lunes, 23 de agosto de 2021

verano 21, románico palentino

Si calor hizo el viernes, el sábado fue aún mas sofocante. Nos levantamos tempranito para desayunar antes de ponernos en ruta hacia el Norte,  hacia la montaña palentina. Doña Carmen y yo, que somos tempraneras, salimos del hotel casi con las claras, rumbo hacia el mercado de abastos, ejemplo de ingeniería modernista. 
Vuelta de reconocimiento por su estructura de hierro forjado sin soldaduras y repaso a las cristaleras, estudio de ofertas mercantiles y cruce al otro lado de la calle donde las monjas de clausura, el monasterio de Santa Clara, otro imperdible de Palencia, sobre todo por su historia, relacionada con los almirantes de Castilla y lugar de residencia del milagroso Cristo yacente de las clarisas del que cuentan las lenguas locales, le crece el pelo.
 


Salimos direccion Norte y por poco, no nos salimos del mapa. San Andrés de Arroyo fue la primera estación, a una hora, chispa mas o menos, de la capital. Momento de reencuentro con nuestro querido padre Isidro al que hacía también un par de años que no veíamos. Otro que anda igual o mejor, se nota que le sientan bien los aires madrileños.



 Llegada justo a la hora de quedada, 12,30h, foto en el rollo de justicia a la entrada del monasterio donde la abadesa ejercia su derecho de horca y cuchillo. La misma monjita que con sus montones de años nos guió por el emblemático monasterio hacia cuatro años, Sor Angélica, intima amiga de la madre de Isidro, continuaba allí al pie del cañón, mostrando las bellezas cautivadoras del claustro quizás mas exquisito y femenino del románico, la puerta de las conversas, la cillería del convento, su iglesia o su sala capitular. Esta vez si pude hacer fotos, ya dejan, y lo agradecí, fue un placer añadido. Nos vinímos  cargados de "raquelitos", pastas finas de te y productos varios que elaboran las 8 hermanas que aun residen en este monasterio. ¿Qué pasará cuando falten ellas? Penita me da pensar que esto ocurra, se perderan tradiciones, historias, recetas y sobre todo una manera de ser y contemplar la vida, la monacal.




El siguiente stop es en Olleros de Pisuerga, Isidro nos conduce hasta la iglesia rupestre de los santos Justo y Pastor. Mucha gente andaba por allí y es que celebraban bodorrio. El "guardian de las llaves" no nos deja acercarnos ni a las escaleras, vayamos a "salir en las fotos". Con semejante animal y secuaces de los novios intimidando a gente ajenas al pueblo, debimos conformarnos con unas cuantas fotos de lejos y cambiar el tercio. Nos vamos a Aguilar de Campoo, el pueblo de las galletas Gullón y centro cultural del románico. En el enlace dejo nexo a un blog con montones de fotos del interior de la capilla ya que no pudimos disfrutarla.
Aguilar es una ciudad donde reside la ciencia del románico mas exclusiva. El monasterio de Santa María la Real se convirtió en la guarda y reserva del románico español. Desde su web se puede navegar a la pagina de romanicodigital.com, una enciclopedia gratis de románico(pinchando en el enlace). Recomendable echar un vistazo a sus "rutas del románico", especialmente las de la provincia palentina.


A Aguilar llegamos justo a las 2 de la tarde, con la intención de visitar al menos la ermita de Santa Cecilia otro perfecto ejemplo del románico norteño. En la cuesta nos cruzamos a un señor que bajaba, probablemente el cuidador. Cerrada, tampoco pudimos entrar, así que, fieles a nuestras costumbres, fuimos derechitos a la plaza Mayor buscando bar para consolar penas. Encontramos una explanada muy ambientada, todas sus terrazas porticadas a tope de gente buscando cervecita fresquita, que bastante calor hacía a pesar de andar en las alturas. Presidida por la colegiata de San Miguel, es una plaza magnífica, rodeada por las galerias blancas de viviendas históricas, bajo las que daría gusto estar a mediodía con otras temperaturas. 

Habiamos quedado a comer a las 3 en el Cholo, en Brañosera, primer ayuntamiento de España, aun más al Norte. Tardamos una media horita en llegar y el fresco esperado seguía sin aparecer. Si que lo hacen Alvaro y Chechu, otros dos antiguos amigos y compañeros de viaje.
Es curioso como en plena montaña palentina, practicamente a los pies de los Picos de Europa, la especialidad gastronómica del pueblo sea el marisco. Nos sirvieron un arroz con bogavante de 10,  lo mejor que he catado en mucho tiempo, además de cecina (que encargamos al dueño) y unos chuletones a la brasa de a kilo y cuarto por lo menos. ¡Cómo se come por estas tierras!

