domingo, 17 de septiembre de 2017

Paseando por Plasencia.-

No soy una gran viajera, más bien mala. No me gustan los trayectos largos, me incomodan los autobuses y los aviones, además, me revientan las esperas. Sin embargo , no me cuesta nada coger la maleta con cuatro trapos y salir por la puerta. Eso fue que lo hicimos a final del verano en lugar de quedarnos en la playa asándonos al sol. El destino llevaba tiempo decidido, un paseo por el románico palentino con el que el padre David a menudo amenaza cuando nos ponemos pesaditos con las peregrinaciones.

Comenzamos por Plasencia, en pleno valle del Jerte, de donde son las cerezas, las buenas. Nos la dejamos en el tintero en el puente de San Antonio, ahora sería la primera de nuestras ciudades objetivo.
Reservamos camas en el Parador, bien situado y con un sabor añejo inmejorable. Desde la plaza de parking, con ascensor para coches y simulado tras las pulcras murallas placentinas, a las habitaciones, probablemente celdas conventuales cercanas a las almenas, todo sabía a historia.
Llegamos con hambre y cansados, así que fuimos derechitos al restaurante Especia situado en el antiguo refectorio conventual, a dar cuenta de su exquisita  carta. El local es por si solo magnifico, pero incluido en el entorno del antiguo monasterio de Santo Domingo, insuperable. Sus paredes aún conservan los azulejos de cerámica talaverana del siglo XVI, el artesonado del techo y el banco de granito adosado a los muros, y lo más importante, el  aroma a cenobio de las cocinas. Probamos el zorongollo de pimientos y tomates asados con ventresca de atún, el jamón y el bacalao al estilo monacal. Los chicos se decidieron por el cerdo ibérico con melocones. Ummmmm!!!! Riquisimo. No íbamos a tomar postre, pero.... llegó por allí el chef y cualquiera se resistia a la cuajada con cerezas del Jerte....
claustro parador de Plasencia

Tras tan opípara comida, estiramos piernas visitando el edificio mandado edificar por la familia Zúñiga en el siglo XV. Comenzamos por el magnífico claustro en el que se centra la distribución del resto de dependencias, cada nueva puerta que abrimos esconde una obra de arte.
escalera sobre arcos. antigua sacristia. parador Plasencia

La cafetería del parador ocupa una de las esquinas, al fondo. Hay algunos clientes disfrutando de ella. Es la antigua sacristía, dependencia a la que se llega tras pasar los arcos volados sobre los que se construye una impresionante escalera.
 Otra puerta nos lleva a la sala capitular, hoy utilizada como reservado, cerca está la antigua capilla comunicada con la recepción.

Desde el mismo refectorio, unas escaleras bajan hasta la antigua bodega actualmente utilizada como cafetería pub de la que se puede disfrutar hasta las 2 am. y asi dependencia tras dependencia.  
Si pasáis por Plasencia y tenéis ocasión, visitad el parador y alojaros aquí, es magnífico, de los mejores de España creo.
 Dejo en este enlace un pdf sobre su historia :parador de plasencia


Sobre las seis y media de la tarde quedamos para pasear la ciudad. Aún hacía calor pero no demasiado. Las señoritas de recepción nos facilitaron un plano e instrucciones con lo que no podíamos perdernos, sobre todo la catedral, titular de diócesis desde que el papa Clemente III la concediera en 1188 probablemente para bien del rey y no depender de la de Toledo ni Santiago.

