lunes, 15 de enero de 2018

de Palencia y otras piedras

Domingo lluvioso de enero, tarde de pijama, libro y sillón. Me asomo a la ventana y veo la cortina de agua que cae de un cielo gris encapotado. Escampa, llueve con más fuerza, vuelve a parar, salen dos rayitos de sol y otra vez llueve. Recuerdo aquel lunes de agosto en "tierras de Castilla", llovía con ganas, escuchábamos el sonido de truenos y relámpagos sentados cómodamente en el salón del colegio palentino mientras nos atiborrábamos a dulces caseros, compañeros de la hora del café. El padre Boni nos entretenía la sobremesa contándonos detalles de lo ya visto y haciéndonos la ruta para lo que quedaba de tarde en esta hermosa y acogedora ciudad, de la que sin duda, nos hemos llevado gratos recuerdos, una bella desconocida que empieza a perder el pudor y está dejando de serlo.

¿Alguien piensa que no hay nada que ver en Palencia?,  Está de lo más equivocado.
Tras un fin de semana muy trajinado, el lunes se nos presentó tranquilo, ya era hora. Cuando estamos de ruta siempre debe haber lugar para conocer algo mas que rincones. Conocer es una palabra muy grande, tanto como descubrir, y mas aún dependiendo de lo que venga escrito detrás.

Comenzamos la mañana de temprano, con un buen desayuno frente al magnífico edificio del mercado de abastos de la ciudad, construido a base de hierro forjado y cristal. Su particularidad es que no tiene ni una soldadura por lo que está considerado como monumento civil. Conserva la estructura de 1.900, cuando lo levantaron, aunque está rehabilitado y muy bien, por cierto.




Como curiosidad, comentar que justo delante, se encuentran uno de esos buzones para tirar la basura que llevan a depósitos subterráneos, bien, pues los palentinos utilizan tarjeta como las de crédito para que se abran, es decir, si no pagas el recibo de las basuras, no la puedes tirar.

 Un relajado paseo por la capital de la provincia, quizás una de las más antiguas del país, paraguas en mano, nos llevó por el entorno del hotel: la plaza Mayor engalanada para las fiestas, el ayuntamiento, el convento de San Francisco, los soportales de la bonita y modernista calle Mayor espina dorsal de la ciudad, la plaza de la catedral a la que prometemos visita, Puentecillas sobre el Carrión, la calle Mayor Antigua que trazaron los romanos, el puente Mayor, la iglesia de San Miguel donde según dicen, casaron El Cid y Dña. Jimena y vuelta, que llegamos tarde.



Y es que la capital hace juego con la provincia, una de las más espléndidas de la geografía española. Quizás no sea apta para todos los gustos, ya que es necesario un interés especial, no es la misma gente la que viene aquí a meterse en soledad a admirar una iglesia de diez siglos de antigüedad que la que va buscando el sol y el ambiente de la costa. A mi me gustan los dos, hay un tiempo para cada cosa. Lo que sí puedo asegurar es que hay mucho para ver y detenerse: edificios modernistas en la calle Mayor cercanos a conventos y fachadas barrocas, esa preciosidad de catedral que de ningún modo te anuncia las enormes sorpresas que guarda en su interior y que por si sola ya sería suficiente razón para venir hasta aquí, los parques siempre frondosos, que aseguran a sus ciudadanos el prorrateo más alto de todo el país m²verde/habitante, el apacible río Carrión con sus tres puentes que marcan tres épocas, sus museos, su gastronomía y su gente, buena gente, gente buena, de los de verdad.



 Y con ellos compartimos el dia, con gente buena de verdad. Una celebración con una gran familia de corazón que siempre quedará en el nuestro, así fuimos acogidos y nos sentimos, en familia.
En la avenida de Madrid palentina, donde un gran letrero recuerda que la capital de provincia fue sede de la primera universidad española, se encuentra el colegio San Agustín de Palencia.


