domingo, 13 de agosto de 2017

en Cáceres y acción- día 3

Hotel Boutique D, Fernando, en plena plaza Mayor. Mi distinguida habitación y mi baño, de paredes rojo inglés, disponen de sendos fabulosos balcones con cortinillas blancas y postigos por donde dejar entrar el calor y exhibirse a esa magnifica Plaza Mayor: Torre del Bujaco, ermita de la Paz, escalinatas al arco de la Estrella y torre de los Púlpitos, justo enfrente. Ganas dan de no moverse del balcón.
Comienza el día con un buen desayuno bajo los soportales de la plaza, a la fresquita, que el calor ya llegará, ya. Es domingo y debemos aprovechar la mañana o poco veremos, esta tarde solo estarán abiertos los bares. Hoy vamos a disfrutar del tercer casco histórico mas importante de Europa, la ciudad monumental e Cáceres. El núcleo urbano medieval se resguarda tras las murallas de grandes piedras añejas de color ocre reforzadas por las numerosas torres defensivas, unas moras y otras cristianas. Varias puertas salpican los lienzos amurallados permitiendo el paso a calles empedradas, empinadas, serpenteantes entre palacios, casas señoriales, plazas, museos, iglesias...


La primera parada es en la oficina de información y turismo donde un señor muy amable nos regala un plano y nos marca las visitas imprescindibles para conocer un poco esta ciudad monumental. Hay mucho que ver en un solo día que intentaremos estirar al máximo.
Comenzamos a pie de escalinata, antes de cruzar el famoso Arco de la Estrella, a la izquierda, encontramos el acceso a la torre del Bujaco. Torre albarrana de construcción árabe del s XII, denominada Bujaco por una derivación del apelativo del califa que la ordenó. Podemos subir, recorrer parte de la muralla que aún queda en pié, situarnos sobre el arco de la Estrella, continuar andando hasta la torre de los Púlpitos, esta ya cristiana, dada a luz durante la reconquista y volver  a un mirador apañado en el almenar del Bujaco con vistas imprescindibles: el palacio Moctezuma, la catedral de Santa María,  la iglesia de San Francisco, las torres de las Cigüeñas y de las Veletas y un largo etcétera que comparamos con un oscuro lienzo metálico que sirve de referencia sobre el horizonte que contemplamos.

 En el interior de la torre, un centro de interpretación de las tres culturas que nos lleva por un recorrido de la historia de la ciudad y ya quedarse maravillado ya a las 11 de la mañana.

Es momento de atravesar el arco de la Estrella que acerca la plaza Mayor con la de Santa María. Fue abierto en la muralla en el s. XVIII  aprovechando la antigua puerta Nueva, ampliada para dar acceso a los carruajes de los vecinos de la época. En su parte exterior, muestra el escudo de Cáceres mientras que en su interior, una hornacina alberga a la Virgen de la Estrella, alumbrada por un farol estrellado.


Este emblemático lugar fue elegido por la reina católica Isabel para jurar los Fueros en 1477 y posteriormente en 1478 su marido, Fernando el Católico. Cruzar este arco y sentirse transportados en el tiempo todo es uno. El jaleo de la Plaza Mayor es sustituido por un silencio reverente, solo nuestras pisadas sobre las piedras centenarias y algún piar de pájaros son los sonidos que se perciben.

Alcanzamos la plaza de Santa María que toma nombre de la iglesia concatedral, primer templo cristiano levantado tras la reconquista que hoy día comparte diócesis con Coria. A los piés e la única torre encontramos la estatua de San Pedro de Alcántara, a quien todos tocamos sus pies relucientes, a ver si nos da algo de suerte.
Varios edificios importantes rodean la plaza: el palacio Episcopal, el de Hernando de Ovando, el de los Mayoralgo,  el de los Carvajal y en dirección a la plaza de San Jorge el de los Golfines de Abajo, donde pernoctaban los católicos reyes cuando visitaban la ciudad, uno de los mas emblemáticos. Llegamos justo a tiempo, hay vistas guiadas y acaba de empezar , son justo las 11. No nos permiten tirar ni un foto.
http://www.palaciogolfinesdeabajo.com/


