domingo, 31 de diciembre de 2023

Iliberis, la abadía de Monte Sacro y nuevo año


Abadía del Sacromonte


Llegamos, por fin, tras aplazamientos por virus varios. El buen tiempo ha sido una constante durante estos dias, lo que nos ha permitido disfrutar de un finde callejero viajero con visitas postergadas en innumerables ocasiones, tanto por la urbe como por la falda de la preciosa Sierra Nevada.
Una de mis tareas archivadas en carpeta de pendientes era conocer de cerca la abadía sacromonteña y debo decir, una vez cumplimentada,  que ha sido todo un descubrimiento. 
Estaba avisada por amigos y peregrinos: "te va a gustar", y me gustó, ya lo creo que me gustó. El enorme monasterio que siempre contemplé en la lejanía enclavado en el valle de Valparaíso, por fin quiso cruzarse en mi camino y se dejó descubrir. Tan "extramuros" se encuentra que siempre lo hemos dejado para otro día, hasta que este sábado dijimos: "vamos" y fuimos. 
Subimos en coche particular,  hay que dar una vuelta enorme para llegar, en Granada es complicado circular, mejor coger un taxi que, en nada, te deja al pie del recinto porque puede atajar por el Albaicín y el Sacromonte. Otra opción es subir andando,  una buena caminata, pero con buen tiempo... ¿quién dijo miedo?, aunque lo mejor es subir en taxi o bus y bajar andando. Son siete cuestas y tardas unos 40 minutos en llegar a Plaza Nueva pasando por el Sacromonte, el Albaicín y la Carrera del Darro.

vista de la Alhambra y Granada desde la abadía

La abadía es una joya granaína de pura cepa, llena de historia, tesoros y misterios. Se alza sobre una ladera del Sacromonte, que en época medieval (musulmana),  se llamaba colina de Valparaíso. Aquí existían unos hornos de cal romanos que en tiempos de Nerón los utilizaron también para entretenerse en achicharrar piadosos insurgentes y demás rebeldes a la causa romana.
A finales del siglo XVI (mil quinientos noventa y algo) en esta ubicación se descubrieron un montón de huesos atribuidos a los primeros mártires cristianos de la Bética y junto a ellos, los Libros Plúmbeos. Entre los primeros, los  restos del primer obispo de Granada y patrón de la misma, San Cecilio, un árabe cristiano que acompañó al apóstol Santiago en la evangelización de Hispania. De las doscientas y pico planchas circulares que conforman la biblioteca de Libros Plúmbeos, poco que decir mas que son bastante interesantes por su intención de conciliar Cristianismo e Islam, sean o no falsos. Recordemos que lo de no ser cristiano católico en España por aquellas fechas tenía detrás a la Santa Inquisición.😓
El revuelo que se lio cuando aparecieron los huesos y los libros fue tal que los cristianos del momento empezaron a clavar cruces por todo el camino desde la ciudad hasta el enclave que nos ocupa, formando un Viacrucis con más de 1200 cruces y pronto el monte se consideró sagrado, Sacro Monte, erigiéndose una pequeña capilla en el lugar dedicada al Santo Sepulcro.
Por otro lado, eso de confraternizar con el Islam después de tanta conquista, Reconquista, Inquisición...como que no. Los ecos del escándalo llegaron al Vaticano, quien reclamó las placas plúmbeas para su estudio. Cómo el jaleo no paraba, el Papa Inocencio las declaró falsas (falsas del s. XVI, claro, que tienen sus añitos) y las metió en un cajón, hasta que Ratzinger en el 2000 las devolvió a la archidiócesis granadina.
La abadía tal como la conocemos hoy se empieza a construir en los albores del XVII con un proyecto mucho mas ambicioso del que nos ha llegado, auspiciado por el entonces arzobispo de Granada, Don Pedro de Castro y Cabeza de Vaca.
claustro

 Los planos guardados en el museo contemplan cuatro claustros y una enorme iglesia, la actual colegiata correspondería a su sacristía. Nunca se llegaron a construir. Tampoco albergó ninguna comunidad de monjes, aunque si un "colegio viejo", el de san Dionisio, institución dedicada a la vida espiritual, intelectual y educativa, que puede considerarse como la primera universidad privada española.
La entrada para conocer la abadía incluida iglesia, museo y santas cuevas cuesta 5€. Dan opción a descargarse una aplicación donde puedes hacer la visita como si llevaras audio guía. Allí no llega cobertura por lo que hay que servirse del wifi gratis en la zona de recepción- taquilla.




