Se lo pregunté a la recepcionista antes de salir del hotel por la mañana, queríamos visitar alguna bodega ya que estábamos en la capital del Rioja, Mariloli que era la experta en vinos y por tanto, encargada de elegir, aún tenía la tarea pendiente, ya era demasiado tarde. La chica nos comentó que mejor que ver una sola bodega a 30€ por barba lo suyo era irse al barrio de la estación de Haro de vinos. Todas las bodegas tienen su "wine bar" con tiendas donde venden sus productos. Allá que nos fuimos con nuestro superbólido, además en una de ellas contaban con cargador Tesla.
El tren vino a sustituir en medio mundo a mediados del s. XIX el método de transporte terrestre por excelencia hasta entonces: carretas tiradas por animales. La estación de ferrocarril de Haro era una mas de las construidas en la línea Tudela- Bilbao. Esto hizo que muchos empresarios riojanos se trasladaran cerca de las vías para tener mejor acceso al transporte de sus mercancías dando origen al "barrio de la estación". La historia de aquel apeadero de tren cambió cuando bodegueros franceses, asfixiados por sus penosas cosechas afectadas por el oidium y la filoxera, llegaron a Haro a comprar vino a granel, sin embotellar ni envejecerlo. En la foto de abajo uno de los toneles utilizados para el transporte de vino entre Haro y Burdeos, según reza en el cartel.
Los franceses construyeron sus almacenes en el mismo barrio de la estación a fin de facilitar las exportaciones, a la vez que ellos exportaban, los riojanos fueron adquiriendo conocimientos sobre fabricación, envejecimiento, embotellado... sapiencia francesa vinícola. Cuando los del país vecino retornaron a sus casas, los de Haro aprovecharon instalaciones, infraestructura y saberes adquiridos. Se construyeron nuevas edificaciones, los vascos invirtieron a saco en la zona de tal forma que a finales del XIX principios del XX, el barrio tenia ya la fisonomía actual, aunque también había por allí alguna fábrica de abonos, jabones y aguardiente. Hoy día constituye la milla de oro del Rioja, con bodegas centenarias como Rioja Alta, Muga, Roda, CNVE, López Heredia, Bilbaínas...
Llegamos al parking de las bodegas de "Rioja Alta" buscando el cargador y luego buscamos el "wine bar". Me dio la sensación de entrar en un vergel. La terraza situada a un costado del bar además de muy bonita estaba llena de gente por lo que nos acomodamos en una mesa alta del interior.
El local, bastante acogedor y bien decorado es bar y tienda, los productos se encuentran expuestos en estanterías al alcance de la mano con sus precios que no son baratos precisamente. Deben hacer caja porque la gente salía con botellas después de catar los vinos.
Varias chicas atendían al público. Pedimos distintos tipos de rioja de la carta, en concreto villa Ardanza, villa Alberdi, villa Arana y un Ribera. Para no liarnos, nos marcaron las copas escribiendo los nombres en la base.
Yo no soy muy de vinos, prefiero la cerveza, aunque debo decir que todos estaban ricos. Curiosamente el que mas nos gustó fue uno de los mas baratos, villa Alberdi fue el ganador. Para comer no es que hubiera mucho... tapa de ensaladilla, chorizo, queso, jamón... un picoteo, aquí lo importante son los vinos, aunque no hubieran venido mal unas cazuelitas de fabes o papas a la riojana...
Un rato después y viendo que se hacía tarde, cambiamos de bodega. Nos fuimos a las Muga, siguiendo la misma calle, un poco mas abajo. La terraza estaba a tope, hacia bastante calor aunque uno de los camareros nos encontró un rinconcito a la sombra. Mas vino y mas tapas, esta vez nos alimentamos de Muga reserva y mejillones, seguro que de algo más. Mi termómetro de alcohol hacia rato había superado los 40º y me quedé en blanco. He de decir que no estoy acostumbrada al rioja, ni al alcohol en general, mi medida son tres cañas, aun así me gustaron todos. Cuando cobran de 7 a 25 € la copa se nota muuuucho la calidad del producto.