Tras tan pantagruélica comida, unos deciden ir a caminar por el sendero que lleva a las pozas y otros permanecemos en posición sedente, sin poder menear un dedo entre el calor y la opípara comida.
Sobre las 7 de la tarde levantamos campamento para acercarnos, de camino al otro restaurante del pueblo, al ilustre Ayuntamiento y ver de cerca su fuero, firmado por el conde Munio Nuñez en el año 824.
 Había una exposición fotográfica de un lugareño con algunas vistas espectaculares del pueblo y alrededores. Isidro se despidió aquí de nosotros prometiendo volver a Ceuta algún día. ¡Que sea pronto pater, se te echa en falta!.
Llegados al San Roque, ya nos dieron las nueve y las diez y las once.... Y es que no tenemos fin. Copas, cervezas, mas cervezas y "algo pa picar". Mas cecina y quesos que algunos prefirieron a los del Cholo. A mi me gustó mas la de por la mañana. A esas horas si que refrescó, por fin echamos mano a los chubasqueros. Fraternizamos con familiares y amigos de Chechu, brañoserense de nacimiento y con su madre que también apareció por allí y nos contó que prefería residir en el pueblo aun en el frío invierno. Recordaba  gente de Ceuta que visitaba la zona hacía años con un antiguo cura, Don Gonzalo. Por cierto, recuerdos entregados a la familia interesada. Les ha hecho mucha ilusión saber de los brañoserenses despues de tanto tiempo y prometen volver.
Pasada la hora en que las carrozas vuelven a convertirse en calabaza llegamos al hotel con las pilas agotadas. A pesar de todo, algunos valientes visitaron El Portal. Y hasta ahí puedo escribir.

Domingo 15 de agosto, día de la Virgen y fiesta de guardar en toda España. Hoy nos desplazamos también al Norte, pero no tanto, para conocer el románico del Camino de Santiago que atraviesa la provincia de Palencia.
Las chicas madrugadoras buscando un lugar para desayunar, nos topamos con el sacristán de la iglesia del antiguo convento de San Francisco. El hombre, muy amablemente, nos invita a pasar, enciende las luces de la iglesia, de la sacristía y casi que nos colamos hasta la cocina. Una joya singular en el centro de la capital. Nombrar el osario, a un lado del deteriorado claustro que como no le pongan solución, no aguantará mucho más. También precioso un sepulcro de madera aún  policromado que perteneció a algún noble benefactor y el techo de la sacristía una obra de arte mudéjar.



Cómo era temprano, continuamos a San Lázaro, iglesia mucho más reformada y amplia que la anterior, antiguo lazareto de leprosos de la capital. De aquí a la Plaza Mayor presidida por el Ayuntamiento y adornada por una escultura de Berruguete, alli dimos cuenta de un desayuno como Dios manda en Don Jamón y luego fuimos a espurgar entre los puestos de batiburrillo que anclaban por la plaza esa mañana. Nos encontramos de nuevo con el sacristán y estuvimos un rato charlando de lo que no es y pudo haber sido. Carmen encontró para su colección una bocina de motocicleta antigua muy chula.

Ese día quedamos para salir a las 11.30 dirección Norte aunque, azares del destino, una embestida sin querer de un SEAT con un señor mayor sorderas al volante, transfiguró en bollería de la buena la puerta delantera derecha de nuestro coche. No quedó mas remedio que hacer parte amistoso y salir un poco más tarde.


La villa romana de la Olmeda cerca de Saldaña es y será siempre un descubrimiento visitarla. Una mansion de lujo del bajo imperio que evolucionó con sus moradores hasta desaparecer bajo campos de cultivo.  Maravillosos mosaicos, la amplitud, distribución...es fácil adivinar el día a día de sus habitantes. Está vez me compré un libro para enterarme bien de todo. Merece la pena picar el enlace y viajar en el tiempo para descubrir como vivían aquellos romanos en su mansion de mil y pico metros cuadrados en medio de campos palentinos. 
A continuación paramos en Saldaña, a la que hacíamos tranquila y paseable y encontramos repleta de locales y visitantes. No cabía un alfiler. Celebran mercadillo de antigüedades y cosas varias un día al año y era este. Conseguimos mesa en una terraza para tomar una cerveza rápida antes de ir al restaurante Estrella del bajo Carrión en Villoldo. 