Entramos directamente al único claustro existente. Un abeto natural del que cuelgan algunos adornos navideños es la señal del tiempo e que estamos. Es un lugar tranquilo, silencioso, vestido con macetas, naranjos, una fuente... en el piso superior, los balcones se guardan del sol con persianas de cañizo. Estas zonas monacales están dedicadas a la oración, al estudio, a la reflexión. El agua mana del surtidor con su sonido alegre, cristalino, el suelo empedrado al estilo granaíno, dibuja cuatro guerreros que representan los cuatro continentes entonces conocidos. Entre las columnas toscanas, presidiendo los arcos centrales de cada galería, apreciamos el escudo de Salomón (la estrella de David) emblema de la abadía, que aparece montones de veces en los Libros Plúmbeos. También el escudo del fundador, D. Pedro,  responsable de elegir el sello del rey Salomón como emblema abacial al ser considerado símbolo de sabiduría. Lo encontramos por todas partes: claustro, iglesia, suelo, bancos, ropa ceremonial de los sacerdotes, molduras, retablos, esculturas...

altar de la colegiata


Los letreros numerados conducen a la iglesia, es una colegiata, blanca, luminosa, no muy grande, ampliada hace unos 300 años de una nave a las tres actuales. El retablo es espectacular, barroco, exuberante. En el centro, la Asunción de Maria, identifico un poco más abajo a Santiago apóstol y a San Cecilio, tras las rejas del piso inferior se guardan las reliquias de este.  Del resto de acompañantes nos dice la aplicación que son mártires cristianos hallados en las cuevas. En este altar aun se celebra la misa por el rito hispano-mozárabe el  1 de febrero, fiesta y romería del santo.

inmaculada de Guevara

Al volverme, sobre la puerta por la que hemos entrado, veo un enorme cuadro de la Inmaculada, es la original de Juan Niño de Guevara. Preciosa, flamenca, barroca, guapa, guapa y guapa. La presencia de la Inmaculada es constante en la abadía. El temita del dogma de la Concepción de María estaba de moda en el siglo XVII y aqui eran muy muy de la Virgen. El lema de la abadía es : "a María no tocó el pecado primero", frase extraída de los libros plúmbeos por D. Pedro.

Cristo de los Gitanos

Atrás, arriba, sobre la puerta principal de la colegiata está el coro, con un facistol y un órgano. Abajo a un lado, la pintura del milagro de San Cecilio y al otro lado una reja y un cristo...¡ madre mía! ¡el Cristo de los Gitanos! Nunca lo había visto tan cerca... es...perfecto. Su rostro es sereno, los ojos están cerrados, unas gotas de sangre manan de las manos, pies y heridas del costado y de la frente. el cuerpo está vencido, acaba de morir. Los granadinos lo adoran pero es en el Sacromonte donde mueren por él. Es un crucificado de cuatro clavos, como los de Zurbarán o el maestro Pedro Pacheco y su discípulo, Don Diego de Velázquez. La virgen del Sacromonte, su madre, lo acompaña. Ambas imágenes son titulares de la Hermandad del Cristo del Consuelo que procesiona en miércoles santo en Granada.

patio del Sagrado Corazón


La aplicación instalada en el móvil conduce nuestros pasos hacia las Santas Cuevas, cruzando antes el patio del Sagrado Corazón, una colección  de esculturas de bronce fundido de motivos religiosos un tanto estrambóticas se distribuyen en el patio. Pertenecen a la fundación Mapfre y las firma el escultor Venancio Blanco. Tienen su puntito. Jugamos a reconocerlas: la Santa Cena, San Sebastián, Santa Teresa, una piedad, la Anunciación, San Francisco... 
entrada a las Santas Cuevas