 Este edificio, que ha visto pasar mas de 60 promociones de alumnos y seminaristas, que ha llegado a tener en sus aulas a 500 chavales y en su internado casi otros tantos por curso, tuvo que cerrar porque su proyecto dejó de ser viable. No tenía alumnos. Cosas de los tiempos actuales. Lo del cierre de este centro hace 7 u 8 años, me parece de juzgado de guardia cuando la calidad de los agustinos en cualquier capital española ha sido siempre cinco estrellas.
Ahora dedican sus estupendas y amplias instalaciones, incluido huerto, canchas deportivas, clases, dormitorios, iglesia, etc a cursos esporádicos de inglés en verano.


 La educación escolar en este país ha cambiado mucho, en mi opinión, a peor. Creo que hoy día la enseñanza llega a todos los niveles de la sociedad, en eso si que hemos mejorado considerablemente, pero por desgracia, la calidad de la misma deja mucho que desear. Un sistema educativo donde los maestros son más funcionarios que profesionales de vocación, donde los que deciden qué materias, como y cuando impartirlas son políticos,  donde los alumnos tutean a los profesores y los padres piden explicaciones y hasta son capaces de llevar a los tribunales a un maestro por poner un poco de orden en una clase, está condenado sin duda al más absoluto fracaso. Si no queremos que esto se perpetúe en el tiempo, deberíamos volver a los valores que le dan sentido a la vida: al respeto,a la espiritualidad, a la tolerancia, al honor, a la familia.... mil y un conceptos  que dejan de tener sentido con tanto mirarse el ombligo cada cual  y al móvil.

 La jornada no se pudo presentar mas enriquecedora, además de compartir misa, mesa y mantel con nuestros anfitriones el padre David y sus padres, Mina y Jose Luis, lo hicimos también con el padre Agustín, rector de la comunidad palentina y responsable de nuestra presencia allí, además de con Juanjo, encargado de la logística y mantenimiento de las instalaciones, con Clara, doctora, bloguera y magister en manualidades, con el doctor Vela, velador de la salud de la comunidad, que me contó durante el almuerzo mil y una anécdotas  de su relación con la casa, con fray Castilla, quien a pesar de sus muchos, muchísimos años y apoyado en un par de muletas, no se perdió puntada e hilvanó más de un comentario sobre su tierra jerezana y Ceuta. También tuvimos ocasion de conocer al obispo emérito de Cafayate, en Argentina, D. Mariano Moreno  que por motivos de salud andaba por estos andurriales con la esperanza de conseguir recuperarse y volver pronto a su tierra prometida, un señor encantador debo decir, muy amable y cariñoso con todos.
Aunque por el Norte no celebren el santo "del nombre", el dia de San Agustín fue una gran celebración para todos, a la que por supuesto se sumaron además de la comunidad agustina, los padres y familiares de frailes de la zona, convirtiéndose en una jornada realmente entrañable que acabó pasadas las cinco de la tarde con la recomendación del padre Boni de una vista a la iglesia más antigua de España en activo, San Juan, en  Baños de Cerrato y asistencia a Vísperas en el monasterio de la Trapa.

Nos despedimos de todos, sobre todo de Clara, con la complicidad de los buenos conocimientos y la  certeza de que mantendríamos contacto, porque hay gente que siempre está ahí, al otro lado. Cuando nos fuimos, me di cuenta que no había tirado ni una foto, ni siquiera con ella, tampoco es que sea imprescindible, no hace falta. Con leerla los lunes que "vencen la semana" y sobre todo los alegres "por fin es viernes" me seguire conformando, aunque me encantan los miércoles cuando google+ avisa de un nuevo post en exprime-t . No lo dejes Clara, seguro que hay mucha gente que aunque no lo diga, te espera. Tengo el marcapáginas que me diste ese dia en mi libro de cabecera.
Carmen se trajo unas cuantas ramitas de árboles frutales que le regaló Juanjo para que las enseñara a los chiquillos de sus clase de parvulitos. Eso es una maestra de verdad, se acuerda de ellos en plenas vacaciones, ¡si señor!.
El enorme huerto plagadito de manzanos y  árboles frutales de todas clases estaba reventón. Nos comentó fray Juanjo que se había pegado dos dias atrás la gran paliza recogiendo manzanas y ahora no habia bastante tarro de linimento para los dolores musculares. Pocos habían ido a echar mano, a recolectar.

