noche de San Juan (web conoceceuta) |
Anoche, a las tantas, mientras andaba ojeando fotos antiguas, me encontré con una de Viena del año 87 en la que estábamos un grupo de amigos y compañeros de carrera, Mariola, Jorge, Alberto, Inma Belón y yo, sentados a la sombra del museo de las artes vienés, charlando con unos españoles que conocimos allí. Eran de Madrid y Toledo, ingenieros con la carrera recién terminada, andaban trabajando en la antigua Yugoslavia de Tito, al otro lado del Telón de Acero. Los fines de semana salían de excursión por la parte "buena" de Centro Europa. La alternativa era morirse de aburrimiento en la "parte mala", -"y eso que es bonito el país"-, decía uno de ellos. Contaban, que era mucho mejor salir de los países comunistas y viajar por Austria, Suiza, Alemania y sobre todo Italia, a pesar de la "belleza bestial" del otro lado. Nos hablaron del control, del "gran hermano" que vigilaba los movimientos de todos los ciudadanos y más de los extranjeros, de la carestía, de los problemas políticos, económicos, religiosos... -"y solo es lo que nosotros percibimos" - decía el otro. La punta del iceberg, lo que se conocía en Occidente del comunismo yugoslavo en una España ochentera que afianzaba su democracia. Estaban deseando volver a la madre patria y todavía les quedaban dos años. Ellos fueron los que nos hablaron de Praga, de lo tristemente aburrida y hermosa que era. La habían visitado en enero, unos seis meses atrás, pasaron un frío de narices. En la casa donde se alojaron no había más calefacción que las chimeneas de leña, que escaseaba.
Pasamos un día muy agradable en su compañía y esta foto quedó para el recuerdo (yo soy la cabecita que asoma tumbada a la izquierda).
¡Cuánto cambió aquello en cuestión de dos años!. Los checos venían de cuatro décadas de opresión soviética tras el golpe de estado comunista del 48. En los años sesenta, la "democratización" del régimen estalinista, la efímera "primavera de Praga", fue brutalmente reprimida por el Pacto de Varsovia, aunque muchos ciudadanos no renunciaron a esa idea del "socialismo con rostro humano", entre ellos, Vaclav Havel, uno de los firmantes de la "Carta 77", la reivindicación de los derechos humanos básicos.
El Muro cayó el 9 de noviembre del 89 y detrás de él, como fichas de dominó, uno a uno se fueron produciendo estados de derecho, proclamaciones de independencia, escisiones y guerras, también estas, por desgracia, en el centro del continente más viejo y más tolerante. Este año 89 fue trascendental para toda la Europa Central y del Este.
En Checoslovaquia, unos días después de la caída del muro, el 17 de noviembre, el movimiento de jóvenes comunistas de Praga, organizó una manifestación autorizada en conmemoración de los estudiantes que en el 39 ejecutaron los nazis, sin embargo, la policía les dió la del pulpo. Esto fué el principio del fin, todos los días, los jóvenes salían a la calle, cada vez acompañados por más gente: disidentes, artistas, ciudadanos en general, hasta que el 3 de diciembre se negoció la dimisión del gobierno. El 29 de diciembre Havel fue elegido presidente y este episodio entró en los anales de la historia como "la revolución de Terciopelo" por haber conseguido un entendimiento no violento.
A treinta años vista, la Praga de hoy nada tiene que ver con la que visitaron aquellos muchachos con los que pateamos Viena. Chequia se escindió de Eslovaquia, el país se reactivó, entró en la OTAN y en la UE, llegaron los turistas, el dinero y seguramente la corrupción capitalista, pero ese es otro tema.
Hoy es nuestro último día de la X peregrinación, en horas cogeremos un avión que nos lleve a casa y convierta este viaje en un sueño. Siempre me pasa igual, cuando vuelvo a la rutina me pregunto si será verdad que lo he vivido. Que lo pasamos bien es cierto, pero es más, es la ruptura con el dia a dia y la oportunidad de renovarte, de recuperar energías gastandola a chorros, de disfrutar de conversaciones e intercambiar opiniones, de saborear cocinas ajenas y sobremesas cortas para ir deprisa a descubrir otros lugares, de encontrar sonrisas al levantar la mirada y del estoy aquí para lo que necesites. Es sensación de bienestar, de satisfacción, de plenitud, de conocimiento. Es intimidad y discreción. Es el grupo después de 10 años convertido en familia.
Se me ocurre un, digamos, parecido razonable: "X-Men versus X-Pilgrims". Algo así.
Anoche acabamos, como no podía ser de otro modo, en el Red Bar del hotel praguense, perfecto para nosotros. Hoy estamos preparados con maletas incluidas a las 8 de la mañana en la puerta, nos vamos a ver al Niño Jesús de Praga.
El bus nos deja a pie del puente de las Legiones, dedicado a los legionarios checos de la I GM, no puede callejear por el barrio, hay que caminar un poquito, luego nos recogerá en el mismo lugar.
