jueves, 7 de septiembre de 2017

San Isidoro de Sevilla, a la vuelta- dia 5

Y llegó la hora del regreso. Todo tiene un tiempo, un principio y un fin. El comienzo deseado y el cierre inevitable. ¡Que remedio!. Menos mal que nos queda la memoria y este blog, que utilizo de agarre al explorar el laberinto de los recuerdos.
Genial puente de San Antonio, inmejorables compañeros de viaje e inmejorable tierra "in extremo dura".
Con el ordenador por delante, la tele puesta y la música que suena de fondo, trato de visualizar aquel ultimo día, 13 de junio que amanecimos en Mérida y anochecimos ya en casa, en Ceuta. Fue una mañana de paseo y compras mas que de visitas, pimentón, o pimentones varios, morcillas y longanizas patateras, quesos en pimentón, torta de Casar y cremas de quesos, perrunillas y pastas almendradas cargamos en el coche que si llega a ser mas grande, mas abarrotado vuelve.



Nos despedimos del magnifico hotel Ilunion Palace, sito en la plaza de España emeritense en el que tan bien habíamos dormido para emprender ruta. El objetivo era llegar al barco de las 19.30h FRS, así que teníamos tiempo de sobra para una última visita. La propuesta, visitar Itálica, las ruinas romanas sevillanas donde nació Trajano, el primer emperador de origen hispano de los llamados "buenos", pero hacia tanta calor que no era la mejor opción, la cambiamos por los frescos muros del monasterio de San Isidoro del Campo, justo antes de llegar a Sevilla, en Santiponce. Llamamos para reservar la visita y nos dijeron que la última de la mañana era a las 14 h, así que pusimos rumbo hacia el Sur con 45º en la carretera.
 Los del equipo B llegaron con tiempo de sobra, nosotros nos retrasamos por mi culpa, culpita, culpa. Me entretuve en una parada logística fisiológica y luego nos perdimos, eso he dicho, perdidos, en una carretera comarcal interminable. Llegamos a las puertas del monasterio a las 13.57 h justos para que nos dejaran entrar y con la sorpresa de que el equipo B había conseguido un guía turístico, Alejandro, que nos enseñaba el cenobio por lo que quisiéramos darle de propina. El chaval se portó genial, además de  estar bastante bien informado de todo lo concerniente al monasterio, conocía al dedillo Itálica, incluso nos habló de la posibilidad de visitar las ruinas romanas por un recorrido real con gafas de recreación virtual y al finalizar nos dió su teléfono y nos condujo a un buen restaurante.Todo en uno.
Dejamos los coches en el aparcamiento cercano a la entrada principal, anejo a una escuela de minusválidos,  andaban los chiquillos por allí paseando con sus monitores y nos saludamos. La mejor bienvenida.

Con prisa, pero sin pausa, Alejandro nos dirigió por un monasterio muy reformado en los últimos lustros aunque con bastantes vestigios de su pasado medieval. 
Fue mandado levantar por don Alonso Pérez de Guzmán sobre una capilla anterior, donde según la tradición, había estado enterrado San Isidoro de Sevilla  antes de trasladar sus restos a la colegiata de León. Dejo enlace sobre esta leyenda: hallazgo San Isidoro de Sevilla

El monasterio, datado en 1301, está construido en un estilo gótico mudéjar sevillano muy particular en opinión de los expertos, pues a pesar de tratarse de una construcción religiosa, presenta torres almenadas, saeteras y matacanes. Nada raro si pensamos que en el siglo XIII- XIV, Sevilla era mora y la reconquista llamaba a sus puertas.

Guzmán el Bueno, entonces señor de Sanlucar de Barrameda, había comprado las tierras de Sevilla la Vieja y Santiponce a la viuda del rey Sancho IV, Doña María de Molina, posteriormente, consiguió de su heredero, Fernando IV, el permiso para edificar un monasterio que sirviera de mausoleo a su familia. Lo ocupó con monjes pertenecientes al Cister, por lo que además de ser el primer cenobio financiado por dinero no proveniente de la corona, fue el monasterio cisterciense mas meridional de Europa.
Nada mas entrar, un crucificado gótico nos da idea de los años que le han pasado por encima al lugar.
Frente a este, una pequeña hornacina con una inscripción en latín "gutta cava lapidem" (la gota socava la piedra) que nos llama la atención. Es la inspiracion de San Isidoro sobre la virtud de la constancia. Mas tarde, en una de las salas veremos un cuadro representando el momento.


