martes, 19 de febrero de 2019

Puro Cairo- Egipto 6

Soy afortunada. Incluso muy afortunada. Ese ha sido mi primer pensamiento al despertar hoy sábado 16 de febrero. Así me siento. Y así deberíamos sentirnos muchos de los que vivimos en este precioso país, tenemos familia y amigos que nos aprecian y un trabajo que nos gusta mucho, o menos mucho, pero que nos permite cierta calidad de vida. Y sobre todo, así deberíamos sentirnos los que no tenemos dramas en nuestra vida, los que no tenemos derecho a quejarnos.
Los que me leeis o me conoceis sabeis que a veces, solo a veces, me pongo en modo "filosófico metafísico ontológico " y todos huyen. Hay ocasiones que las "circunstancias" te sacuden el alma, la rutina diaria pasa a un segundo plano para tomar protagonismo lo que de verdad, es realmente importante y eso, debe estar bien. Me repito, soy muy afortunada.

Se que he tardado en retomar la escritura, este relato del periplo por Egipto que desde el mes de octubre ando tecleando ha tenido un gran parón, la sacudida esta vez me ha llegado hondo y hace falta rutina para ponerse a escribir. A parte, no paro de buscar excusas: el cumple de David, la visita de sus padres, el cumple de Isidro, el santo de los Faustis y reuniones con amigos, comidas de esas en las que el almuerzo se junta con la cena, las copas y casi el amanecer.
Hoy emprendo el camino del último capítulo, el que nos va a llevar a la joya de la corona, El Cairo en estado puro.
maqueta fachada nuevo museo antigüedades

 El dia anterior, en Giza, cruzamos delante del que será el mayor museo de arqueología del mundo, aún en construcción, y nos quedamos, por lo menos yo, asombrados con sus dimensiones, el EGM gran museo egipcio de El Cairo. Es colosal, un recinto de medidas faraónicas para los faraones. 168.000 metros cuadrados donde exponer 150.000 obras de arte de las cuales más de 50.000 no han disfrutado ojos profanos, han permanecido durmiendo en los sótanos del actual recinto o en almacenes diseminados por todo el país y ya están siendo bruñidas para derrochar glamour faraónico en su nueva ubicación. Números ciclópeos que no se si seran esos, probablemente no. Prometen además, salas de conferencias, laboratorios de investigación, cines, tiendas y BARES.... , hay que volver para conocerlo, si o si.
museo de antigüedades de El Cairo


De mientras, nuestro ultimo dia en este país, que se está poniendo cada dia mas guapo, comienza en el emblemático edificio que alberga la colección  de antigüedades de El Cairo en la plaza Tahrir, centro de la city.
La culpa la tuvo Napoleón con su entusiasmo y los 18 volúmenes de la "descripción de Egipto". Se puso de moda el país y a los europeos les dio por las antigüedades faraónicas, originando un mercado negro de arte que expolió Egipto de Norte a Sur. Champollion empezó a darle la brasa a Memet Alí para que pusiera remedio a estos robos consentidos, pero no sería hasta finales del XIX cuando las autoridades se tomaran en serio la tarea.
El museo ocupa un edificio de estilo neoclásico inaugurado en 1902. Su diseñador, Marcel Dourgnon,  lo ideó en forma de T para permitir futuras ampliaciones que no tardaron mucho en llegar. Dos plantas que inicialmente se repartían unas 12.000 piezas, número que se ha visto incrementado día a día hasta las más de 100.000 actuales de las que puede exponer menos de una tercera parte. Las más grandes y pesadas en la planta baja, clasificadas por la línea temporal, las colecciones, momias y papiros, arriba.

Excavaciones realizadas a lo largo de los años, objetos expoliados y recuperados en otros países, han enriquecido de tal manera el surtido, que fue necesario pensar en el nuevo museo, planes que dieron su fruto con el comienzo de las obras en el año 2.000.