La iglesia de Nuestra Señora de la Victoria es más conocida por guardar en su interior al milagroso Niño Jesús de Praga que por otra cosa. Se encuentra en el barrio de Malá Strana, a los pies del castillo, en la calle Karmelitská. Es un edificio del s. XVII en origen luterano alemán, que tras la batalla de la Montaña Blanca, pasó, por gracia del emperador Fernando II, a manos de los Carmelitas Descalzos, que la dedicaron a la Virgen Victoriosa y a San Antonio de Padua. La historia, se torció siglo y medio más tarde con el raciocinio de José II, (hermano de Maria Antonieta, el de el josefismo y despotismo ilustrado) y los carmelitas no volvieron hasta 1993.
Estamos esperando que acabe la misa en checo para entrar nosotros, de mientras, vamos a la tienda de enfrente a comprar los niños Jesús de Praga que me tengo que llevar. La shop de la iglesia no abre hasta las 9.30, faltan minutos.
En esta tienda hay preciosidades y curiosidades, desde aceite bendito a bolas de navidad pasando por cruces de granate, rosarios o medallas de oro y plata. La tienda oficial tiene más surtido aún. Me llevé 5 niños Jesús, dos bolas de navidad y dos medallas. El padre David compró un belén muy chulo que luego causó el mosqueo de algunos coleccionistas de belenes que no lo vieron y se quedaron sin él.
La iglesia por dentro es más bien sencilla, blanca, con sus altares laterales barrocos y el central recien restaurado. El único mobiliario que queda de la época luterana es la base de la pila bautismal, muy bonita. La mesa del altar mayor y el ambón son de reciente factura.
para saber más sobre la iglesia: Nuestra Señora Victoriosa
La capilla central lateral de la derecha es la que nos ha traído hasta aquí. El Niño viste de morado, en correspondencia con el tiempo litúrgico que vivimos. A ambos lados María y José. Arriba, en el ático un hombre anciano que representa a Dios, manda a su Hijo a la Tierra, y más arriba aún, una paloma, el Espíritu Santo.
En la pared que enmarca el altar dorado se ven placas agradeciendo, en francés, en inglés, en polaco, en checo, en alemán, en español, en italiano.... "gracias Niño Jesús".... "gracias". Peticiones, favores, dolores, enfermedades, miedos, milagros.... todo es posible, la Fe mueve montañas.
En la parte derecha, encuentro a San Antonio.
La escultura del Niño Jesús de Praga es una imagen española, modelada en cera por un fraile que habitaba en un convento de la ribera del Guadalquivir, después de que el Niño Jesús se le apareciera. Esta es una de las leyendas, la otra, que pertenecía a santa Teresa de Jesús. Lo cierto es que la figurita viajó con doña María Manríquez de Lara y Mendoza a la corte austro húngara en 1556 y que su hija Polixena se la entregó a los carmelitas en 1628 cuando quedó viuda. Se dice que protegió la ciudad de la peste y de la destrucción durante guerras, además de milagros que se atribuyen.
La bonita historia de la pequeña imagen tallada la podéis conocer en este enlace: niño Jesús de Praga
Con motivo de la Expo sevillana del 92 los praguenses donaron una copia del Niño Jesús de Praga a la Macarena de Sevilla. El papa Benedicto XVI veneró la imagen en 2009 y le regaló una pequeña corona.
Mientras nuestros curas se andan cambiando, me voy con Mina a ver el museo. Al fondo, a la derecha, tras una puerta de madera, una ancha escalera de caracol nos conduce por distintas alturas a conocer los trajes museizados del Prazske Jezulatko. El ajuar lo forman unas 300 piezas. Los hay de muchos colores, estilos y formas, con bordados, estampados o piedras preciosas. El que más me gusta es el de Vietnam y otro que parece japonés. Uno de los más valiosos es el verde, bordado por la emperatriz María Teresa. Todos son donaciones.
Tras la misa, que el padre David celebra dando las gracias por esta décima peregrinación que ya termina, vamos a buscar el bus atravesando uno de los parques más bonitos de Praga: Kampa.
Kampa era en su origen un banco de arena entre el río y un pequeño afluente, acabó tomando forma cuando arrojaron sobre ella los escombros del gran incendio de Praga. En principio, sus tierras solo se dedicaron al cultivo, pero en los siglos XII-XIII ya había instalados sobre el arroyo Certovka, al menos 8 molinos de los que hoy dia quedan tres.
Ayer, desde el puente de Carlos, pudimos ver la rueda del molino del Gran Priorato perteneciente a los caballeros de la orden de Malta.
En Kampa el tiempo se detiene, invita a pasear, a contemplar las espectaculares vistas del río y la ciudad, o a disfrutar de esos verdes jardines arbolados, el bosque sagrado de la legendaria princesa Libuse.