 Es una casa fortaleza comenzada a construir en el siglo XV y acabada en el XVI por una rama de la familia de los Golfines que tras la disputa del trono de Castilla tomaron partido por los Reyes Católicos quien les favorecieron con el Mayorazgo.
La fachada es espectacular, como todas en la noble urbe, un cuerpo principal franqueado por dos torres completamente distintas. En él se sitúa la puerta de acceso, sobre ella, arriba del todo, una ventana gótica con el escudo de los Reyes Católicos, único en Cáceres, debajo, el escudo de los Golfines que sostienen dos ángeles. La torre de la derecha es la mas antigua y defensiva con tres matacanes y una galería porticada, mientras que la de la izquierda, mucho mas ornamental, se adorna con los escudos de los Alvarez y los Golfines y una cresta en estilo plateresco de animales fantásticos.

Tras cruzar el umbral, accedemos a una estancia donde nuestra guía, una señorita perteneciente a la fundación creada por doña Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, condesa de Torres Arias y grande de España, nos explica, ayudada de un vídeo, el linaje de tan ilustre familia. La funación tiene como fin la conservación del patrimonio familiar.
Cruzamos el patio de la casa para recorrer la planta baja, cuatro salones y una sala decorados  a distintas usanzas desde el s.XIX al XV. en orden cronológico inverso. En la primera estancia, un enorme retrato de la dueña nos da la bienvenida sobre una chimenea de mármol de exquisita factura, como el resto de la pieza. La ornamentación del segundo, se compuso a partir del salón de baile de la casa madrileña de la familia: sedas. terciopelos y brocados en preciosos estampados florares decimonónicos se derraman en tapicerías, cortinas, sillas, sofás y dinteles, separando ambientes. Mobiliario familiar, taquillones, consolas, espejos, vitrinas, jarrones y cerámicas de incalculable valor, estatuillas, pequeñas esculturas y adornos exquisitos, elementos habituales en casas nobles. Cuadros, algunos de escuela y firma flamenca de gran valor, retratos de carácter privado, luminarias de pared, candelabros y una lampara de cristal de araña enorme que ocupa el lugar central, es desproporcionada con el tamaño de la habitación donde cuelga, su lugar original era de mayores dimensiones. Como pieza estrella, nos muestran un tapiz mural muy bien conservado también de escuela flamenca, en el que se desarrolla una bucólica escena de banquetes de bodas entre dioses.


Para finalizar, la que considero la estancia mas importante de la casa, la sala de armas, con su decoración original en paredes al temple en tonos azules y rojos. Aquí esta plasmado el linaje de la familia, los escudos de todas las casas emparentadas por matrimonio con los Golfines. Observamos que la altura es distinta al resto de las habitaciones, nos movemos sobre un entarimado de madera que no para de quejarse, se trata de una estancia estrecha y alargada cuyo único fin era mantener viva la memoria de la estirpe Golfin.

 En el piso superior, en torno a una galería con ventanas abalconadas al patio, se sitúan distintos aposentos, como un sencillo oratorio con varios relicarios y un lienzo que representa la estigmatización de San Francisco, una sala de caza con trofeos, armas, floretes, incluido un estoque de algún torero Golfin que hizo sus pinitos sin mucho éxito y un curioso teléfono para comunicar con las dependencias de servicio. Mas adelante, un gabinete de carácter mas intimo en tonos beis y dorados donde la guía nos muestra una curiosa muñeca que baila al darle cuerda y que puede tener unos cuantos años ya, en el frente, sobre la chimenea, un retrato de una pareja de la familia con vestiduras oscuras al uso de la época sobre la que hacemos algún comentario a cerca de sus edades. Cruzando de nuevo el corredor, llegamos a la sala mas importante de la planta superior, la de los documentos que nos acercan la historia de la familia desde el siglo XIV a nuestros días, cartas, códices, libros, alguna firma de la reina Isabel incluso.
Contentos con esta visita y tras alguna foto en el patio central junto a los cañones de guerra, pasamos por delante de la plaza de San Jorge para ascender los escalones de la cuesta de la Compañía buscando el museo de Cáceres. Debemos subir a la plaza de las Veletas, un poco mas allá  de la de San Pablo, donde vemos la torre de las Cigüeñas en la casa Ovando, única torre de todo Cáceres que no fue desmochada por orden de la reina Isabel, hay mucha historia de España entre estos callejones.
El museo se levanta sobre los restos de la alcazaba árabe, ocupa dos edificios señoriales, el palacio de las Veletas, que alberga las colecciones de etnografía y arqueología y la casa de los Caballos, antiguas caballerizas que guarda la colección de bellas artes.La plaza está ocupada por unos operarios que andan montando un escenario para algún espectáculo vespertino.
La fachada es singular y única, distintos elementos han sido añadidos a través de los tiempos, como las gárgolas, los remates de cerámica esmaltada y los escudos, o las columnas toscanas del patio interior.
Visitamos las distintas salas arqueológicas que nos muestran restos prehistóricos, romanos, visigodos, almohades... a mi lo que mas me gusta es la ropa, los trajes regionales con sus coloridas cintas, las camisas de jaretas bordadas que utilizaban los hombres del campo y sobre todo el aljibe árabe. Tras unas rusticas y estrechas escaleras de ida y vuelta donde te cruzas con todo el mundo, unas luces azules sumergidas en el agua te indican que ya has llegado, un caminito de cemento protegido con una baranda permite adentrarte hasta casi el centro, es realmente maravilloso. Algunos arcos conservan algo de la pintura original, las cúpulas por donde entra el agua de la lluvia dejan colarse a los rayos solares dándole un aspecto mágico aunque huele a humedad. Parece ser que en principio era una mezquita, una habitación destinada al rezo dentro de la antigua alcazaba, que fue desmontada y utilizada como aljibe para el vecindario y siguió utilizándose hasta fechas recientes.


