Abadía del Sacromonte |
Una de mis tareas archivadas en carpeta de pendientes era conocer de cerca la abadía sacromonteña y debo decir, una vez cumplimentada, que ha sido todo un descubrimiento.
Estaba avisada por amigos y peregrinos: "te va a gustar", y me gustó, ya lo creo que me gustó. El enorme monasterio que siempre contemplé en la lejanía enclavado en el valle de Valparaíso, por fin quiso cruzarse en mi camino y se dejó descubrir. Tan "extramuros" se encuentra que siempre lo hemos dejado para otro día, hasta que este sábado dijimos: "vamos" y fuimos.
Subimos en coche particular, hay que dar una vuelta enorme para llegar, en Granada es complicado circular, mejor coger un taxi que, en nada, te deja al pie del recinto porque puede atajar por el Albaicín y el Sacromonte. Otra opción es subir andando, una buena caminata, pero con buen tiempo... ¿quién dijo miedo?, aunque lo mejor es subir en taxi o bus y bajar andando. Son siete cuestas y tardas unos 40 minutos en llegar a Plaza Nueva pasando por el Sacromonte, el Albaicín y la Carrera del Darro.
La abadía es una joya granaína de pura cepa, llena de historia, tesoros y misterios. Se alza sobre una ladera del Sacromonte, que en época medieval (musulmana), se llamaba colina de Valparaíso. Aquí existían unos hornos de cal romanos que en tiempos de Nerón los utilizaron también para entretenerse en achicharrar piadosos insurgentes y demás rebeldes a la causa romana.
A finales del siglo XVI (mil quinientos noventa y algo) en esta ubicación se descubrieron un montón de huesos atribuidos a los primeros mártires cristianos de la Bética y junto a ellos, los Libros Plúmbeos. Entre los primeros, los restos del primer obispo de Granada y patrón de la misma, San Cecilio, un árabe cristiano que acompañó al apóstol Santiago en la evangelización de Hispania. De las doscientas y pico planchas circulares que conforman la biblioteca de Libros Plúmbeos, poco que decir mas que son bastante interesantes por su intención de conciliar Cristianismo e Islam, sean o no falsos. Recordemos que lo de no ser cristiano católico en España por aquellas fechas tenía detrás a la Santa Inquisición.😓
El revuelo que se lio cuando aparecieron los huesos y los libros fue tal que los cristianos del momento empezaron a clavar cruces por todo el camino desde la ciudad hasta el enclave que nos ocupa, formando un Viacrucis con más de 1200 cruces y pronto el monte se consideró sagrado, Sacro Monte, erigiéndose una pequeña capilla en el lugar dedicada al Santo Sepulcro.
Por otro lado, eso de confraternizar con el Islam después de tanta conquista, Reconquista, Inquisición...como que no. Los ecos del escándalo llegaron al Vaticano, quien reclamó las placas plúmbeas para su estudio. Cómo el jaleo no paraba, el Papa Inocencio las declaró falsas (falsas del s. XVI, claro, que tienen sus añitos) y las metió en un cajón, hasta que Ratzinger en el 2000 las devolvió a la archidiócesis granadina.
La abadía tal como la conocemos hoy se empieza a construir en los albores del XVII con un proyecto mucho mas ambicioso del que nos ha llegado, auspiciado por el entonces arzobispo de Granada, Don Pedro de Castro y Cabeza de Vaca.
claustro |
Los planos guardados en el museo contemplan cuatro claustros y una enorme iglesia, la actual colegiata correspondería a su sacristía. Nunca se llegaron a construir. Tampoco albergó ninguna comunidad de monjes, aunque si un "colegio viejo", el de san Dionisio, institución dedicada a la vida espiritual, intelectual y educativa, que puede considerarse como la primera universidad privada española.
