No me gusta nada viajar en verano. Prefiero la playa, la sombrilla y la lectura, las sardinas y por supuesto, la cerveza fría. No hace falta nada mas para disfrutar un buen verano y ser feliz. Septiembre, aunque sea verano aun, es otra cosa. El calor ya no es tan inmovilizador, no hay tantísima gente disputándose una mesa en cualquier terraza de bar y lo mejor, es el mes idóneo para viajar tranquilamente por nuestro país.
Estábamos disfrutando de una tarde playera cualquiera cuando a mi vecino Jose (que no tiene nada que ver con el del anuncio) se le ocurrió decir que le apetecía hacer una ruta cercana, no muy larga para probar su nuevo Tesla. Tanto su mujer, Mariloli, como servidora, empezamos a enumerar lugares posibles y acabamos concretando la Rioja, comunidad autónoma ni cercana ni, por motivos ovios, de ruta corta. Claro que lo de cercano es relativo porque si miramos a Estocolmo o a Pekín, Logroño lo tenemos al lado y lo de corto, pues casi que lo mismo.
Repartimos tareas, yo me encargaría de planificar la ruta, Sarita de buscar alojamiento y Dña. Dolores de seleccionar bodegas riojanas para visitar. Como aún faltaban un par de meses para el día D y suelo cambiar bastante de criterio, siempre tratando de mejorar lo planificado, hubo cambios, bastantes, tanto de ruta como de fondas, entre otras cosas porque mi "love" decidió que no quería apartamentos, prefería hoteles y como veinte días antes de salir, no tuve mas remedio que meterme en Booking a la desesperada. En La Rioja andaban de fiestas patronales en muchas localidades y por tanto a tope de personal, poco sitio quedaba donde meterse.
Por fin llegaron las auténticas vacaciones, salimos un 4 de septiembre dirección a Almagro, nuestra primera parada y fonda. ¡Que ganas tenía! esto si son vacaciones, lo otro es cambiar el piso por la casa de playa pero con las mismas o mas obligaciones diarias.
Para despedirnos de la costa, paramos en Marbella a desayunar churritos en una cafetería situada en un barrio cercano a la autopista. No nos desviamos demasiado.
Del coche, aunque sea americano, no puedo decir nada mas que cosas buenas, es un ordenador con ruedas. Había calculado la ruta hasta Almagro y pidió carga en los supercargadores de Guarromán, provincia de Jaén. Nos llevó hasta allí y mientras la nave supersónica se abastecía de energía, nosotros nos comimos un pincho de tortilla y una cerveza en Andamur, el bar de la gasolinera a la que ya debemos llamar "estación de carga" para ser correctos.
No quedaba demasiado para llegar a destino. Unos 450km separan Manilva de Almagro, unos 110 km el pueblo manchego de Guarromán. Llegamos a la hora casi de la siesta con hambre de lobos. Aparcamos el superbólido cerca de la Plaza Mayor y buscamos algún sitio para aplacar nuestros rugientes estómagos. Acabamos sentados a la sombra, con un calor de mil demonios en el bar Quijote Gil. La carta era extensa pero teníamos un propósito, comer platos típicos de gastronomía manchega. Nuestra selección fue relativamente fácil: migas, quijotitos de berenjenas de Almagro en tempura, gazpacho manchego de carne y asadillo manchego. No llegué a probar el gazpacho, no me cabía un alfiler. Todo estaba riquísimo.
Terminado el almuerzo, volvimos al coche para dirigirnos al hotel , estaba deseando pillar la horizontal un ratito. La casa del rector hotel &spa fue nuestra elección. Una casa palacio reformada con mucho gusto, a dos pasos de la Plaza Mayor, habitaciones cómodas, buen servicio, muy tranquila y bien de precio. Dispone de garaje con un par de cargadores tesla aunque cuando llegamos, aquello no funcionaba. (lo arreglaron enseguida).
El hotel tiene dos partes, una de ambiente totalmente tradicional al uso labriego y la mas moderna totalmente minimalista. En esta, las paredes estaban forradas de cuadros alegres, modernistas, originales, algunos muy divertidos.
Serían chispa mas o menos las 6.30 de la tarde cuando volvimos a la guerra. Quedaba horita y media para visitar la zona noble de Almagro, el corral de comedias, la iglesia de san Agustín y el museo del encaje pues a las 8 echaban el cerrojo.
Almagro fue fundada sobre un castillo musulmán poco después de la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Su nombre se lo debe a un color, el "al-magra" el de la arcilla roja del lugar. En el s. XIII la Orden de Calatrava puso sus ojitos en la villa otorgándole fueros confirmados por el rey Fernando III el santo. Esta zona ocupada por los "calatravos" empezó ser top ten de tal manera que Alfonso X el sabio convocó cortes en Calatrava allá por el 1273. La city pasó a manos de la corona castellana unos dos siglos después y el empujón definitivo se lo dio el emperador Carlos V cuando debido a sus problemas financieros se trajo a varias familias de banqueros y administradores alemanes a tan ilustre villa para controlar las explotaciones de las minas de Almadén que les había concedido a cambio de los dineros. Fugger, Welser, Xedler son apellidos inscritos en las paredes de casas solariegas almagrenses.
Empezamos nuestro viaje en el tiempo por el emblemático "Corral de Comedias" del siglo de Oro. Cruzar el umbral es transportarse al pasado de Lope, Cervantes, Quevedo, Calderón, Tirso de Molina y tantos otros. Una compañía de teatro ensayaba en el escenario la obra "Isabel" . Nos dijeron que a las 9 de la noche estrenaban. ¡Que coraje me dio! cuando busqué en la web solo informaban de las representaciones en fines de semana, nada de aquel jueves y sin embargo, allí estaban. Una de las actrices se acercó a nosotros para animarnos a acudir mas tarde. Por supuesto D. Faustino se negó y el resto prefirió ir a cenar algo.