Buscamos la tienda de Muga que estaba a unos 100 metros de distancia por la misma acera y nos encontramos con una locomotora preciosa de las de antes expuesta en la entrada del comercio.
El local es de alto standing, venden además de sus vinos, productos de belleza fabricados con el resveratrol de la uva y un montón de pijadas más. Mariloli compró sal, creo que no llegó a llevarse botellas, no recuerdo, yo ya andaba bastante entretenida con mantenerme en pie.
Llegando al hotel se me antojó un helado, tenia la garganta seca como el Sahara, miré google y me marcaba una heladería relativamente cercana. Fuimos andando con un calor asfixiante pero nada, cerrada. Acabamos comprando helados y agua en un supermercado de vuelta al hotel. Era hora de echarse una siesta y quitarse la morriña antes de irnos a Vitoria. Esa tarde teníamos previsto una visita a la catedral de santo Domingo de la Calzada y a Nájera para conocer el monasterio de santa María la Real pero nos dimos cuenta que estábamos a menos de 40 km de la capital vasca y decidimos cambiar planes.
Conocer la capital de Euskadi es empaparse en su historia, pasear calles medievales y comer, no te puedes ir de allí sin catar su gastronomía. Poco sabía de la capital vasca mas que allí encontraría el televisivo palacio de Ajuria Enea lugar de residencia de los Lehendakaris, que Ken Follet se inspiró para su "mundo sin fin" en la catedral alavesa y que Belén Rueda rodó la peli basada en la trilogía de la ciudad blanca aquí, en Vitoria. No había preparado nada, aquello fue totalmente improvisado, nos fuimos a la aventura armados solo con los móviles para buscar parking, lugares que ver y un restaurante para cenar.
Yo iba ciega y casi muda, mi love me había dado esa mañana un regalo por mi cumple de parte también de mis amados "filii": un reluciente iphone de ultima generación totalmente Borjamari. A mi, que me peleo a diario con los botones digitales de la vitro electrónica. Por la mañana cuando nos íbamos para Yuso, lo abandoné a buen recaudo, esperando volver a casa para hacer los cambios pertinentes y pasar un largo y aburrido invierno ensayando con el nuevo juguetito. No tuve esa suerte, me merecía un buen teléfono y mi cari hizo los cambios a mediodía, incluida la tarjeta. La liamos parda, no tenia ni idea de como funcionaba aquello. Perdí fotos, todos los wasap, varias llamadas...era hora de salir y la copia no se completó, o yo dije que no, o algo así fue lo que ocurrió. Estuve toda la santa tarde de morros. A los que me llamasteis y no conteste, llamadme otra vez, prometo cervezas hasta emborracharnos para olvidar.
El caso, teléfono nuevo versus cámara nueva, es lo único bueno que de momento he conseguido del iphone. Echo de menos la pantalla grande del Oppo, en este la letra es muy chica, ni si quiera veo sus mapas, prefiero google maps.
Aquella tarde el único que sabia donde ir fue el Tesla que encontró el parking APK2 cerca de la catedral de Vitoria a la primera. Había cargadores y dejamos al bichito allí comiendo. Salimos del aparcamiento por una boca que daba a la parte trasera de la catedral nueva, encontramos una fuente con un cocodrilo de manos y pies humanos. Un poco más allá nos cruzamos un rinoceronte a tamaño real. Y a partir de ahí comenzó el paseo.
La catedral de María Inmaculada, llamada por todos catedral nueva, es un edificio neoclásico construido en pleno siglo XX, le saqué un montón de fotos a sus gárgolas y a las vidrieras, que ya me habría gustado verlas a todo color por dentro. En el enlace de arriba hay mucha info. Resulta que la antigua catedral de santa María situada en el centro del casco viejo, ya no estaba en condiciones y decidieron construir la nueva cercana al parque de la Florida.
