viernes, 18 de noviembre de 2011

EFESO


Éfeso. Yo nunca he estado en Éfeso, en las ruinas más famosas de Asia Menor, pero sé que es un inmenso pedregal y a la vez un gigantesco museo al aire libre  que fue excavado por los ingleses en el siglo XIX, durante la última época del Imperio Otomano, por lo que hay más de la antigua ciudad en el Museo Británico que en la misma Éfeso.

El mar acariciaba antiguamente esta próspera y concurrida urbe, punto de partida de rutas comerciales por el interior de Asia, pero el tiempo, igual que en otras muchas ciudades costeras, se encargó de poner tierras de aluvión por medio, condenándola al abandono y al olvido al transcurrir los siglos.

Éfeso era entonces el lugar sagrado de Artemisa, la diosa Diana de los romanos, protectora de la naturaleza. Su imagen de ébano se veneraba en el interior de un templo de 120 columnas, una de las siete maravillas del mundo, y ese santuario tenía a su disposición el mejor servicio de vestales, sacristanes, músicos, acróbatas, ofrendas,  etc… El mar llegaba a sus pies. De todos los puntos de la Hélade acudían barcos de peregrinos a rendirle culto a la diosa, y los mercaderes hacían grandes negocios bajo su mirada.

Ilustres turistas, desde Cleopatra y su Marco Antonio, Alejandro Magno, San Pablo, San Juan o la Virgen María, pisaron sus calles y contemplaron sus edificios, la vivieron en su máximo esplendor.

 La Puerta de Magnesia, las termas, el Agora del Estado, el Odeón,  el Pritaneo  que era el ayuntamiento donde ardía el fuego sagrado, la Vía de los Curetos, una de las arterias principales de la ciudad,  la Plaza de Domiciano, la espectacular fuente de Polio, las Casas de la Ladera (zona rica de la ciudad), los Baños Escolastiquia, con sus cuatro salas de baño romano: el Apodiatario o guardarropa, el Frigidario, el Tepidario y el Caldario, el Templo de Adriano,  y hasta las letrinas que perfectas nos han llegado en su viaje en el tiempo, la Puerta de Adriano, la Biblioteca de Celso, el Ágora Inferior, el Antiguo Teatro que es el anfiteatro más grande del mundo, con una capacidad para más de 30.000 espectadores donde San Pablo predicó muchas veces contra los cultos romanos, la Vía del Puerto, el Gimnasio del Teatro, donde está la antigua Bolsa de Cereales que se convirtió, en el siglo IV, en la primera iglesia dedicada a la Virgen María y por fin el Templo de Artemisa que durante un periodo de más de mil años fue uno de los principales centros religiosos, políticos y económicos de Éfeso.
Todo esto y mucho más tiene Éfeso que ofrecernos en su visita. Espero no perdérmela.
I.M.C.

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