David nos condujo hasta la localidad de Baños del Cerrato pero nos encontramos con una pequeñita y preciosa iglesia visigoda cerrada a cal y canto, los lunes está todo cerrado en Palencia, es uno de los indicadores de que no hay turismo masivo. Otra visita más apuntada en la agenda para el dia siguiente y vuelta a la autovía a buscar la Trapa para tomar un chocolate, hasta Vísperas aún quedaba un rato y con la tarde de lluvia que hacía, el chocolate calentito se apetecía bastante.
Es curioso, el monasterio se localiza a un lado de la autovía y a escasos 500 metros, al otro lado de la carretera, la fábrica, justo en frente.


Cuando entras en la chocolatería de la Trapa el perfume a cacao te "atrappa" y lo envuelve todo. Chocolate por aquí, bombones por allá, para una fan acérrima al chocolate como yo, esto es el paraíso.


 Total que ¡chocolates calientes celestiales salpicados de historia para todos!.
El chocolate es una tradición de la zona desde que en 1.891 se instalaran en lo que quedaba del antiguo monasterio de San Isidro de Dueñas unos monjes cistercienses de origen francés, de la Estricta Observancia. Estos monjes, más conocidos como trapenses, tenían sus propias recetas para cocinar chocolate que encandilaba a propios y extraños. El monasterio pasó a ser conocido como la Trapa,  y el  negocio de chocolates comenzó a crecer, cacao en polvo, tabletas de chocolate, bombones.... En 1.960 decidieron montar la empresa y la fábrica y en 1.984 la vendieron, formulas incluidas, a Rumasa. Hoy día, la fábrica está en manos de una familia palentina, los Fernández Calvó que han multiplicado y modernizado el negocio que ya factura unos 10 millones de euros, exporta a 50 países y cuenta con 125 empleados.
 La fábrica se asienta en territorio del monasterio y con los monjes aún mantienen acuerdos, como por ejemplo utilizar la leche de la vaquería de la Trapa para la preparación del chocolate que nos tomamos en la chocolatería donde estamos.
Disfrutamos de un rico chocolate trapense con bizcochitos  y compramos bombones a granel para un regimiento. ¡que ricos!. Son famosos los cortadillos de dos capas de praliné además de los bombones clásicos.
Se nos echa la hora encima y aunque solo hay que cruzar al otro lado de la autovía debemos irnos ya. Atravesamos a toda prisa la fachada principal del monasterio para dirigirnos a la entrada de la iglesia, al final de la plazoleta, donde esperamos poder asistir al rezo de Vísperas. Un poco antes, una pequeña puerta permite entrar a la capilla del padre Rafael  Arnaiz, canonizado por el papa Benedicto.


En este austero cenobio de líneas herrerianas que se enlazan con ábsides románicos, conviven un puñado de monjes de clausura dedicados a trabajos físicos, como la huerta o la vaquería, al ritmo que marcan los rezos. También dan hospedería a quien la necesita, días de reflexión y descanso.
 La jornada comienza sobre las 4 de la madrugada con el rezo de Vigilias y acaba a las 8 de la tarde con Completas, en medio, tareas, más rezos y estudios, porque estos no andan en Babia, saben de política y deportes, de ciencia y sociedad. A las 9 de la noche se van a la cama previa Lectio Divina.
Es una vida austera, hay que ser muy valiente y muy feliz en ella para llevarla.
Entramos a la iglesia por la puerta románica y casi me como al que va delante mía, todo es oscuridad, no veo nada.

Las pupilas se acostumbran ya distingo los bancos, me siento al lado de Mina, comienzo a observar a mi alrededor. Una reja separa el fondo de la iglesia, donde nos acomodamos, del resto. Entran algunas personas que se colocan en los bancos situados delante nuestra, al otro lado de la reja y entonces se enciende la luz. La nave del templo, oscura, fría y húmeda como el dia que nos está acompañando, se enciende para la oración. Los monjes ocupan sus lugares en el coro, visten unos holgados hábitos blancos.