Por una vez, la mañana amaneció fresca, daba gusto estar en la calle. El bus nos dejó a las puertas del edificio rodeado por jardines donde se apiñaba una multitud ansiosa para entrar a disfrutar de la colección más importante de arte egipcio antiguo del mundo. Walid se fue a por las entradas mientras nosotros nos entretenemos mirando las estatuas expuestas en el jardín. Antes de pasar por el segundo arco de seguridad, una advertencia: las cámaras de fotos pagan tasas, las fotos con móviles no." Pues nada, haremos fotos con móviles, una pena. De todas formas, en la sala dedicada al rey Tuk ni pagando ni con móviles, así que da igual. Yo voy a verle a él, lo demás es añadido, aunque sin duda, muy importante.
Hay muchísimo público, la mayoría grupos de turistas que nos reunimos en torno a nuestros guías. No quiero perder de vista el bastón Ankh, el día hoy comienza fuerte, se que va a ser una visita fascinante. Veremos arte en estado puro, algunas piezas con 5.000 años encima, 50  siglos que han pasado como si nada...
Trato de seguir el paso rápido de Walid que se conoce esto mejor que el pasillo de su casa, a mi me ocurriría igual si hubiera nacido en esta bendita tierra.

El vestíbulo es redondo, con planta cuadrada, bueno yo me entiendo, con ventanales altos y vidrieras coloreadas en el techo, como una gran mansión inglesa de esas que salen en la tele y nos hacen a todos desear visitar la Gran Bretaña, aunque luego se pasen las ganas. En cada esquina, adosado a la pared una enorme estatua, reconozco a Ramsés, eso creo.

 Cruzamos el vestíbulo, vamos de prisa hacia la paleta de Narmer, una placa de pizarra negra cuyos relieves hablan por primera vez en la historia de la unión del alto y el bajo Egipto.

Dejamos a un lado la estatua de Zoser, quizás la primera escultura a tamaño real de la que se tengan noticias, entronizado y envuelto en el manto del Hebsed, tocado con el nemes y la barba postiza, sus ojos están ciegos, arrancados por la avaricia de algún saqueador.

Conforme avanzamos, tengo la sensación de estar metida en las páginas de la enciclopedia del arte de Salvat, es un no parar, miles de piezas clasificadas tras vitrinas de cristales con etiquetas escritas a máquina de las de antes, puede que no se hayan cambiado en años, da igual, es maravilloso tener la oportunidad de estar aquí, de verlo en vivo y directo, de tener este guía que ya casi es colega.
No voy a enumerar una por una las 100.000 piezas, que casi soy capaz, pero si voy a hacer un recorrido por las que más me gustaron:
La triada de Micerinos, es perfecta, un bloque de diorita del que sale el faraón escoltado por la diosa Hator y otra deidad mas, de un detalle y una perfección exquisitas.
El escriba sentado, más joven y atlético que el que está en el Louvre, luce peluca, unos ojos negros super expresivos, sin la barriguita fofa que muestra el que se llevaron los franceses. Esta tallado en un bloque de piedra caliza, me maravilla que nos haya llegado a través del túnel del tiempo sólo con un par de desconchones y algún sufrimiento en la policromía.
El alcalde del pueblo, "Cheik el Beled", nombre que le pusieron los excavadores árabes cuando lo arrancaron a las arenas. Se trata de un noble llamado Kaaper, gobernador del bajo Egipto, cuya escultura en madera de sicomoro es de gran realismo, sus rasgos, la naturalidad que desprende, incluso bondad y esos ojos que te siguen a donde vayas. Hay que rodearlo dos o tres veces para apreciar todos los detalles.
El enano Seneb y su familia. Fue el jefe del guardarropa real del faraón Didufri del Imperio Antiguo. Me asombra que en una civilización perfeccionista, donde todos son cuerpos jóvenes e impecables  se muestre con naturalidad la malformación de Seneb.