El corral es el único en Europa que conserva su estructura original desde el s. XVII. Un auténtico testigo mudo de la historia del arte escénico del siglo de Oro español. Una losa en la entrada le pone fecha de nacimiento, 1628. Son 400 años de cultura, de arte por los cuatro costados. Inicialmente en el lugar se hallaba la posada "el mesón del Toro", que disponía de un pequeño escenario para entretener a los viajeros. Mas tarde se amplió. Según el rango social, los espectadores se situaban en distintas localizaciones al rededor del patio central. Los hombres se apretujaban en el patio, llamado "patio de los mosqueteros", las mujeres en "la cazuela", una grada situada al fondo del primer piso. Los mas pudientes en los corredores laterales donde ya podían estar juntos ambos sexos. El clero y nobles en el segundo piso al fondo, sobre la cazuela. El éxito de la obra la decidían los ocupantes de baja estofa, es decir los del patio de los mosqueteros y la cazuela.
En la década de los 50 del pasado siglo se inauguró el festival del teatro de Almagro que se celebra en plena canícula manchega del mes de julio y ya va por su 48 edición. Un festival lleno de arte y de turismo que pone a la preciosa ciudad en el punto de mira de nacionales y extranjeros.
Se nos hacía tarde, nos quedaba como 45 minutos para conocer otros dos lugares incluidos en la entrada adquirida en taquilla. Corrimos hacia la iglesia de san Agustín situada en otra esquina de la plaza Mayor, junto al ayuntamiento, debo decir que una de las plazas manchegas mas bonitas que he visitado. El color verde de la carpintería de los ventanales acompañado de las columnas toscanas que sostienen los soportales da un aire añejo especial. Al fondo, la figura ecuestre de Don Diego de Almagro, conquistador de Perú y gobernador de Chile.
La iglesia formaba parte del convento agustino del Santísimo Sacramento del s. XVIII fundado por Dña María Figueroa para los agustinos recoletos lo que originó mas de un inconveniente con los jesuitas que no querían a los del hábito negro en la zona. Hoy día es lo que queda del convento, el resto se demolió poco después de la desamortización de Mendizábal. La iglesia fue salvada por el pueblo a través de su ayuntamiento que la compró.
También sufrió daños aun visibles por el terremoto de Lisboa. El altar Mayor fue destruido en la guerra civil, como no. Conserva la solería original donde se aprecia alguna que otra cruz de Calatrava.
Está desacralizada aunque su belleza barroca enamora y conmueve a primera vista. Mantiene restos pictóricos en los muros de alegres colores que juegan con la luz de ventanales altos. Los corazones en llamas atravesados por la flecha, emblema de la orden agustina aparecen por doquier. Se puede subir a la torre para contemplar buenas vistas de la plaza mayor y el pueblo. es un bellezón que no hay que perderse.
Para mas info: folleto iglesia san Agustín Almagro
Nos quedaba menos de 20 minutos para completar el trío de tres. Lo mas cercano e inusual era el encaje de bolillos de Almagro así que nos fuimos al museo del encaje, también situado en la plaza. Lo del encaje de bolillos es puro arte y tradición. Llegado de Flandes con el emperador Carlos, el campo de Calatrava lo acogió como propio y lo incluyó en sus genes hace mas de 500 años. Hoy día es una actividad destinada a desaparecer si no se cuida. Nos atendió una señora muy amable con la que echamos una buena parrafada sobre el Campo de Gibraltar y el mundo mundial y nos indicó el recorrido.
Desde vestidos, velos, camisas, paños, manteles, cuellos...muchos de ellos cedidos por particulares, hasta un taller donde deben mantener viva la moribunda tradición. Bolillos de marfil, de madera, de cerámica.... almohadones para pinchar la labor. No dejaban hacer fotos, será para no copiar los diseños.
Hacia calor, pero ya que estábamos, teníamos obligación de conocer mas de cerca casas nobles de buena familia con blasones. Los condes de Valparaiso, los Xedler, los Fugger, Torremejía... un paseo que nos llevó por un precioso barrio lleno de portones y balcones barrocos sin un alma en la calle, solo cuando pasamos ante los baños árabes, un señor salió a darnos papelitos de propaganda. Se nos quedó en el tintero el convento de la Encarnación, y cosas varias, la próxima vez será.
Llegó el momento, era hora de refrescar las secas gargantas. El lugar elegido fue recomendado por nuestro hijo Fausti que había estado allí con el equipo del Ceuta femenino: La Buha y el buo. Google nos llevaba al restaurante el Corregidor y es que la cosa tenia trampa. Entrando, a un lado el restaurante, al fondo y en el patio, el local de tapas y copas. Muy agradable, aunque recién abierto, el servicio dejaba que desear. Nos pedimos unas cervezas que vinieron acompañadas de papas asadas con bacon. A Mariloli le echaron una jarra encima, menos mal que hacia calor. Luego pedimos la carta, comimos torreznos y pulpo al horno, muy sabrosos ambos.
Ya llegando las 12, después de un día cansado de viaje y visitas, nos encaminamos al hotel que ya era hora, al día siguiente teníamos bastantes kilómetros hasta llegar a Haro.
las FOTOS de ALMAGRO pinchando en el enlace.
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