Se trata de un hotel regentado por tres hermanas del pueblo que tienen también otro restaurante llamado Villoldo en Madrid, creo recordar en la calle Lagasca. Nos sentaron en una mesa tipo ducal cinco a cada lado, para evitar contagiarnos...ni hablando fuerte nos enterabamos de lo que se cocía en el fondo Sur.  Las alubias riquísimas, el revuelto de setas con foie espectacular y el cochinillo, aunque no lo probé porque ya no podía más, decían los chicos que muy rico también. Detalle, el pan de masa madre y castañas, los tomates de su huerta y todo así de elaboracion casera artesanal. Nos cambiaron los platos lo menos cinco veces. Faustino decia que eran platos de "visto y no visto". ,.Comimos muy bien aunque cobraron también muy bien. Los postres de sobresaliente, en especial un helado que sirvieron riquisimo. Nos comentó Mina que frente al hotel restaurante se encuentra la mejor pastelería de la comarca, las tartas de cumples las encarga aqui. confiteria de Villoldo



De  Oca a Oca y tiro porque me toca, de Villoldo a Villalcazar de Sirga, comienza la parte románica del Camino. Fuerzas telúricas, campos magnéticos, caballeros templarios, peregrinos y milagros, Santa María la Blanca es quizás de las mejores iglesias del Camino en Palencia, una construcción templaria con mucha, muchísima historia. A medio camino entre Carrión y Frómista, Villazcazar es un alto en la etapa del caminante. La robustez de sus muros, las múltiples arquivoltas del pórtico doble, las estrechas ventanas....evocan otra época en la que transitar por estos lares era sumamente peligroso y los templos fueron refugio de peregrinos. Una belleza la virgen Blanca junto a los sepulcros que inspirara las cántigas de Alfonso X el Sabio, también su retablo mayor



La señora que cobraba la entrada aún no debe tener nada claro si Sergio era normal o...pagaba 50 céntimos. Creo que no se me va a olvidar en la vida. ¡Que risa más floja me entró!



A Carrión llegamos con la intención de acudir a la misa del peregrino  a las 7 de la tarde en Santa María del Camino. Ni se celebraba en la reconocida iglesia románica, ni fue peregrina. Era en San Andrés, en la otra punta del pueblo. Corriendo hacia allí, nos cruzamos con el espectáculo del pórtico de la iglesia de Santiago obra cumbre de la escultura románica hispana. Un maravilloso friso donde se aprecia el Pantocrátor rodeado de los evangelistas tetramorfos y todos los apóstoles reconocibles por sus símbolos.Actualmente alberga el museo de arte sacro.



 Por lo menos cumplimos con el precepto del día, aunque de aquella manera. Volvimos hacia Santa María del CAmino o de las Victorias, dando un paseo con la intención de visitarla. Negativo. Exponen "las edades del hombre" y acababan de echar el cerrojo según nos informó una antigua alumna del San Agustín que ni nos dejó asomar los bigotes por el quicio de la puerta. Tampoco hubiéramos visto mucho, este tipo de exposición suele tapar todo lo mejor de estos recintos. 


Dejo video sobre esta exposición en Carrión de los Condes: 

Este templo, además de ser un icono en el camino, guarda una joya preciosa, un crucificado muy especial, la cruz tiene forma de pata de oca, además de la talla de Santa María de las Victorias


Además está llena de símbolos que refieren las victorias sobre los moros, algunas como la de las 100 doncellas representadas junto a los toros en la fachada de la iglesia.

Propuse un café en el monasterio de San Zoilo donde pernoctamos la última vez que anduvimos por estas tierras. La cafetería estaba llena y mientras nos acomodaban, fui a dar una vuelta por el jardín cámara en ristre. Entré por el hotel dirección al claustro que ya no admitía visitas pero me crucé con unos señores que salían del museo. Llamé a Carmen que también disfruta estás cosas y nos colamos por el museo del que pasamos al claustro. Sin palabras. De esas cosas que te dejan mudo. Nos hicimos un selfie con las nervaduras ducales u obispales de fondo para mandarla al grupo y a los dos minutos escuchamos la voz del padre Alberto hablando con la recepcionista asegurándole que nosotras íbamos con él, sacerdote agustino y no sabía por donde habríamos entrado.  Muertas de risa oyendo la conversación nos hicimos las guiris hasta que Alberto se nos unió para terminar la visita, claustro, museo e iglesia incluidos.


De Carrión regresamos al cuartel general. Ya no había tiempo material para acercarnos a Frómista, quedaría en el tintero para mañana, pero sí que teníamos la última oportunidad de volver a la Mejillonera a por unas bravas que supieron a gloria.







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