De la época medieval se conservan los dos templos gemelos, la sacristía, el refectorio, la sala capitular y el claustro de Los Muertos. Los distintos habitantes que ocuparon el lugar lo fueron enriqueciendo con distintas ampliaciones, pinturas,  reformas, restauraciones, etc,  una de estas es el claustro de los Evangelistas, una preciosidad que vimos a toda prisa.
Entramos ya por los pies de la primera de las dos iglesias, ambas de una sola nave. La mas moderna, fabricada por encargo de Juan Alonso, hijo de Guzman el Bueno, es la mas exterior y un poco mas baja, aunque las llaman iglesias gemelas. En el muro izquierdo se hallan los enterramientos de la familia Alvarez de Toledo, actual propietaria del lugar. Lo tienen cedido a la Junta andaluza que permite la visita del público a cambio de ser restaurado con dinero público. A ver que pasa cuando acaben albañiles y pintores. De momento, la visita es gratis y se puede fotografiar todo sin flash.
 En el ábside, el presbiterio lo preside un retablo barroco donde destaca el Cristo de las Animas o de la Vera Cruz, es digno de admiración. 

A la izquierda del retablo un par de sarcófagos en arcosolios pertenecientes a Juan Alonso Pérez de Guzmán y algún otro familiar, mientras que en la derecha el enterramiento lo ocupa su mujer, Doña Urraca de Ossorio que fue quemada viva junto a su fiel criada Leonor Dávalos, por el rey Pedro I el Cruel.

Aqui la historia de esta doncella: leyenda leonor davalos

El paso de la iglesia nueva a la vieja se hace sin darte cuenta, tienen el muro medianero común abierto por un doble arco, uno enorme y otro pequeño, como una puerta.La continuidad del suelo hace que no te enteres del cambio de edificio.

Pasando alguno de los dos arcos te encuentras en la iglesia antigua, la que aprobó Alonso Pérez de Guzmán para que sirviera de mausoleo a su familia, comenzando por aquel hijo que entregó a la muerte por no rendir Tarifa a los moros.
Si miras a la derecha veras el coro, con la boca abierta me quedé cuando vi aquel impresionante facistol soportando una magnifica inmaculada acompañada por angelitos querubines.



  Si miras a la derecha el pasmo puede ser mayúsculo, te encuentras con el retablo mayor que D. Juan Martinez de Montañes esbozó, ensambló y esculpió durante cuatro largos años a comienzos del siglo XVII para este presbiterio. Contó con ayuda de otros grandes artistas del momento, entre ellos el encargado de la policromía, el que fuera maestro y suegro de Velázquez, D. Francisco Pacheco.


 El retablo está dedicado a San Isidoro y a San Jerónimo, tal y como le solicitó la orden jerónima, habitantes entonces del cenobio, que pudieron costearlo debido a las grandes rentas que proporcionaban las tierras propiedad del monasterio. 
Cualquiera de las tablas son de una magnifica fábrica, los que mas me gustaron fueron el San Jerónimo, la Natividad y la adoración de los Magos. Simplemente fabulosos.



A la izquierda del presbiterio encontramos el sepulcro en mármol policromado del patrocinador, D.Alonso Pérez de Guzmán y a la derecha, el de su esposa Doña María Alonso Coronel, fundadores de la que posteriormente seria una de las casas mas importantes de España, el ducado de Medina-Sidonia. También estos sepulcros los firma Martínez de Montañés.


Una puerta abierta en el muro de la epístola entre el presbiterio y el coro nos permite el paso hacia el claustro de los Muertos. Sobre ella se encuentra el órgano de la iglesia.




 Otra puerta conduce a la enorme sacristía, a la impresionante y deteriorada sala capitular de decorados techos al estilo italiano y a la pequeñita capilla del Reservado o del Capítulo, donde el Jueves Santo se guarda al Santísimo.


Este pequeño espacio está totalmente dedicado a la Virgen. El retablo ofrendado a Santa Ana también es de sr. Montañes, las paredes y el techo totalmente ornamentados.




Llegamos al claustro de los Muertos, centro de las dependencias monacales. Es un rectángulo rodeado por una galería con dos alturas de arcos de medio punto, la superior con arcos dobles. Los antepechos de ambas, perforados con rosetones pentalobulados, el centro lo ocupa el pozo.