Raahotep y Nofret su esposa. Esta pareja es alucinante, dicen que Liz Taylor basó el vestuario de su personaje Cleopatra en esta imagen de Nofret.  Son elegantes, majestuosos, los perfectos anfitriones del museo que dan la bienvenida, convidados de piedra.
La minúscula estatua de Keops de 7,5 cm y sin embargo, muy detallista, esculpida en marfil y policromada. La única que existe a saber, del dueño de la mayor pirámide.
La femenina y extraña escultura de Akenatón, el monoteísta y su sarcófago con la cara y el nombre violados, raspados de la sepultura y de la historia, castigado por borrar de un plumazo el olimpo faraónico dedicando sus rezos a Atón, dios sol.

Y por supuesto, la estatua de Kefren con Horus protegiendo, nunca por encima, nunca mas alto el dios que posa sus alas a ambos lados de la cabeza de Kefren, el faraón que es el dios reencarnado. Es piedra diorita, dura, negra, perfectamente tallada en detalle y pulida. Los rasgos muestran dignidad, fuerza, poder. El cuerpo una musculatura perfecta. Hay hieratismo, hay rigidez, es puro arte egipcio aunque en su tiempo, el concepto arte como tal lo mismo ni existía. He leido por ahí que la palabra arte o artista no se encuentra en el idioma egipcio antiguo, sea o no, lo que si sabemos es que las esculturas, los adornos, las construcciones se fabricaban para demostrar poder. Simplemente.
A estas alturas de museo ya nos hemos percatado que hay un grupo familiar de argentinos que se nos han adosado.  Lo malo no es que se hayan agregado sin permiso, sino que no dejan jugar a los titulares, se ponen por delante, al lado de Walid, impidiendonos acercarnos a lo que nos explica el guía. Estoy en un tris de decir algo, cuando abandonamos la planta baja  y desaparecen. Vamos a ver el tesoro de Tutankamon. Llegó el momento. 


Mucho se ha escrito y se escribirá del tesoro, no voy a descubrir nada nuevo, solo a repetir y no me cansaré nunca de decirlo, que es soberbio. Iba tan entusiasmada que casi me pierdo la cabeza o lo que queda de ella de Hatsepsut, en mitad de un pasillo, antes de subir las escaleras. De lo poquito que queda de la reina faraón. 

El tesoro de Tuk no cabe en ningun lado Son 5.000 y pico piezas y no sé cuántas habrá expuestas. Se derrama de la sala de seguridad por vitrinas, expositores, paredes, pasillos... la zona segura guarda solo las más valiosas. Lo primero que topas son los enormes cofres, capillas de madera, hasta 4. Estaban una dentro de otra conteniendo el sarcofago de cuarcita rosa que a su vez, guardaba tres ataúdes antropomorfos dos en madera chapada y el último en oro macizo, también uno dentro de otro, hasta llegar a la momia. Oro rosado grabado con cartuchos, figuras, oraciones... allí donde aparece el nombre del rey niño, un oro quizás más amarillo consecuencia de la rectificación. Este ajuar funerario no era para él. Según el documental "el tesoro de Tutankamon" que recomiendo, pertenecería a su medio hermana y esposa de su padre Akenathon que reinó como mujer faraón un par de años antes que Tutankamon.  Se aprecian aun las marcas del ensamblaje ya que fueron fabricadas, transportadas y posteriormente montadas en el Valle de los Reyes, en la tumba del rey, la K62
sello tumba KV62 antes de entrar Carter

Todos hemos oído hablar en alguna ocasión del arqueólogo mas famoso del s. XX, el inglés Howard Carter al que en 1922, la diosa fortuna le regaló el casual descubrimiento de un chiquillo, un pequeño que se ganaba la vida como aguador de la excavación y que, al colocar las tinajas en el suelo, hizo un pequeño hoyo para acomodarlas encontrando el famoso primer escalón de esta pequeña y modesta tumba, el hallazgo mas fascinante, para mí, de todos los tiempos. Carter tuvo la oportunidad de ver con sus ojos un escenario que se mantuvo en la oscuridad durante mas de 3000 años. Es muy interesante leerle para conocer de primera mano conclusiones a las que llegó tras sus observaciones "in situ". Unos diez años tardó en catalogar la tumba y extraer los tesoros. Gracias a él, la gran mayoría del ajuar del niño rey se quedó en Egipto.
No voy a hacer el inventario de las 5.000 piezas, claro, pero si os contare las que para mi son el top.