Llegamos al origen de la abadía, las Santas Cuevas, lugar del hallazgo de libros y restos humanos. Se entra por una capilla con altar de azulejos sevillanos a un lado, y al otro, una bonita pila bautismal tras la que vemos al crucificado que debe ser el que sale en procesión en Semana Santa, el original ni se lo deben plantear. El altar guarda dos urnas con dos jóvenes adolescentes mártires, reliquias regaladas por el Vaticano a la abadía. Una escalera protegida por una reja bajo el altar de la capilla bautismal, abre paso a las entrañas de la tierra. Entre la palidez de los  jóvenes mártires, el fresquito que hace aquí, la estrechez de la entrada que se ve al final de los altos escalones que descienden hacia ella, la reja... la sensación es un tanto "sombría". El espacio es estrecho, casi agobiante, me recuerda las galerías de las catacumbas que visitamos hace años en Roma, no hay mas luz que la de unas lamparitas titilantes que se encienden cuando pasamos.



el horno de san Cecilio

 Entre corredores angostos se llega a unas ampliaciones abovedadas, varias capillas construidas aprovechando espacios naturales: capilla de la Dolorosa, capilla de Piedra (hay que tocar la piedra), capilla de Santiago (aquí se celebró la primera misa en la Hispania romana s. I). En una de ellas, llamada el horno de San Cecilio, un busto del obispo y la cruz de San Juan de Dios que portaba cuando pedía limosna en Granada.  
Al final, unos espacios más amplios, encalados con puertas al exterior, nos indican que estamos en lo que fueron las dependencias originales de los primeros s frailes que habitaron el lugar. Esta zona da a una amplia terraza con suelo de chinos, un fantástico mirador hacia el valle de Valparaíso  que alberga en la parte posterior el cementerio de la abadía, el de los canónigos.

cementerio de la abadía


Volvemos por donde hemos venido aunque antes, echamos un ojo al cementerio de la abadía. 
Llegamos al patio de la estrella (de Salomón), así llamado por el dibujo que forman los chinos del suelo. Es el entorno del colegio viejo, donde residían los estudiantes de latín, hebreo, árabe, derecho civil, eclesiástico... lo dicho, la universidad privada mas antigua de España. En el s.XIX se construyó el colegio nuevo que salió ardiendo en el año 2000 y anda aún en rehabilitación, lo quieren convertir en hospedería.
patio de la estrella

El museo consta de cuatro salas bien diferenciadas y bien cargaditas. Nada más entrar, descubro unas planchas de imprenta en la pared que me suenan mucho, muchísimo. Me quedo mirándolas hasta que se enciende la luz en mi cabecita, corresponden a la plataforma de Vico, uno de los primeros planos de la ciudad dibujados por el constructor de la catedral de Granada, Ambrosio de Vico. Di con ella hace algunos años en la web de la UGR, dejo enlace: plataforma Vico se puede ver en alta resolución. merece la pena darse un paseo por este plano y reconocer las principales calles y edificios de la ciudad hace unos 400 años.
Junto a las placas, algunas muestras en facsímil  de los famosos libros plúmbeos, cajas de plomo, las piedras con los huecos donde estaban guardados y enterrados. La verdad es que el recorrido en este pequeño museo es bastante interesante pues hablan de toda la historia de este descubrimiento y  acontecimientos posteriores. 
Libros Plúmbeos

En el resto de salas se acumulan tapices, cuadros, hasta un Goya, libros, había un tratado de Averroes, una carta de Pizarro enviada al emperador Carlos, un mapamundi de Ptolomeo, una inmaculada de Pedro de Mena, un calvario en marfil de Alonso Cano...es un no parar, tesoros acumulados a lo largo de los años donados o dejados en herencia por simpatizantes, estudiantes ilustres, canónigos, algunas adquisiciones etc. Un valiosísimo patrimonio que merece la pena conocer.

Nuestra visita acabó aquí, luego nos fuimos a comer muy cerca, al Caldero, en el Fargue, que no es que se coma bien, se come mejor. En la terraza se estaba de lujo, al solecito. Poco público al principio, pero en cuestión de media hora empezó a llegar gente y aquello se llenó. Me pedí un pastel de berenjenas que estaba de 10. Mis acompañantes se decidieron por probar los solomillos y chuletones, exquisitos también. Muy recomendable el lugar tanto por la calidad de la comida como el precio y el servicio. Fue una mañana muy bien aprovechada. Sensacional la visita a la abadía, estupendo el restaurante y fabulosa Granada, como siempre.