Las gargantas comienzan a templar voces, se notan educadas, graves, divinas. Son muchos, unos mayores, otros maduros, aunque me sorprende la juventud de algunos, muy jóvenes, con cabezas rapadas, movimientos casi espasmódicos, enérgicos.
Me resulta anacrónico estar aqui, en este rincón del planeta donde estos hombres rezan a Dios, suplican con sus preciosos cantos por los que sufren, los que necesitan de su ayuda, por todos nosotros que apenas somos capaces de seguir la ceremonia. Yo por lo menos no. "Dios mío ven en mi auxilio, Señor date prisa en socorrerme"....  Estoy totalmente enganchada con esa hermosa música que sale de sus cuerdas vocales, esta especie de cantos gregorianos que no entiendo pero que hipnotizan, son capaces de emocionar y tocar la fibra sensible, es la Liturgia de las Horas. No dura mas de quince o veinte minutos, me llega al alma.
Nos vamos, regresamos al hotel para descansar un rato antes de salir a conocer la noche palentina.
Otro homenaje en casa Lucio (tapeo de sobresaliente) para rematar otro dia espectacular en esta ruta castellano leonesa que nos está enamorando cada dia mas.










martes, 2 de enero de 2018

Románico palentino III Olleros y mucho más

Empiezo el año con catarrazo incluido. Que malo se pone uno cuando los virus hacen de las suyas: pies frios, manos congeladas y cabeza caliente. El remedio para curarlo el de siempre: caldito de pollo, manta y sofá. Nada de tele ni libros, prefiero escribir a leer, cuesta menos.
 Retomo el hilo donde me quedé, en aquellos últimos días del mes de agosto, cuando junto a mi paciente marido y nuestros amigos Carmen y Agustin subimos al Norte, a descubrir Palencia.
Que esta provincia es reserva natural del románico, todo el mundo lo sabe, a opinión de algunos, por la pobreza de la comarca,  sostenida en los siglos que impidió derribar edificios romanicos para levantar góticos. Puede ser.
 En este viaje que discurre entre campos infinitos y carreteras despejadas, cada pequeño pueblo por pequeño que sea tiene una increíble iglesia y un patrimonio digno de admirar y aprender más sobre un estilo artístico que predominó en España en una época absolutamente fascinante.

 Pernoctamos en el hotel Convento de Mave, lugar recomendado por nuestro querido padre rector y desde luego no pudo estar más acertado, a pocos kilómetros de la muy noble y galletera Aguilar de Campoo. Nos encanta dormir en esos lugares que tienen su historia tatuada en los muros. Llegamos a las 2 y pico de la mañana, cayendo ya las primeras gotas del gran diluvio anunciado por los hombres del tiempo. Mientras los caballeros aparcaban el coche en el patio, las señoras nos dirigimos a la entrada, cerrada a cal y canto. Tuvimos que llamar por teléfono al que respondió un señor con poco ánimo y mucho sueño, nos abrió diligente la puerta y ni siquiera preguntó nombres, nos dió unas llaves a cada uno y nos llevó a una preciosa habitación conventual acondicionada con un estilo minimalista muy adecuado, auténticas celdas de vanguardia, un gusto exquisito entre paredes de adobe y piedra sosteniendo vigas de roble, espacios iluminados por pequeñas ventanas cenitales y sin embargo, una habitacion cómoda y acogedora.

Con las primeras luces del día, comprobamos que estabamos en un entorno único, en plena campiña palentina, un convento del siglo XII donde se ha respetado al máximo los elementos arquitectónicos originales completándolos donde era necesario con un buen gusto sosegado y reflexionado que te hace sentir la paz y la tranquilidad que debía reinar antaño en el lugar, evidencia pura de que el maridaje entre la arquitectura del siglo XII y el diseño vanguardista del XXI puede ser una maravillosa idea, sin que haya que perder un ápice de la belleza original.