Continuamos ruta bajo un calor ya considerable, sombreros en testas y botellas de agua en mano, vamos buscando el barrio judío, ahora de San Antonio, atrás quedan las grandes casas señoriales, edificios nobles, iglesias y conventos. Las calles se estrechan, las casas se quedan en  una o dos plantas con tejados de teja roja, los muros encalados en blanco añil se cuajan de flores. Nos espera otra vista interesante, la torre de los Pozos, la mas grande, la mas alta y la mas avanzada de toda la muralla que junto con otra, hoy día desaparecida, la de la Coracha, defendían el acceso a la cisterna de San Roque que abastecía de agua la ciudad. Se entra por una casa del barrio pegada a la muralla convertida en oficina de turismo. Nos atienden dos señoras que como ya nos va sonando, nos preguntan nuestro lugar de origen, cuantos somos y los días que vamos a dormir en Cáceres.


Sobre una maqueta realista al mas mínimo detalle, de las muchas que se exponen en este lugar de edificios emblemáticos cacereños, una de las señoras nos explica como era la torre de los Pozos y como funcionaban las defensas de estas torres albarranas antes de salir al exterior y comprobarlo "in situ".
 Alcanzamos la zona externa ajardinada desde donde subimos a la torre. Las vistas desde lo alto son vertiginosas, al fondo vemos parte de la escalera que conducía a la ribera de Marco. Es en esta zona de la muralla dicen que se localiza el pasadizo por el que según la "leyenda de la gallina de las plumas de oro" entraron las tropas cristianas a conquistar la ciudad. Fue el amor entre la hija del Caid y un capitán de las huestes del rey castellano el origen de la reconquista en los albores de día de San Jorge en 1229. Por esta traición su padre la maldijo a convertirse en gallina cada aniversario de aquel aciago día hasta que la ciudad volviera a manos musulmanas. El día de San Jorge, el ayuntamiento organiza la búsqueda de la gallina de oro en la ciudad vieja en honor a la Mansaborá.
Continuamos errando por la antigua judería hasta toparnos con la ermita de San Antonio, antes sinagoga, paramos  a saludar, es uno de nuestros santos favoritos. Llegamos por el adarve del Cristo al arco del mismo nombre, única puerta romana que aun queda en pie de las cuatro primitivas. El adarve cacereño continua intacto, es un camino de ronda de comprobación de las zonas defensivas, da la vuelta completa a la metrópoli pretérita.
 Subimos por la cuesta del Marqués, cuesta donde las den, topamos con una casa de ambiente árabe,  es el museo Yusef al Borch que no es mas que la traducción al jarilla del nombre de su propietario, Don José de la Torre Gentil, señor que tenia gran curiosidad por la cultura musulmana y adquirió y restauró esta vivienda perteneciente a un mercader de origen árabe para exponer múltiples objetos adquiridos en sus viajes por países de esta cultura dándoles un ambiente real.
De nuevo en la plaza de San Jorge, junto a un portón en la escalera de la Compañía, un cartel anuncia la exposición "de Fortuny a Sorolla"es la casa palacio de los Becerra que alberga la fundación Mercedes Calles y Carlos Ballestero.