La entrada para conocer la abadía incluida iglesia, museo y santas cuevas cuesta 5€. Dan opción a descargarse una aplicación donde puedes hacer la visita como si llevaras audio guía. Allí no llega cobertura por lo que hay que servirse del wifi gratis en la zona de recepción- taquilla.
Entramos directamente al único claustro existente. Un abeto natural del que cuelgan algunos adornos navideños es la señal del tiempo e que estamos. Es un lugar tranquilo, silencioso, vestido con macetas, naranjos, una fuente... en el piso superior, los balcones se guardan del sol con persianas de cañizo. Estas zonas monacales están dedicadas a la oración, al estudio, a la reflexión. El agua mana del surtidor con su sonido alegre, cristalino, el suelo empedrado al estilo granaíno, dibuja cuatro guerreros que representan los cuatro continentes entonces conocidos. Entre las columnas toscanas, presidiendo los arcos centrales de cada galería, apreciamos el escudo de Salomón (la estrella de David) emblema de la abadía, que aparece montones de veces en los Libros Plúmbeos. También el escudo del fundador, D. Pedro, responsable de elegir el sello del rey Salomón como emblema abacial al ser considerado símbolo de sabiduría. Lo encontramos por todas partes: claustro, iglesia, suelo, bancos, ropa ceremonial de los sacerdotes, molduras, retablos, esculturas...
Los letreros numerados conducen a la iglesia, es una colegiata, blanca, luminosa, no muy grande, ampliada hace unos 300 años de una nave a las tres actuales. El retablo es espectacular, barroco, exuberante. En el centro, la Asunción de Maria, identifico un poco más abajo a Santiago apóstol y a San Cecilio, tras las rejas del piso inferior se guardan las reliquias de este. Del resto de acompañantes nos dice la aplicación que son mártires cristianos hallados en las cuevas. En este altar aun se celebra la misa por el rito hispano-mozárabe el 1 de febrero, fiesta y romería del santo.
inmaculada de Guevara |
Al volverme, sobre la puerta por la que hemos entrado, veo un enorme cuadro de la Inmaculada, es la original de Juan Niño de Guevara. Preciosa, flamenca, barroca, guapa, guapa y guapa. La presencia de la Inmaculada es constante en la abadía. El temita del dogma de la Concepción de María estaba de moda en el siglo XVII y aqui eran muy muy de la Virgen. El lema de la abadía es : "a María no tocó el pecado primero", frase extraída de los libros plúmbeos por D. Pedro.
Atrás, arriba, sobre la puerta principal de la colegiata está el coro, con un facistol y un órgano. Abajo a un lado, la pintura del milagro de San Cecilio y al otro lado una reja y un cristo...¡ madre mía! ¡el Cristo de los Gitanos! Nunca lo había visto tan cerca... es...perfecto. Su rostro es sereno, los ojos están cerrados, unas gotas de sangre manan de las manos, pies y heridas del costado y de la frente. el cuerpo está vencido, acaba de morir. Los granadinos lo adoran pero es en el Sacromonte donde mueren por él. Es un crucificado de cuatro clavos, como los de Zurbarán o el maestro Pedro Pacheco y su discípulo, Don Diego de Velázquez. La virgen del Sacromonte, su madre, lo acompaña. Ambas imágenes son titulares de la Hermandad del Cristo del Consuelo que procesiona en miércoles santo en Granada.
La aplicación instalada en el móvil conduce nuestros pasos hacia las Santas Cuevas, cruzando antes el patio del Sagrado Corazón, una colección de esculturas de bronce fundido de motivos religiosos un tanto estrambóticas se distribuyen en el patio. Pertenecen a la fundación Mapfre y las firma el escultor Venancio Blanco. Tienen su puntito. Jugamos a reconocerlas: la Santa Cena, San Sebastián, Santa Teresa, una piedad, la Anunciación, San Francisco...