La mañana amaneció igual que se fue el dia, lloviendo a cántaros, aunque poca mella hizo esto en nuestros ánimos. Dimos una vuelta de reconocimiento por el convento antes de irnos donde comprobamos como se habían respetado las estructuras originales, incluido el horno de cocer pan, el claustro con fuente zen, las celdas, el refectorio y ahora sí, al pasar por la digamos, "no recepción", nos pidieron santo y seña.
 El hotel convento de Mave se convirtió hace 30 años en la primera posada rural de Castilla León, en 2015 puso a Palencia en el mapa hostelero cuando le concedieron el galardón como mejor hotel rural de España y desde luego es toda una experiencia dormir entre sus muros.
 Nos quedamos sin entrar en la iglesia, no se muy bien porqué, quizás por las prisas de desayunar,  ir a Olleros o quizás por la que estaba cayendo, el caso es que vimos desde el coche que estaba cerrada y nos fuimos, luego nos enteramos que hay que pedir las llaves en el hotel.
para saber mas sobre Mave:
http://www.elconventodemave.com/que-hacer-y-ver/30-santa-maria-la-real-de-mave.html

Tras unos cuantos kilómetros y unas cuantas vueltas, topamos con el único bar abierto en varios kilómetros a la redonda, el Feli, en Olleros de Pisuerga. Allí desayunamos y preguntamos donde estaba la iglesia rupestre de los Santos Justo y Pastor, considerada la catedral de la arquitectura rupestre y quizás la joya más singular de todo el románico palentino.

El cielo continuaba cubierto aunque ya apenas chispeaba, lo que nos permitió disfrutar del paseo, unos escasos 150 metros campestres que nos separaban de ella. Lo primero que vemos a nuestra derecha es una torre campanario construida en sillería, erigida sobre un montículo,  una cueva que también se utilizó como horno de alfarería para cocer las ollas, de ahí el nombre del pueblo, Olleros. Salvada la torre, ya vemos la escalera, el pórtico y la espadaña de la iglesia, hasta hace relativamente poco parroquia del pueblo.


Ha comenzado a llover con ganas y el cuidador no nos deja entrar porque dice que hay mucha gente, así que paraguas en ristre, nos quedamos a las puertas aguantando el chaparrón hasta que a Abel, le da pena penita de nuestras caras y nos cede el paso.
La iglesia rupestre de los Santos niños Justo y Pastor es toda una belleza, un templo que fue excavado, cuan grande es, a fuerza de pico y pala en un monte de roca arenisca. Nos cuenta Abel que se ha pasado todo el verano regandolo, suelos, paredes, techo. Si se seca, se desmorona.
 Probablemente el origen de este tipo de construcción o, mejor dicho, "excavación" esté en los  movimientos migratorios de la Hispania mozárabe,  en los siglos IX-X ya hartos de tanto musulman, se instalan el los valles norteños en zonas cercanas a ríos o arroyos.

El lugar que visitamos es un conjunto eremítico formado por el templo, una torre de defensa y comunicación utilizada probablemente como antiguo baptisterio y una necrópolis.
 La iglesia consta de dos naves, varias capillas, un coro y una sacristía.


Está claro que los primeros ocupas fueron relevados por otros que continuaron excavando y lo siguieron haciendo durante varios siglos, hasta adquirir el tamaño y su traza románica actual.
Todo está labrado, cuatro pilares decorativos separan las dos naves, las bóvedas y los arcos fajones.


Más que arquitectura, es una maravillosa escultura en roca arenisca. El interior está poco decorado. Un crucifijo gótico preside uno de los dos altares principales, probablemente el más antiguo, pues es parte de la misma roca. 

El otro altar principal cuenta con un retablo de unos 300 años de edad. La pila bautismal en una pequeña capilla es sencilla, humilde. 
El coro, al que se puede subir y contemplar toda la iglesia se encuentra en la zona trasera, también hay una capillita junto al altar antiguo con enterramientos de algún pudiente del pueblo.

Nos muestra Abel la llave de la puerta, es de las de tres kilos, bien grandota. 
Aprovechamos que escampa y cambiamos el espacio natural de las Tuerces por el de Covalagua, nuestra intención era visitar la cueva de los franceses, pero esta visita no se puede dejar a la improvisación, hay que reservar, con lo cual mi gozo en un pozo.