Es casi la hora e cierre, nos dejan entrar gratis pero solo al piso inferior donde exponen muebles, pinturas, vajillas, cristales, relicarios, vírgenes, angelotes... en fin, antigüedades de Doña Mercedes.

Hacía tanta calor que estábamos fritos  por sentarnos y tomar una cerveza fresquita, o una detrás de otra. Habíamos reservado para comer en uno de los mejores restaurantes del Cáceres, con mas de medio siglo de antigüedad y expertos en cocina extremeña, El Figón de Eustaquio. Aún faltaba media hora para la cita, pero allí fuimos prestos y ligeros cuando asomamos a la plaza de San Juan. Pedazo de restaurante con carta inmejorable: ensalada de perdiz, migas extremeñas, jamón, torta de Casar, sopa de tomate, carnes etc etc etc porque el etcétera fue antológico, plato tras plato, fuimos degustando las exquisiteces de la cocina regional regadas con un riquísimo vino de la tierra recomendado por nuestro atento camarero. Inmejorable.

 Tras la sobremesa aun quedaban un par de tareas pendientes antes de correr a refugiarnos en nuestras refrescantes y palaciegas habitaciones prometiendo volver a asomar bigotes una vez pasadas las horas caniculares, así que volvimos sobre nuestros pasos a la concatedral de Santa María y a la iglesia de San Francisco Javier.
 La iglesia de Santa María es el templo cristiano mas antiguo de la ciudad, se empezó a construir en el s.XIII en estilo románico mudéjar  aunque su aspecto actual data del s.XVI  ya con poco de románico, con mucho de gótico incluso algo tardío. Cuenta con una sola torre cuadrada de tres cuerpos y renacentista, la de las campanas. A San Pedro, el de Alcántara, lo localizamos en la base.


 Entramos por uno de los tres pórticos con que cuenta la concatedral, el que corresponde al lugar del Evangelio que da a la plaza, el mas antiguo, herencia de la edificación original del s.XIII. En el parteluz una pequeña imagen de la Virgen con el Niño en brazos.

Tras cruzar esta puerta de arco apuntado, un biombo nos aísla de las tres grandes naves que forman el templo, hay que pasar por caja, cumplimos y nos entregan audioguía, la visita promete, vamos a poder contemplar una magnífica iglesia gótica envuelta en un austero exterior típico del renacimiento español.

 Bajo la estilizada cúpula soportada por altas columnas de nave central, un enorme retablo plateresco en madera sin policromar dedicado a la Asunción de la Virgen, es la joya de la catedral junto con la sillería del coro y las capilla del Cristo Negro, importante imagen gótica, principal procesión de la semana santa cacereña.


















Algunos suben a la torre, una curiosa escalera de caracol lleva a la mejor vista en 360º de la capital cacereña, otros nos vamos a la sacristía museo catedralicio, otros buscan asiento en los bancos de la nave central para descansar piernas al fresco.
dejo web de la concatedral:http://concatedralcaceres.com/la-catedral/

Unos pasos mas y subimos a ver la exposición de belenes de la iglesia de San Francisco Javier o de La Preciosa Sangre, conocida así desde 1899 por ser custodiada desde entonces por los hermanos de  esta orden aunque desde 2003 está cerrada al culto. Es una original construcción en estilo barroco que aprovecha el desnivel de la plaza, pareciendo aun mas monumental. En su fachada frontal bajo un arco de medio punto una hornacina guarda la imagen del santo que le da nombre y justo encima, el escudo de la corona real de Castilla y León. A ambos lados, se alzan las altas torres blancas rematadas en tejados piramidales que la caracterizan. Se construyó junto con el convento anexo en el mayorazgo de la familia Figueroa, ya extinta, cuyo ultimo vástago fue jesuita.


En la plaza, a los pies de la escalinata, podemos ver otra imagen, esta vez de San Jorge a caballo dando muerte al dragón, nombrado patrón de la ciudad desde que fue tomada en su día.