El trono de oro ceremonial con los reposabrazos y las patas de león donde aparece el rey con su hermana esposa en actitud relajada. Precioso.

La silla de piezas pequeñitas de nácar  marfil y ébano de una factura exquisita.

 El chacal, Anubis, ¡guaaaauuuu! genial, no se lo que es, seguramente un perro guardián de la tumba. Se encontró en la llamada sala del tesoro, cerca del templete canópico que guardaba las vísceras. Está sentado sobre una especie de trineo portátil con un arca de madera dorada con inscripciones. Los ojos vigilan.

 Los vasos canopos de alabastro blanco taponados por unas caras de una belleza espectacular y el cofre donde estaban guardados, también chapado en oro, rodeado por cuatro diosas vestidas con túnicas de reinas,  se dan la mano, protegiendo, velando al joven muerto contra natura. Recuerdo a Isis y Selket.En la cornisa superior una fila de cobras con el sol coronan el templete.

 La estatua negra guardiana de la tumba, el Ka de Tutankamon, su alma, la energía vital. Dos de estas esculturas pintadas con resinas negras y enjalonadas con vestimentas  y metales dorados guardaban al rey en su descanso eterno.

El sarcófago de oro macizo con el cayado y el látigo. Uno de los hits del arte egipcio. Oro, piedras preciosas, turquesas, turmalinas, cuarzos, coralinas, cristales....nada es comparable a tenerlo delante.

Joyas a puñados encontradas dentro de los artesanales cofres que vimos fuera y esto a pesar de que en la antigüedad, la tumba fue violada en un par de ocasiones, aunque restituida y vuelta a sellar por los guardianes del valle. Los ladrones debieron coger seguramente pequeñas piezas, fáciles de transportar. 
Lo mejor: el pectoral del escarabajo, magnífico, las sandalias de oro, cinturones, hebillas, bastones, (había muchos) la daga famosa por su hoja de hierro extraterrestre y el exquisito trabajo de la empuñadura que pudimos apreciar en detalle gracias a la linterna que Walid nos prestó y por supuesto la máscara.

 Si me quedé embobada mirando las pirámides, la máscara fue hipnótica. No podía apartar la vista de esos ojos radiantes de obsidiana sobre cuarzo, enmarcados con lapislázuli. El nemes a rayas de oro y cristal azul , con la cobra y la serpiente, la barba postiza a la que no le noté el estropicio de 2014, las orejas perforadas...  me planté delante del cristal notando cómo la gente pasaba detrás mía. Parecía que me hablaba, esos rasgos tan finos, casi femeninos, es bonita, delicada, es mágica, embruja. Hasta que llegó una inglesa y me pegó un empujón. Empecé a caminar alrededor de la urna descubriendo que por detrás es también muy interesante, el nemes acaba en una especie de trenza y en la zona que cubre hombros y espalda aparecen grabadas las fórmulas mágicas del libro de los muertos que conducirán al rey por el viaje al más allá.

video documental: los tesoros de Tutankamon, la máscara


 Al salir de aquella sala llena de gente sentí pena.


No quería irme, quería seguir allí contemplando aquellos artículos apiñados en urnas cercanas, sin apenas espacio entre ellas, con montones de visitantes queriendo ver las cosas cotidianas que usaba el joven rey.
Continuamos con las camas, (había una plegable), maquetas de barcos, juegos, juguetes, vasos de esencias y perfumes... En fin, todo lo que necesitaría el faraón para estar cómodo en la otra vida.

Se acababa el museo, unos minutos mas para pasear por las estancias, recorrer con la mirada por última vez las maravillas que atesora este edificio y nos vamos a conocer otro "puro Cairo", esta vez el barrio Copto, así llamado no porque vivan allí los cristianos, sino porque es donde mas iglesias coptas encontraremos juntas.