entrada a las Santas Cuevas |
Llegamos al origen de la abadía, las Santas Cuevas, lugar del hallazgo de libros y restos humanos. Se entra por una capilla con altar de azulejos sevillanos a un lado, y al otro, una bonita pila bautismal tras la que vemos al crucificado que debe ser el que sale en procesión en Semana Santa, el original ni se lo deben plantear. El altar guarda dos urnas con dos jóvenes adolescentes mártires, reliquias regaladas por el Vaticano a la abadía. Una escalera protegida por una reja bajo el altar de la capilla bautismal, abre paso a las entrañas de la tierra. Entre la palidez de los jóvenes mártires, el fresquito que hace aquí, la estrechez de la entrada que se ve al final de los altos escalones que descienden hacia ella, la reja... la sensación es un tanto "sombría". El espacio es estrecho, casi agobiante, me recuerda las galerías de las catacumbas que visitamos hace años en Roma, no hay mas luz que la de unas lamparitas titilantes que se encienden cuando pasamos.
Entre corredores angostos se llega a unas ampliaciones abovedadas, varias capillas construidas aprovechando espacios naturales: capilla de la Dolorosa, capilla de Piedra (hay que tocar la piedra), capilla de Santiago (aquí se celebró la primera misa en la Hispania romana s. I). En una de ellas, llamada el horno de San Cecilio, un busto del obispo y la cruz de San Juan de Dios que portaba cuando pedía limosna en Granada.
Al final, unos espacios más amplios, encalados con puertas al exterior, nos indican que estamos en lo que fueron las dependencias originales de los primeros s frailes que habitaron el lugar. Esta zona da a una amplia terraza con suelo de chinos, un fantástico mirador hacia el valle de Valparaíso que alberga en la parte posterior el cementerio de la abadía, el de los canónigos.
Volvemos por donde hemos venido aunque antes, echamos un ojo al cementerio de la abadía.
Llegamos al patio de la estrella (de Salomón), así llamado por el dibujo que forman los chinos del suelo. Es el entorno del colegio viejo, donde residían los estudiantes de latín, hebreo, árabe, derecho civil, eclesiástico... lo dicho, la universidad privada mas antigua de España. En el s.XIX se construyó el colegio nuevo que salió ardiendo en el año 2000 y anda aún en rehabilitación, lo quieren convertir en hospedería.
El museo consta de cuatro salas bien diferenciadas y bien cargaditas. Nada más entrar, descubro unas planchas de imprenta en la pared que me suenan mucho, muchísimo. Me quedo mirándolas hasta que se enciende la luz en mi cabecita, corresponden a la plataforma de Vico, uno de los primeros planos de la ciudad dibujados por el constructor de la catedral de Granada, Ambrosio de Vico. Di con ella hace algunos años en la web de la UGR, dejo enlace: plataforma Vico se puede ver en alta resolución. merece la pena darse un paseo por este plano y reconocer las principales calles y edificios de la ciudad hace unos 400 años.
Junto a las placas, algunas muestras en facsímil de los famosos libros plúmbeos, cajas de plomo, las piedras con los huecos donde estaban guardados y enterrados. La verdad es que el recorrido en este pequeño museo es bastante interesante pues hablan de toda la historia de este descubrimiento y acontecimientos posteriores.
Libros Plúmbeos |
Nuestra visita acabó aquí, luego nos fuimos a comer muy cerca, al Caldero, en el Fargue, que no es que se coma bien, se come mejor. En la terraza se estaba de lujo, al solecito. Poco público al principio, pero en cuestión de media hora empezó a llegar gente y aquello se llenó. Me pedí un pastel de berenjenas que estaba de 10. Mis acompañantes se decidieron por probar los solomillos y chuletones, exquisitos también. Muy recomendable el lugar tanto por la calidad de la comida como el precio y el servicio. Fue una mañana muy bien aprovechada. Sensacional la visita a la abadía, estupendo el restaurante y fabulosa Granada, como siempre.
Para ver fotos de la abadía: abadía del Sacromonte
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