Para ver fotos de la abadía: abadía del Sacromonte 




lunes, 25 de diciembre de 2023

Nativitas


 Hoy 25 de diciembre, acabo de llegar a casa después de participar en la misa vespertina de Navidad y he sentido la irremediable necesidad de ponerme a escribir. Como si alguien me empujara, ¡Vamos, rápido, que se te olvida!. Puede ser, mi Ángel de la Guarda, cada día con más trabajo, se impacienta.

San Francisco luce preciosa vestida para la ocasión: los candelabros distribuidos por toda la iglesia con sus elegantes velas encendidas, las guirnaldas de enredados lazos rojos colgando de balcones y barandillas, el belén en lugar preferente, ante el altar, elegante, sencillo, humilde. Tras este, un deslumbrante letrero de neón nos desea "feliz Navidad". El reluciente y recién estrenado árbol navideño a un lado, junto a San Agustín y el niño Jesús delante de él, ocupando el caballete de la corona de Adviento, esperando la adoración de pequeños y mayores. El coro, bien afinado, entonaba los villancicos de toda la vida mientras guardábamos cola para acercarnos al altar. ¡Que sensación mas reconfortante! Recuerdos, aparcados en el baúl de los recuerdos, a flor de piel.

Esta noche, el padre David, mi querido David, nos ha regalado una celebración entrañable, llena de cercanía, de calidez y de agradecimiento. Las apocalípticas palabras de San Juan se han convertido por un momento en haces de luz que nos envolvían y hacían entrar en calor mi resfriado cuerpo. Y todo por una frase: "recordad a los vuestros que ya no están aqui pero están con nosotros". Verdad verdadera. 

La Navidad es para mí  de lo mejor que tenemos los cristianos, el nacimiento, el principio, el comienzo de nuestra historia, lo que somos, de nuestra razón de ser. Démosle el lugar merecido, sin distorsiones. Esos desvíos del orden original cada vez nos conducen, con más insistencia, hacia el consumismo y el festejo sobreactuado. 

Demasiada saturación de comidas y cenas de empresa, grupos de no se que actividades nacidas de excusas justificables a destiempo, visitas inesperadas a deshoras que te hacen beber mas de la cuenta y festejar no se que cosa que no tiene nada que ver con el verdadero sentido de estas fechas. 

Casi nunca he tenido ocasión de disfrutar estas "celebraciones", o no he tenido esa "suerte" y menos aún desde hace unos años, cuando el día más triste de mi vida transcurrió un 20 de diciembre. Todo cambió. No es cuestión de culpas sino de voluntad y amor que faltan a palazos. Para mi estos días se vuelven grises, aunque el Sol brille en toda su magnificencia. No entiendo tampoco que los míos lo olviden y no me envuelvan en su manto protector. No puedo evitar mirarlos con cierto reproche, por mucho que los quiera, si no lo recuerdan, dejémoslo así. Que cada cual aguante su vela.

No pienso permitirle el paso a las tinieblas, aunque me cueste dibujar la sonrisa en mi cara, aunque hoy me haya emocionado al escuchar a David y casi me haya echado a llorar. He recordado aquel sábado 22 en que Isidro, Alberto y él supieron, con su presencia y su bien hacer, consolar mi exhausta  alma con algo que ya sabía y que el dolor me había hecho olvidar: "esto no acaba aquí, esto es solo una etapa más. Hay que tener fe". Subidón. Bendito el instante que cruzamos nuestros pasos.

Eso es, esa es la suerte que tenemos, que creemos, que tenemos fe, que sabemos que volveremos algún día, como Aquel que nos hizo a su imagen y semejanza. Entonces, podremos disfrutar de la verdadera Navidad. Ese es el sentido del nacimiento, de la ternura del recién nacido, de la Natividad. Como cuando la abuela Rosa nos contaba el cuento del ángel que vio al niño Jesús nacer en Belén, o cuando el abuelo "guisante" se disfrazaba de Rey Mago o de papá Noel y los peques alucinaban. Luz a raudales, felicidad en estado puro. Abuelos, hermanos, primos, tíos... papá.

Se que algún día volverá esa magia, que todos estaremos juntos y que la soledad, el frío y la tristeza que ahora se instalan en mi corazón cuando llega diciembre antes o después se convertirá en calidez, en sonrisas, en risas, en alegría y en paz. 

Eso espero, para todos.

De mientras...Feliz feliz Navidad!

Os quiero😍

Macu