Éfeso. Yo nunca he estado en Éfeso, en las ruinas más famosas de
Asia Menor, pero sé que es un inmenso pedregal y a la vez un gigantesco museo
al aire libre que fue excavado por los
ingleses en el siglo XIX, durante la última época del Imperio Otomano, por lo
que hay más de la antigua ciudad en el Museo Británico que en la misma Éfeso.
El mar acariciaba antiguamente esta próspera y concurrida urbe, punto
de partida de rutas comerciales por el interior de Asia, pero el tiempo, igual
que en otras muchas ciudades costeras, se encargó de poner tierras de aluvión
por medio, condenándola al abandono y al olvido al transcurrir los siglos.
Éfeso era entonces el lugar sagrado
de Artemisa, la diosa Diana de los romanos, protectora de la naturaleza. Su
imagen de ébano se veneraba en el interior de un templo de 120 columnas, una de
las siete maravillas del mundo, y ese santuario tenía a su disposición el mejor
servicio de vestales, sacristanes, músicos, acróbatas, ofrendas, etc… El mar llegaba a sus pies. De todos los
puntos de la Hélade
acudían barcos de peregrinos a rendirle culto a la diosa, y los mercaderes
hacían grandes negocios bajo su mirada.
Ilustres turistas, desde Cleopatra y
su Marco Antonio, Alejandro Magno, San Pablo, San Juan o la Virgen María , pisaron
sus calles y contemplaron sus edificios, la vivieron en su máximo esplendor.
Todo esto y mucho más tiene Éfeso que ofrecernos en su visita. Espero no perdérmela.
I.M.C.
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