Nos conformamos con subir al mirador de Valcabado un espectacular balcón natural sobre el valle de Valderredible. El viento sopla con aspiraciones de galerna, salir del coche se vuelve difícil pero mantenerse firme frente al empuje de Eolo es todo un desafío.

 No podemos estar mas de 10 minutos, y digo mucho, admirando la maravillosa fotografía que nos regala la naturaleza, las condiciones climatológicas no lo permiten a la gente del sur del sur. Aquí hay que volver y visitar de paso la cueva, asignatura pendiente.
 El último objetivo de la mañana, recomendado por todos los palentinos especialmente el padre Boni, sería la noble y galletera villa de Aguilar de Campoo y en especial su monasterio de Santa María la Real. 
Aguilar de Campoo es otra preciosa urbe situada en el Norte de Palencia que lleva más de 100 años ennoviada con el apellido Gullón. Cuando en España las galletas nada mas las conocian los que habían visitado la Gran Bretaña, al Sr Gullón se le ocurrió plantar una de las fábricas galleteras más grandes  de Europa en plena montaña palentina. Desde entonces y hasta ahora lo de cocinar galletas en este país es de la misma familia, y ¡como huelen! desde la autovía, a gloria bendita.


"Hasta una ruina puede ser una esperanza" citó Unamuno y Jose Maria Pérez "Peridis" hizo de esta frase su emblema, se propuso conseguir la recuperación del innegable patrimonio que la historia había dejado en Castilla León comenzando por el "convento caído", donde jugaba y se destrozaba las rodillas de chaval. Cuenta que cuando era pequeño, un enorme cartel sobre la verja  rezaba "monumento nacional, prohibido el paso". La gente del pueblo entraba a llevarse de todo, hasta los legajos de papeles y libros para calentarse en el duro invierno palentino. Durante la guerra, una de las facciones de la falange tuvo allí su cuartel general. Quedan boquetes en los muros del claustro, testimonio de balas asesinas.

  Llegamos a Santa María la Real bajo lluvias intermitentes y cielos cubiertos. Ya nos habia contado el padre Boni que el monasterio albergaba un instituto de secundaria, además del centro de estudios del románico y el museo, lo que me hizo esperar un edificio bastante remodelado, sin embargo nos encontramos, de nuevo, con una magnífica edificación que conserva todo su aroma añejo. Nada más cruzar la verja pienso en lo afortunados que son los estudiantes que cursen sus bachilleres en este entorno. ¡Cuantas historias grabada a fuego en estos muros!, ¡que fácil y motivador para los que sepan disfrutar de ella!
 En el amplio vestíbulo unas fotografías en blanco y negro nos cuentan el estado del edificio a principios del s.XX. 

En la siguiente sala  que corresponde a la capilla de Santa María sacamos la entrada y nos informan que la visita guiada está acabando, vamos por nuestra cuenta, también que no podemos visitar una parte del convento porque están preparando no sé qué exposición y hay dependencias cerradas temporalmente, un incordio. La señora que nos atiende comprende nuestra desilusión y nos busca unos libritos con información histórica del lugar.


 La primera estancia del museo corresponde a la antigua sacristía de la iglesia, en ella apreciamos varias maquetas de las construcciones románicas mas importantes del entorno, se pueden abrir para contemplar el interior, un escenario de una villa medieval nos muestra cómo era la vida cotidiana en la época. También varios capiteles, como el del Cristo triunfante se exhiben en esta sala. El trabajo es magnífico, aunque sea una copia, la mayoría de los originales están en el museo arqueológico nacional de Madrid, y ¡menos mal!, sino, estarían en casas privadas pues tras la desamortización de Mendizábal como al convento no le salía novio ni comprador fue saqueado sin compasión. Estas son las consecuencias de mezclar politica y religion, nefastas, sin duda, siempre.



 Pasamos al interior de la iglesia, muy restaurada, sobre todo en las cubiertas. Líneas simples, paredes lisas, blancas, para que resalte y brille la arquitectura original.Es sobre todo elegancia. Algunos bancos y unas luces tenues ambientan la zona. Ofrecen un espectaculo audiovisual proyectado en las paredes que lleva de periplo por el románico.
  De aqui pasamos al claustro, hermosos sus arcos sostenidos por dobles y estilizadas columnas, donde faltan la mayoría de los capiteles originales. Un piso superior se añadiría en tiempos posteriores  lo que le dio el aspecto con que lo contemplamos hoy.