 Este era el lugar de enterramiento de los frailes jerónimos, aun se ven algunas lápidas, de ahí su nombre. Los muros de la galería lucen muy decorados por pinturas, algunas de motivos mudéjares y por azulejos realmente llamativos. Recuerdo que el guía nos mostró como en 2016 unos enamorados de lo ajeno consiguieron entrar con gran facilidad y llevarse unos paños de estos azulejos del siglo XVI que adornaban el perímetro del claustro. Hay que ser cafre!.

En una esquina, un deteriorado armario guarda un Cristo flajelado, esto debe ser otra joya del monasterio. Precioso.


Una de las cancelas de este claustro conduce al patio de los Evangelistas, allí todo son pinturas datadas en los años 30 del XV. Santos mezclados con motivos mudéjares, figuras geométricas,lazos, colores que recuerdan Al-Andalus, aromas de culturas diluidas en una convivencia forzosa o fortuita, o ambas, mas bien.




 El artesonado del techo también policromado lo protege una tela de gallinero, seguramente nos resguarda a nosotros por si caen mijitas.

Volvemos al claustro de los Muertos para seguir visitando otras estancias, ya a la carrera, pues son las dos y media y nos dejan solo 10 minutos mas.
Llegamos al refectorio, ahora se utiliza como sala museo. Es una habitación rectangular de cubierta abovedada con nervios decorados con pinturas. Del muro largo cuelgan algunos lienzos oscuros que relatan escenas de la vida de San Isidoro. Una de ellas nos muestra el suceso del pozo, agua que cava la piedra.

En el fondo, una magnifica Sagrada Cena del siglo XV.
En una de las vitrinas expuestas en esta sala nos encontramos con este niño Jesús.
La última estancia que vimos fue la llamada sala del Artesonado, es una habitación pequeñita que contiene una vitrina con libros muy importantes y un techo maravilloso.

Resulta que en este monasterio dedicado al estudio e interpretación de libros sagrados, también se leían libros prohibidos por la Inquisición. Por ello, culparon al prior y a otros frailes, lo que les costó la vida. Algunos consiguieron escapar, se instalaron en otros países, incluso de empezaron a traducir las Sagradas Escrituras a la lengua vulgar, lo que estaba totalmente prohibido. Aquella edición fue llamada Biblia del Oso por el dibujo que lleva impreso. Estos hechos consiguieron que el monasterio sea conocido internacionalmente ya que es un referente para los reformistas de Lutero. 
En esta sala se guarda tanto la Biblia del Oso como otros libros con gran relevancia histórica.

No recuerdo el orden exacto de la visita, Alejandro nos llevó por las distintas dependencias mostrándonos con gran cariño todo el arte que hay aquí atesorado. Pena me dio de ver la poca seguridad del recinto, carece de cámaras, de vigilantes, solo algunas rejas separan las riquezas de las malas intenciones.


Concluida la visita, fuimos a ver de fuera el teatro romano y algo de las ruinas, antes de dirigirnos al restaurante La caseta de Antonio donde dimos cuenta de un magnifico arroz antes de volver al camino. 

Y como si de un mal sueño se tratara, todo se vuelve negro, Barcelona llora, Europa otra vez herida de muerte... ¿Es que esto no van a tener fin? Tanta intolerancia, crueldad infinita, hijos de tercera generación, cachorros del fanatismo, intransigencia de opiniones. El mal que como una mala enfermedad se contagia sin mirar a quien ataca. Poca o ninguna solución encuentro. No mientras dure ese sectarismo obtuso. Pueden levantar la voz los pacifistas descendientes del profeta que ellos no oirán, pueden implorarles sus madres y esposas, pueden sus hijos colgarse de sus piernas que seguirán sordos, podremos llenar las calles y avenidas de flores y velas, ellos eligen la muerte cobarde que les lleva al paraíso prometido por no se que libro sagrado. ¡Que vergüenza de llamarles hombres!. Duele, Barcelona duele, como París, como Madrid, como Nigeria, como Camerún, como cada vez que en nombre de Alá algún bicho se siente autorizado a sesgar una vida. Una es demasiado. Ni una mas. la vida es un regalo que Dios nos hizo, respetemosla, empezando por la nuestra, la propia y continuando por los demás.


fotos propias y del blog "leyendas de sevilla"

 las fotos de este interesante viaje: las fotos

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