Una experiencia inolvidable que acaricia el alma
Mi peregrinaje a
Israel y a los territorios Palestinos fue una
experiencia realmente hermosa e inolvidable; un lugar en el que como en
ninguna parte del Mundo los conceptos de Historia y Religión están tan ligados
que separarlos es misión imposible, tanto como evitar las emociones los
sentimientos y los propósitos que allí te embargan.
Se puede viajar sin
Fe a estas tierras, ser agnóstico, ateo o todo lo contrario, pero seguro que no
volverás indiferente, por muchas razones, a veces ilógicas o intangibles.
Llegamos a Tierra
Santa en nuestro domingo de Resurrección, también era Pascua para los judíos. Un
precioso atardecer y un mar de banderas blancas y azules con la estrella de
David nos reciben en Israel, también el guía, Rayani, que nos acompañará toda
la semana; no es musulmán aunque lo parece, es palestino, cristiano católico
romano, nacido y residente en Belén.
Quedamos a las 6.30 de la mañana,
empezaremos en el Norte, junto al lago Tiberiades frente a los altos del Golán,
frontera con Siria. Todas las fronteras de este país están marcadas por
alambradas electrificadas, muros de hormigón y carreteras de vigilancia. Circularemos
por autopistas atravesando tierras palestinas que solo pueden utilizar vehículos
de matricula israelita, nos cruzaremos con jóvenes, muy jóvenes, armados, “su
novia” llaman al fusil que portan siempre al hombro mientras dura la mili.
El primer golpe al corazón es Nazareth, la
basílica de la Anunciación,
custodia franciscana en Tierra Santa, está llena de ángulos, aristas, es un
pesado mazacote, no me gusta, pero subo al piso de arriba y veo la luz que
entra por la cúpula llena de emes de María, en las paredes una virgen preciosa
de cada país tamaño XXL y la Paz…
De aquí vamos a Haifa,
subimos al Monte Carmelo, allí está la
Reina de los Mares, Stella Maris, nuestra Virgen del Carmen
en un santuario desde el que se ve ese mar Mediterráneo tan hermoso, tan azul,
¡que preciosidad!
Bajamos a San Juan
de Acre y corremos por los pasadizos abandonados por aquellos caballeros que un
día fueron a luchar por la Cruz,
los Cruzados, los Templarios, su último refugio en Tierra Santa fue este.
¡Emocionante!
A última hora de la
tarde boda en Canaán, nos casamos, ¡que bonita, que alegre ceremonia y que
felicidad se respira!.
Estamos muertos de
hambre, llegamos al hotel a cenar y ¡sorpresa!, la comida es kosher, además es Pascua, no hay alimentos con
levadura, nada de pan ni cervecitas, hay tortas y agüita. Bueno, ya sabes,”
donde fueras haz lo que vieras”….
Un nuevo día,
conoceremos los alrededores del lago, Cafarnaum, Tabgha, el monte de las
Bienaventuranzas, todo está relacionado con el que guarda las llaves del cielo,
San Pedro, “sobre esta piedra edificare mi iglesia”.
Embarcamos para
cruzar el lago, el capitán enarbola nuestra bandera, suena nuestro himno. Rafa,
caballero legionario, coge el micro y comienza a cantar aquello de…nadie en el
tercio sabia...quien era aquel legionario… un segundo después estamos todos de
pie cantando a pleno pulmón y rompiendo en aplausos, somos de Ceuta.
Esta tarde nos toca
subir al monte Tabor, “cierra los ojos, aprieta los dientes y no temas a la
muerte”….son curvas bien cerradas y muy pendientes, solo se puede subir en
taxis, los conductores pasan el día arriba y abajo a toda velocidad, es
indispensable, hay que ir.
Para acabar el día
me vuelvo a bautizar esta vez en el Jordán, David me pone Inmaculada, otra vez.
Mañana vamos al desierto,
camino de Jerusalén. Visitamos Qumram, nos bañamos en el Mar Muerto y comemos
en Jericó, la ciudad mas antigua del Mundo donde el diablo tentó a Jesús
durante 40 días.
Estamos llegando a Jerusalén, de repente aparece
el Monte de los Olivos, las cebollas doradas de la iglesia ortodoxa de la Magdalena sobre el
colorido pórtico de la basílica de la
Agonía; al otro lado, dentro de las murallas milenarias de
Jerusalén, la cúpula dorada de la mezquita de la Roca y la negra de Al-Aqsa,
que belleza Señor!.