Estatua de Alfonso VIII frente a una de las puertas de la ciudad

 Plasencia fue fundada por el rey Alfonso VIII en 1.186 sobre, seguramente, un asentamiento anterior llamado Ambroz, motivado, sobre todo, por necesidades estratégicas para la Reconquista y vigilancia sobre el reino de León en manos de su tío y "enemigo". Ut placeat Deo et hominibus , reza el lema concedido por el monarca a la nueva villa, de ahí su nombre. En el libro "el alma de la ciudad" Jesús Sánchez Adalid, relata estos hechos con gran maestría narrativa.
El Parador se encuentra en la plaza de Vicente Ferrer, muy original por sus distintos niveles. A la derecha, unas escaleras conducen hacia la puerta de Coria, a la izquierda, anexo al parador, encontramos la iglesia de Santo Domingo, a su lado, el palacio de Mirabel, residencia de los señores de Zúñiga, hoy propiedad del Marqués de Griñón. Cuentan que en el siglo XV, habitando en este palacio D. Álvaro de Zúñiga y su esposa, Doña Isabel de Pimentel, su pequeño hijo Luis, enfermó  llegando a cruzar las puertas de la muerte. Sin embargo, el chiquillo llegó a resucitar, milagro atribuido a San Vicente Ferrer a quien la madre no dejó de implorar un instante por la vida del retoño, en agradecimiento, el matrimonio ordenó la construcción junto a su residencia del convento e iglesia que nos ha llegado a nuestra época. El chiquillo, D. Luis de Zúñiga, años más tarde sería último Gran Maestre de la Orden de Caballeros de Alcántara y amigo personal del Emperador Carlos V a quien sugirió para su retiro tras la abdicación, Yuste.
 El palacio se puede visitar, cruzando el arco te encuentras con un portalón y hay que tocar el timbre. Nosotros cruzamos el pasaje para ver el balcón plateresco que segun la informacion turistica tiene cierto interés y nos vamos a labrar otras tierras.
iglesia de San Nicolás

Otro de los elementos que conforman la plaza es la iglesia de San Nicolás, al otro lado de la fuente. Aquí me suena el móvil y me pongo a resolver asuntos que no se pueden resolver a estas horas de la tarde, imposible sin ordenadores oficiales delante. Me despido a toda prisa de mi interlocutora, la visita va a empezar, un señor, el guardés del templo, está esperando que cuelgue.
 Nos conduce a un punto de una capilla situada a la izquierda del altar y nos pide que miremos hacia arriba. Una cúpula helicoidal con una abertura y otra cúpula mas arriba con una pintura en el centro, observo. Me voy girando y la pintura me va siguiendo. Curioso efecto debido a la forma helicoide del la primera abertura.

 Nos muestra el retablo, restaurado con los dineros de la feligresía, una virgen muy antigua y bien bonita  y los enterramientos, entre ellos el de un obispo Girón de hermosa factura. La pila baustimal es una joya románica de los años en que se construyó la iglesia.






Vamos volando a la catedral, la cierran sobre las 8 y ya son las 7. Ninguno la hemos visitado antes, por tanto prioritario, luego veremos la ciudad.
Lo que había leído sobre la catedral era que Plasencia tenía dos, la nueva y la vieja, una a medio derruir y otra a medio construir. Siempre me hice la misma pregunta: ¿porque no dejar la antigua y edificar la nueva en distinto emplazamiento?. Claro, esto en el siglo XV, edificar una catedral que no se situara en el cogollo de la ciudad, rodeada por todas las casas nobles, ni se planteaba y el sitio era el que era.
Llegamos justos, accedemos por una puerta lateral situada en una coqueta plaza con naranjos y una fuente, un curioso balcón esquinado que se asoma a esta plaza nos indica que estamos frente a la casa del Dean.




 No hay visitas guiadas pero si audioguía, no se pueden hacer fotos excepto en el claustro románico y en la sala capitular. La catedral nueva posee la cabecera y el crucero, el resto es la vieja.
 No me quiero extender hablando de la belleza de este edificio que sin duda la posee ni del museo catedralicio situado en la vieja catedral, hay que venir y conocerla, aunque simplemente sea por la curiosidad de ver cómo se construía a finales del s.XV un edificio como este. Tanto por fuera como por dentro, especialmente en el claustro, la herida de la muerte de una y el nacimiento de la otra son mas que evidentes. Columnas y capiteles románicos, arcos y nervios góticos, la fusión es única.


