sábado, 20 de abril de 2019

De legionarios y torrijas

Y llegó marzo y casi acabando está. Días quedan para volver a reencontrarnos con el grupo de amigos peregrinos, este año para algunos afortunados doble ración,  en Primavera nos espera la Europa del centro y en Verano el premio gordo, Jordania y Tierra Santa. ¡Cómo recuerdo aquel primer viaje!, aquella vez que casi sin quererlo, nos metimos en un grupo en el que no conocíamos a nadie y salimos con amistades de las buenas, de las que duran, de las de verdad. Casi podría afirmar que cambió nuestras vidas. Aquel viaje a Israel fue el mas enriquecedor de todos los experimentados hasta la fecha. Soy sincera cuando digo esto porque el conocimiento, el grupo, las experiencias vividas han conseguido ampliar los limites, salir de las zonas de confort y mover nuestras almas.
Estoy en la cocina preparando la comida cuando en el salón suena a todo tronío "el Novio de la Muerte". Es el teléfono de mi madre, anda mirando un vídeo que le acaban de mandar de la legión desfilando por la calle Larios en Málaga la pasada Semana Santa y entonces caigo en que nos quedan días  para que llegue de nuevo. El tiempo vuela, cada vez mas. Vuelvo a mis pensamientos que ahora retroceden aun mas, era pequeña, no tendría mas de 6 años, iba de pie en el coche que conducía mi padre, la radio daba música clásica. Pregunté porque todas las emisoras daban lo mismo y me contestaron algo así como -"estamos en Semana Santa, Jesús murió ayer y estamos de luto"-. Me quedé un poco perpleja, no entendía muy bien aquello. Recuerdo que en la tele, por entonces blanco y negro tampoco había mucho que ver, se le ponía un trapo negro o morado por encima, también a los cuadros y alguna otra cosa mas.  En las casas se llevaba el luto, la vigilia y el ayuno a rajatabla y en las cocinas los olores a miel y torrijas inundaban los rincones. La carne, el chorizo o el jamon desaparecian de las despensas para ser sustituidos por el bacalao, los garbanzos y la leche frita, olores a semana santa. Incienso. Íbamos a la iglesia de los Remedios que estaba arriba de la cuesta de mi patio, me cubría la cabeza con un pequeño velo de encaje blanco, las niñas, las señoras de negro. Visitábamos los sagrarios, las imágenes procesionales ya subidas a sus tronos me daban miedo de verdad, oscuras, enormes, lejanas... veíamos desfilar a los soldados a ritmo de tamboriles vestidos con sus inmaculados uniformes, las botas relucientes de tanto cepillarlas. El Domingo de Ramos se estrenaba vestido cosido en casa por tu madre y tu abuela y si no había para vestirnos a todos, por lo menos estrenabas calcetines calados de la tortuguita y lazo tieso en el pelo. Acudíamos a la procesión de la borriquita con nuestras palmas que serian las cenizas del año siguiente y tratábamos de no enredar y ponernos formales mientras nos aburríamos sentados en las aceras de la Calle Real esperando el paso de las cofradías.
Hoy día, "semana santa" es sinónimo de vacaciones, o al menos, tiempo libre. Solo los capillitas apretaos que sacan los tronos a las calles y son cofrades a tiempo parcial mantienen vivas estas tradiciones porque desde luego pocos quedan de aquella raza auténtica que sacaban los santos en estación de penitencia el siglo pasado. No digo que todos sean iguales, pero a ver ¿cuantos de los que salen a la calle llevando a su titular sólo aparecen por la parroquia en estos días? Seguramente mas de los que deberían ser. Las procesiones se han convertido en autenticas cabalgatas primaverales animadas por bandas de música procesionales y en algunos casos espectáculos militares, nos peleamos por contemplar desde la primera fila el desfile de La Legión, sus juegos con las armas y su canto del novio de la muerte. Aqui en Ceuta, al ser plaza militar, cada cofradia solía estar apadrinada por un cuerpo, militares y cofrades eran una pareja indisoluble en este tiempo. Aun continúa, aunque mucho mas, digamos, ligth. Además, la multitud de compromisos adquiridos en otros municipios hacen que esto deje de ser tan singular.
Este tiempo ha evolucionado y ha perdido su sentido principal. La reflexión, la preparación, el paso. El ritmo frenético del día a día, la falta de religiosidad, el dejar las cosas que cuestan para después, nos ha llevado en volandas a vivir la principal causa de la cristiandad, la Resurrección de Jesús, sin pena ni gloria.
La cuaresma nos marca el tiempo, nos prepara, nos permite reflexionar, ¿que puedo hacer para mejorar?. La Pasión nos hace vivirla y la Pascua nos indica el paso, el de la muerte hacia la vida eterna, la supremacía del espíritu sobre la materia.
Así que, seáis católicos, cristianos, ateos,o todo lo contrario... que reflexionéis sobre vuestra felicidad en estos días, ya sea en la iglesia, en la calle o delante de una buena cerveza y en la mejor compañía.