El Certovka (arroyo de la Diablesa) toma nombre de una lavandera que vivía en la cercana plaza de la orden de Malta y bajaba al arroyo a lavar la ropa. Cuenta la leyenda que era extravagante y muy chismosa, por lo que un día, alguien pintó 6 diablos en su puerta, añadiendo que esa era "la casa de los siete diablos". Se sobreentiende quien era el séptimo.
Los checos llaman a estos 100 metros de afluente Benatky, Venecia, de hecho, hay pequeñas embarcaciones paseando habitualmente.
Cruzamos el arroyo por un pequeño puente justo frente al palacio Liechtenstein, también hay edificios renacentistas en la isla, en los últimos dos siglos ha sido residencia de gente pudiente aunque durante la Edad Media, cuando se construyó el puente de Carlos, era hogar de albañiles y artesanos, incluso quedan datos de un mercado de cerámica y artesanía.
Comenzamos paseo por una ribera que ofrece vistas inmejorables del puente de Carlos, de sus torres, de la ciudad vieja y del edificio de la ópera.
El mirador Kampa es una preciosidad. Nos entretenemos un rato tirando fotos a pesar de llevar prisa, estamos pendiente de un avión.
De repente, aparecen unos pingüinos en el agua.... pero...¿¿¿¿esto que es?????
Son las inmediaciones del museo de arte contemporáneo Kampa, ubicado en el molino más antiguo de la isla, el Sova, restaurado en 2003, y amueblado con la colección arte moderno formada por más de 1000 piezas de autores checos. Fueron cedidas por el matrimonio Mladek, que pasó un montón de años de exilio en Washington durante la época comunista.
Si raro es encontrarte pingüinos en Praga, más raro todavía son estos enormes bebés sin rostro.
Los miminka son obra de david Cerny, un escultor checo muy reconocido cuya obra es bien rarita, desde estos bebés a una estatua del rey Wenceslao a "barrigas" de un caballo muerto con la lengua fuera y bocabajo.
A saber lo que cruza por esa cabecita. También colgó un Sigmund Freud de 2 metros desde una viga en pleno centro, en la calle Husova, pero claro, para verlo hay que subir la cabeza.
Cerny en realidad es un inconformista sin miedo, al que no le importa llamar la atención. Llegó a pintar un tanque de rosa. Presentó a la policía checa un documento falso para acreditar el permiso del gobierno para pintarlo, a fin de utilizarlo como escenario para el rodaje de una película.
Como es normal, alguna de estas gamberradas le llevaron a la cárcel. ¡Bonitos eran los comunistas para aguantar churreteos de estos!.
Se acaba Kampa, su museo, el paseo y la peregrinación. Últimas fotos acercándonos al puente de las Legiones para decirle adiós a la fascinante ciudad que siempre enamora y nunca cansa. ¡Ojalá vuelva a verte algún día!
Serían menos de las 12 cuando íbamos a almorzar camino del aeropuerto, en una taberna, típica checa, U Marcanu. Debido a la hora, nos quedamos sin espectáculo folklórico. Esto era más un desayuno tardío, que un almuerzo, por lo menos, para mi. No apetecía mucho comer a pesar de que la comida estaba rica, rica....Lo que sí que cayó fue la última cerveza praguense.
Quedaron muchas cosas que ver en Praga: me faltó Mucha, me faltó Kafka, me faltó el Klementinum, la casa danzante que solo vi desde el bus, y sobre todo, me faltó Loreto y la biblioteca del monasterio Strahov. Aun tengo en la mochila pendientes una excursión a Karlovy vary, la ciudad checa de los balnearios y por supuesto a Cesky Krumlov. Sin embargo, no sobró nada, porque disfrutamos lo mejor.
Fué la décima, fue breve, tanto que pasó en un ligero pestañeo, pero no importa, habrá más. Más peregrinaciones, más encuentros, más celebraciones, más reuniones, más charlas, más comidas de navidad, mas montajes del belén, más cruces de mayo, mas churros en la plaza, más aniversarios o más de lo que sea, pero seguro que habrá más. Cualquier dia, a cualquier hora alguien llamará a otro y todos acudiremos. Así funcionan los X-Pilgrims.
Pasará el tiempo, sucederán cosas, unos llegarán y otros se irán, pero todos sabemos que tenemos una cita, la próxima primavera nos volveremos a encontrar. Otro lugar, otras experiencias, otras culturas con los mismos compañeros y... para algunos, en días, ...Tierra Santa. Vividlo como lo hicimos hace 10 años, disfrutadlo, emocionaros, enamoraros... en fin... ¡Buen camino peregrino!, nos contareis a la vuelta...
"Que la tierra se vaya haciendo camino ante tus pasos.
Que el viento sople siempre a tu espalda.
Que el sol brille cálido en tu cara
Que la lluvia caiga suave sobre tus campos
Y hasta que volvamos a vernos.
Que Dios te guarde en sus manos."
(bendición irlandesa)