 Podemos observar muros incompletos, nervios nacientes, piedras que pertenecían a la vieja y colocaron en la nueva y asi hasta que se acabó el dinero. Dice uno de los vigilantes que "porque Felipe II se lo echó todo al Escorial y se olvidó del resto de España". Puede ser. El caso es que así se quedó y asi nos llegó.

Especial mención a esa torre gallonada del Melón de aires bizantinos bajo la que se sitúa la antigua sala capitular, hoy capilla de San Pablo y la talla de la virgen que te encuentras nada más entrar, la Virgen del Perdón, imagen policromada del s.XIII.

 En la nueva, a destacar la sillería del coro, magnífica, obra del artista Rodrigo Alemán. Posee escenas de todo tipo incluidas algunas fuera de contexto, digamos de "difícil interpretación". Por lo visto, esta sillería se proyectó para ubicarla en la antigua catedral y una vez finalizada hubo de adaptarla para situarla en el lugar actual.

 Me llamó mucho la atención que la catedral nueva está pintada, como en su origen, dorados sus nervios, sus techos...impecable, como un bosque de árboles dorados que alcanzan el cielo. No se que restauradora trabajó aquí que decía "llevamos años barriendo oro"... si tenemos en cuenta el pan del preciado metal con el que se ornamentaban paredes que con el tiempo se ha ido desprendiendo, esto es así.
Esta visita fue realmente enriquecedora, conocimos de cerca la forma de trabajar para construir un gran templo a la vez que descubrimos una obra de arte. Salimos por el pórtico de la catedral antigua y comenzamos a tirar fotos pues si bonita es la fachada plateresca de la nueva, la sencillez y austeridad de la antigua con sus arquivoltas y su rosetón en la portada es aún mejor.

Continuamos caminando por la calle de santa Clara buscando la plaza Mayor. La ciudad medieval se dispone en forma estrellada, desde su plaza central parten de forma radial las principales calles que acaban en las puertas de la antigua muralla. La calle Sol llena de comercios, la calle Talavera, la calle Rey o las dedicadas a los oficios, calle Quesos, Zapateros, Vidrieros... la antigua judería, un muy agradable paseo donde descubrir callejones angostos que encajan las cercanas casas adornadas por escudos nobiliarios, como la de las Argollas, donde se celebró el "incestuoso"matrimonio entre Juana la Beltraneja  y su tío Alfonso V de Portugal, iglesias, conventos, palacetes renacentistas, casas solariegas, que nos llevó de nuevo a la porticada Plaza Mayor para sentarnos al calor de la noche en la terraza del Plaza 30 a descansar un rato y disfrutar del entorno.


Un grupo de señores vestidos a la antigua usanza amenizan la velada cantando aquellas canciones aprendidas en la mocedad que remueven recuerdos de cuando nosotros también las tatareábamos. Juglares que atraviesan la barrera del tiempo llamando a Ines, Inesita , Ines o a la Morena Clara. El pueblo está de fiesta, en la Torre Lucía han montado un escenario para actuaciones que comenzarán mas tarde, celebran el festival de Folk.
Suena la campana del consistorio, son las doce, el abuelo Mayorga regalado a la ciudad por aquella afortunada señora de Pimentel, aun da las horas martilleando la campana. Cuentan que lo machacaron las tropas napoleónicas y un alcalde setentero lo volvió a contratar.
Por la mañana volvemos a la plaza buscando un cafe vespertino.El escenario ha cambiado, otra nueva Plaza Mayor nos sorprende, celebran mercado ofreciendo productos de la tierra, aceite, pimentón, bacalao salado, cecinas, quesos, frutas, verduras, conservas...

Unamuno se refirió a ella como "la capital sin provincia", Plasencia es hermosa, elegante y atemporal, una ciudad monumental imprescindible de conocer.



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