Visitamos primero
el monte de Sión, El estuvo detenido en una fosa subterránea aquí localizada
mientras Pedro le negaba, en Gallicantu “antes de que el gallo cante dos veces
tu me habrás negado tres”. El lugar de la última cena, el Cenáculo, está a la
vuelta de la esquina, nuestros curas, David, Isidro y Álvaro, nos dirigen hacia
una pequeña iglesia franciscana muy cercana donde renuevan sus votos sacerdotales,
es muy emotivo verlos tan jóvenes, con esa enorme felicidad en sus rostros.
La mañana está
fresquita, vamos a las afueras, a Ein Karen,
aquí vivía Isabel, María la visita, las dos están embarazadas. No paro de
tatarear la Salve Rociera,
será por la borriquita que hay pintada con la Virgen a su lomo en el pórtico de la iglesia,
ole… ole…
Luego a Belén, a la Natividad y cuando por
fin, tras buen rato en la cola me acerco a la estrella de plata, escucho un
sollozo, es Tato, se ha arrodillado y la emoción ha podido con él, ¡un hombretón
llorando como un niño!,
Un ratito mas tarde
en el Campo de los Pastores voy a participar en la Eucaristía mas
entrañable a la que asistiré en mi vida, Isidro habla de la humildad pero quiere
que hablemos nosotros, está muy contento, igual que todos, Amalia, una señora
de 77 años empieza a cantar un villancico, los demás la siguen, tenemos la
alegría de la Navidad
en el corazón, estamos en Belén, no nos queremos ir de aquí.
No finalizamos el día
aún, unos cuantos paseamos por la ciudad vieja, queremos ver el Muro de los Lamentos
aunque sea casi de noche. Pasamos un control militar en el acceso y nos
encontramos en una explanada, a la izquierda el Muro, majestuoso en su
sencillez, todos esos hombres de negro con sus tirabuzones y sombreros balanceándose y lamentando la perdida de
aquel Templo. Las mujeres rezan aparte. Hacemos un par de fotos, creemos que
molestamos, hace frío. Ya volveremos con los demás otro día.
Ultimas visitas y
las mas emotivas: el Monte de los Olivos, es muy empinado, un muchacho me
quiere vender una ramita de olivo a la entrada del Pater Noster, un euro me
pide, y es que apenas hay olivos, mas bien cipreses, abetos, pinos, pero muy
pocos olivos. Rayani reza para nosotros el Padre Nuestro en arameo, se me
llenan los ojos de lágrimas, es el mismo sitio donde Jesús lo enseñó por
primera vez.
En Dominus Flevit, “El Señor lloró mirando hacia Jerusalén”, algo de la magia de
esa mirada debe quedar pues lo que estoy viendo
es realmente hermoso, la vista de Jerusalén desde lo alto del Monte de
los Olivos debería ser Patrimonio de la Humanidad.
Un poco mas abajo
el huerto milenario de Getsemaní junto a
la iglesia de la Agonía, enfrente, la Puerta Dorada, los
musulmanes la sellaron y colocaron un cementerio delante de ella, tiene guasa,
para que el mesías de los judíos cuando llegue, no pueda entrar.
Llega la tarde del
viernes, cientos, tal vez miles de personas en Jerusalén se disponen a seguir
el Vía Crucis por la Vía Dolorosa, es
impresionante, indescriptible. Empezamos en la Torre Antonia donde
juzgaron a Jesús y cruzamos las entrañas de la ciudad vieja camino del Gólgota
pasando por bazares, iglesias, mezquitas, capillas, etc. para acabar en el
barrio cristiano en el techo del Santo Sepulcro, donde una comunidad de coptos
etíopes tienen sus casas, es la mas pequeña y pobre de Jerusalén.
Por fin, la iglesia
de la Resurrección,
la del Santo Sepulcro, cientos de fieles
de todos los credos nos agrupamos en una fila
interminable con el fin de acceder unos segundos al Sepulcro de Jesús, un
pope ortodoxo vigila. Mas allá la
Lápida de la
Unción con sus maravillosas lámparas de aceite y unos
empinados peldaños que escalo para llegar al Gólgota, beso el lugar donde
dicen que estaba la Cruz, un símbolo de martirio
pero también de resurrección y de amor.
A la mañana
siguiente, muy temprano, a las 7 de la mañana vuelvo porque David va a dar misa en el altar católico junto al Calvario y
tengo la oportunidad de entrar otra vez en el Sepulcro gracias a un padre
franciscano que está en la puerta.
Es
tan diferente de la tarde anterior como el día lo es de la noche, me permite rezar
la oración que había oído el día anterior en su sonido original en aquella
cueva que no se si sería exactamente donde Jesús rezó el Padre Nuestro por vez
primera, pero si donde infinidad de creyentes la han repetido día tras día,
siglo tras siglo, como El la enseñó.
Publicacion el el pueblo de Ceuta pinchando
AQUI
fotos Tierra Santa 2010