Vamos hacia el sur de la ciudad, donde se encuentran los restos de las antiguas murallas que rodeaban  la fortaleza romana de Babilonia ,un entretenido paseo en minibus por El Cairo más colonial venido a menos, acabó en una plazuela en pleno barrio cristiano. Un señor refugiado del sol en el dintel de un portal, sostenía entre sus manos una banderita española y un cartel que pregonaba la existencia en su establecimiento de "cerveza con alcohol". Asi, en español,  la fama nos acompaña a todas partes....

 Pasamos delante de la de San Jorge y atravesamos la galería literaria montada en un  callejón, las paredes estaban forradas de libros y preciosas láminas, no dejaban tirar fotos.

Nuestra primera visita es a la iglesia de San Sergio y San Baco, la más antigua de Egipto, puede que del siglo V. Custodia en sus entrañas una cueva, cuenta la tradición que fue refugio de la Sagrada Familia en su huida a Egipto. Tres altares bien bonitos, capiteles corintios, muy cuidada y llena de gente.
Callejeando llegamos a otra iglesia, esta vez Santa Bárbara, cercana a una sinagoga. Aquí casi me despisto. Que si entro que si salgo que si donde están los demás... total que me llevé la regañeta.

Y para cerrar capítulo fuimos a la más famosa de todas, la iglesia colgante de Santa María, que no es que cuelgue, es que está levantada sobre una de las torres babilónicas, hay que subir escaleras para entrar al recinto. Lo mejor además de las 13 columnas apostólicas, los restos subterráneos que se ven desde observatorios a nivel. Para mi, la mas bonita de las tres.

Era hora de comer, esta vez en un barco amarrado junto al hotel que nos daba cobertura estos días. Nada que ver la comida con la del dia anterior: platillos varios, carne a la parrilla y postre. Justo para quitarse el hambre. En una hora estábamos listos, la tarde prometía, ibamos a la fortaleza de Saladino.

Me encantó. La vista desde el mirador de la Ciudadela es IMPRESIONANTE. Todo Cairo, puro Cairo. Si antes no te ha conquistado la city aqui le entregarás todo tu corazón. Recordé la película de 007, el protagonista andaba luchando por su vida en una torre con escaleras espirales en una de las mezquitas. Se ven desde aquí. Preciosas.

 Y entramos por fin a la  majestuosa mezquita de Alabastro. Blanca debería ser, pero cosas de la contaminación, se ve teñida por un velo de polución difícil de eliminar.

Descanso y charla con Walid sobre distintas maneras de interpretar la religión y la vida, con demostracion de canto en el patio de las abluciones, nos permitió descansar un rato nuestras fatigadas piernas antes de irnos a cerrar el dia con las compras del bazar central, Jan el Jalili.

 ¡Que bien lo pasamos allí!. Poco compramos, pero cuanto reímos, qué amables los vendedores, nada pesados, todo hay que decirlo, que buen ambiente, que bonitas tiendas, solo puedo quejarme de la mugre en el suelo de la plaza, los zapatos se quedaban detrás.

Unos cuantos acabamos en el "café de los espejos", localizado gracias a google maps, en un reservado, tomando té con hierbabuena mientras otros continuaban shoping. Los ambulantes se asomaban de vez en cuando y al final picamos, algunas pañoletas y algo mas. Nos timaron, claro, pero nos inflamos a reír.

Un broche estupendo para acabar un viaje magnífico, un periplo que sin duda volveria hacer con los ojos cerrados.
Sensacional Egipto, maravillosas sus gentes y colosal su patrimonio. Sin duda y genial nuestro guía,  sin tu experiencia y saber hacer el viaje no habría sido igual. Nos regaló fortuna en forma de un billete de 1 libra egipcia. ¡Ojalá que la vida te sonría siempre y te llene de felicidad!
Quiero agradecer a mis compañeros de viaje su presencia, porque sin ellos no sería lo mismo, en este o en otros... con vosotros al fin del mundo.


fotos de El Cairo en el enlace: El Cairo









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