovejas y su pastor.
Empezamos a charlar como podemos con algunas, medio en italiano, ingles, español, un buen popurrí que algunas entienden. Silvia, con una taza de te en la mano y un plato con bizcochos en la otra, a penas sin tiempo para masticar, no para de traducir entre el clero y las monjas que forman un corrillo cada vez mas nutrido. Una cordial charla que nos deja con ganas de mas.
Son unas señoras encantadoras capitaneadas por la superiora, sor Lucia, de rasgos filipinos, como la cocinera de las empanadillas, sor Ana. Rosa consigue la receta de las empanadillas y promete cocinarlas.
Al principio son un poco reticentes a las fotos, solo un momento, hasta que nuestros agustinos quitan importancia a eso de salir en las estampas. Posan todos para una bonita foto para el recuerdo.
La madre superiora nos pide que le escribamos unas líneas en una pequeña libreta donde los visitantes dejan sus impresiones, María José y yo dejamos nuestros deseos para ellas.
Nos tenemos que ir, debemos llegar a Bucarest antes de las 8 de la tarde, al mismo hotel donde ya estuvimos. ya no hay tiempo para más. Esta visita ha sido una manera genial de poner un broche de oro a esta estupenda séptima peregrinación, por la sorpresa, por las anfitrionas, por el lugar, por el cariño y por lo bien que nos hicieron sentir. Maravillosas esas hermanas agustinas de Campina.
Acabamos, el despertador sonará poco después de las 3 de la madrugada para levantarnos y coger un vuelo hacia Frankfurt donde haremos escala durante casi 5 interminables horas. Esto es un gran inconveniente en la logística que deberíamos evitar, mas si cabe cuando hay compañías que viajan directo desde España aunque sean low cost.
Rumania ha sido una gran sorpresa. Un país difícil de contar que te hace sentir bien, con una gente que tiene prisa por subirse al tren de Europa sin perder su identidad, con unas ciudades preciosas y un paisaje esplendido. Merecido se tiene el eslogan de "jardín del continente".