El centro estaba muy animado, lleno de gente, la tarde acompañaba para disfrutar del exterior. Tomamos un algo en la terraza del Casablanca, en una calle peatonal en obras, luego seguimos dando vueltas, pasamos por delante del Parlamento Vasco, otra vez la catedral, en el parque que la rodea una ambulancia atendía a una señora tendida en el suelo.
Cruzamos las vías del tranvía y giramos hacia el otro lado, dimos con la elegante plaza de la virgen Blanca, un recinto irregular atestado de edificios con balcones blancos como la nieve. Esta virgen es la patrona de Vitoria y en esta plaza que debe ser lugar de encuentro para los vitorianos, es donde se forman las bullas el día que baja por un cable ese personaje vestido de aldeano con un paraguas abierto, como Mary Poppins, es Celedón.
En la balconada de la iglesia de san Miguel, en la parte Norte de la plaza, se ve una figura de bronce que representa a Celedón. Como en mis fotos sólo se distingue ampliándolo mucho, he sacado esta de internet.
En el centro se levanta una monumento conmemorativo a la batalla de Vitoria con las tropas napoleónicas en la guerra de la Independencia. De allí cruzamos a la plaza nueva o plaza de España con el ayuntamiento en el centro.
Cuando nos dio por buscar un lugar para cenar aquello fue de chiste, llamamos a dos o tres que no tenían hueco hasta que dimos con uno que si y cuando llegamos se trataba de una hamburguesería. Como nadie quería hamburguesas, Jose llamó desde la misma puerta del local para anular la reserva y buscamos otro con buena puntuación. El que nos dijo que si se llamaba TabanKo, estaba en la zona antigua. Nos pegamos mas de 30 minutos dando vueltas para localizarlo cuando casi lo teníamos al lado. Íbamos en buena dirección pero nos metimos en los callejones del casco antiguo y el móvil se volvía loco. Preguntando, que se llega a Roma, nos liamos aún más. Unas señoras nos mandaron hacia un bar que acabábamos de pasar, allí no era, otro que hacia delante y a la izquierda, subiendo otra calle mas, otra escalera, vuelta atrás, hasta que por fin mi nueva maravilla decidió funcionar y nos llevó derechitos.
Era una taberna vasca de pinxos en la kalea Correría situada en una paralela de donde estábamos en ese momento, casi arriba del todo del casco antiguo y.... a tope de publico. No es tan difícil subir o bajar, hay ascensores y escaleras mecánicas para salvar las cuestas. Nos condujeron a un pequeño comedor muy coqueto al fondo del local donde cenamos de lujo, atendidos por un camarero muy competente. Pedimos calamares y alcachofas, carrilleras y algo mas, creo que ensaladilla rusa o puede que fuera bacalao... ummmhhhh fallan las neuronas.
Mas un postre de nombre muy rarito "goxua de sosoaga" que llegó con sorpresa. Dos numeritos, 6 y 5 que suman 11, los mismos años con los que me sentí cuando todo el local comenzó a cantar el cumpleaños feliz en españolo. Me hubiera gustado saber como sonaba aquello en Euskera. Mis queridos amigos me hicieron un regalo muy bonito que pronto lucirá en el porche de mi casa.
Hubo paseo nocturno por aquella zona super ambientada llena de tabernas y comercios castizos. Volvimos caminando por la calle Correría que acaba en la plaza de la virgen Blanca, La bonita iglesia de san Miguel estaba totalmente iluminada dejando ver la hornacina de la virgen en su portada. Retomamos dirección hacia la catedral y el parking. De nuevo dormíamos en Haro.
Vitoria nos encantó, es una ciudad alegre, limpia, hermosa, bien estructurada. La gente te mira sonriendo, se dirigen a ti en español, con amabilidad. Tiene una enorme oferta gastronómica, es fácil y cómoda de pasear y es la capital del país Vasco aunque en el terreno turístico compita con otras dos grandes ciudades, Bilbao y San Sebastián. Si llego a saber que está tan cerca de la Rioja hubiera buscado hotel allí, lo dejamos para la próxima.
PHOTOS del barrio de la estación y PHOTOS de Vitoria Gasteiz

No hay comentarios:
Publicar un comentario