El templo está recien restaurado, las paredes enjalbegadas, impolutas, el retablo mayor dorado, reluciente, representa el milagro de San Francisco Javier con el cangrejo que le devolvió el crucifijo cuando el santo naufragó en las Molucas, por Indonesia, mas o menos.


 Dentro de la iglesia se puede ver una colección con un montón de pequeños belenes, aunque el único que me gusta es el de la entrada. El ayuntamiento en Navidad monta aquí el belén municipal.

 Subimos por una escalera de caracol de hierro labrado al piso superior donde esta el coro y el acceso a las torres. Supero vértigos y voy arriba, mas belenes expuestos en pequeñas vitrinas, un espacio para el coro y dos puertas laterales por donde ascender a las torres, otra vez por escaleras imposibles se llega al techo de la iglesia, los campanarios. Mª José sube, y como era previsible nos informa de las estupendas vistas de la ciudad. Creo que se llevó alguna cámara, ya nos llegaran las fotos. Este edificio también alberga el museo cacereño de la semana santa y un enorme aljibe visitable, con el cerrojo echado ambos, no se si por ser hoy domingo.
 Estamos reventados, entre tanta calor , tanto que visto y aún por ver y estas cuestas ya se nos han agotado las baterías. Regresamos a los brazos de nuestro céntrico hotelito para salir en unas horas a disfrutar del Cáceres iluminado.
Descanso un rato, pies en alto mientras en el móvil (bendito invento), entro en el wifi del hotel, (bendito invento también) y miro las localizaciones de lo visitado esta mañana y lo que buscaremos esta tarde noche.
Cuesta separarse de esas frescas sábanas blancas que nos ofrecen unos momentos de relax muy necesarios para volver al empedrado de las calles y seguir disfrutando de una ciudad muy ambientada.
Paseamos ahora por el foro de los Balbos, torre de la Hierba, ayuntamiento, torre del Horno, el adarve de santa Ana, plaza de Publio Hurtado, subimos hacia la torre Sande con esos muros cuajados de hiedra tan colorista, enfrentada a la de las Cigueñas en la plaza de San Mateo. Enfilamos hacia el parador que ocupa la casa palacio del comendador de Alcuescar, precioso, escondido, sereno, maravilloso, me quedo con las ganas de tomar un cafelito, por lo menos... ya volveré, me prometo. Buscamos la Plaza de San Juan y continuamos por la Gran Vía buscando un cajero automático para rellenar la bolsa.
Esto es un paseo por la historia medieval de España, es un paseo empapado de grandes conquistadores, gentes de tierra dentro, de secano que se dice, que un día cogieron el petate y se fueron a hacer las américas volviendo con las alforjas repletas de oro indiano con las que conseguir mayorazgos y erigir grandes casas señoriales en esta, su tierra. Será un tópico pero es así, Extremadura es cuna de grandes conquistadores, Pizarro, Orellana, Hernán Cortés, aun queda esa magia en el aire, caballeros y damiselas, espadas y fustas, magia que han sabido aprovechar los de HBO para pegarse mes y medio rodando por aquí entre iglesias, calzadas empedradas y casas palacio que con el paso de los años han perdido a sus dueños y se han convertido, mas por necesidad que otra cosa, en dependencias administrativas, bares, restaurantes o alojamientos. por eso esta tan tranquilo. Aquí no vive nadie,  aquí da gusto pasear, cientos de rincones para descubrir y admirar. El casco antiguo de la capital es uno de los conjuntos monumentales de la Edad Media y el Renacimiento mejor conservados de toda Europa.

 Hacemos un alto para refrescar nuestras resecas gargantas y disfrutar sentados en la terraza de la tapería con la iglesia sanjuanista como paisaje incomparable de fondo. Esta es una plaza elegante, de turismo fino, con hoteles, tabernas, taperías y terrazas bien bonitas. El hotel NH, división de lujo, ocupa en un lateral de la plazuela, el palacio de Rodrigo Ovando, hijo del conquistador de la Española.

Ha sido, esta siendo un día espectacular. Ya nos lo dijo nuestra amiga Paquita, caballa de adopción aunque cacereña de nacimiento. Nos ayudó a programar este intinere que ha sido excepcional.  Cáceres me ha gustado, mucho, muchísimo. Una gran ciudad que sin duda se merece su ilustre apellido otorgado por la UNESCO

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