 Y la sala capitular, realmente impresionantes sus arquivoltas y sillares originales, esa semipenumbra obligada por la escasa altura ambienta la reflexión. En el suelo, aún permanecen algunas losas ya que se utilizaba como panteón de abades e ilustres, muy interesante.

para saber mas: Santa Maria la Real


La fundación cuenta con muchísima información en la red. Aquí dejo enlace a su página:fundacion santa maria la real
y aquí, a la información sobre el románico en Palencia, pueblo a pueblo, labor encomiable de esta fundación: románico palentino

Como aún nos daba tiempo y lugar a otra corta visita antes de comer, fuimos volando a Santa Cecilia,  dado que la colegiata de San Miguel estaba cerrada por obras.

La ermita de Santa Cecilia se sitúa en un cerro no muy estable a los pies del castillo, lo que ha dado pie a alguna reforma en siglos pasados para dar raigambre al edificio. La entrada principal se encuentra en la fachada Sur, sus cuatro preciosas arquivoltas nos permiten el paso a un templo, sencillo y hermoso. La iglesia se divide en tres naves separadas por arcos sostenidos sobre columnas con capiteles, de todos estos, los más interesantes son los que marcan el ábside, se encuentran muy bien iluminados por lo que podemos apreciar que no salieron de la misma mano que los demás. Uno es  de finos motivos vegetales y el otro nos narra la matanza de los inocentes con el rey Herodes a la cabeza.


En el exterior,  llama la atención la torre campanario, lo más singular son las columnas que marcan las esquinas de la torre.
Decidimos que "ya que estamos" subiremos al castillo. Yo, me quedo a medio camino, los vértigos que últimamente me dejan bloqueada me hacen volver a la iglesia no sin antes tirar un par de fotos muy chulas.


Hora de comer, el hambre domina mentes, bajamos raudos al pueblo buscando mesón, hoy es domingo y probablemente todo ande de bote en bote. Dejamos el coche en una calle cercana a la plaza de España, centro neurálgico del pueblo de factura típicamente castellana por sus soportales aunque las balconadas acristaladas blancas recuerdan zonas marineras. Vamos caminando hacia el restaurante el Barón, cocina tipica palentina nos espera: cecina de León, ensalada de queso y parrillada de carnes. Nos pusimos hasta las trancas, la cocina del Norte español es una verdadera delicia. 
Tras el atracón vuelta al sur sin dejarnos dos recomendaciones muy especiales, Moarves de Ojeda y San Andrés del Arroyo.


 De San Andrés ya se encargó el padre Isidro de prepararnos la visita, se pasó por allí unos dias antes echando el rato con una amiga de su madre, Avelina, que lleva toda la vida en el monasterio y a pesar de sus años, sigue de cicerone. "Ora et labora" que decía San Benito, y desde luego que esta anciana señora sigue la regla, además de rezar y recorrer con turistas el monasterio a sus casi noventa años, ayuda en la cocina, hacen unos dulces que te mueres.
 Llegamos para la última visita, a la 6 de la tarde, a las 6.30 las monjas entran ya a rezar vísperas y se acabaron los extraños.
 Se accede al monasterio cruzando una puerta en el muro a modo de arco de triunfo, inmediatamente te topas a la izquierda con una columna que luego me enteré que no era tal, sino el rollo de justicia antiguamente situado en lo alto de la colina y que informaba de los privilegios de "horca y cuchillo" de la madre abadesa. Tras la columna, una pequeña capìlla con la espadaña en lo alto, al frente la iglesia abacial que mas tarde visitaríamos y a la derecha un patio y la portería.

Como era temprano, nos dirigimos a esta última donde una de las hermanas además de vender las entradas, tambien se encarga de los dulces  y literatura de San Andrés. Comenzamos a aprovisionarnos como para una legión romana y entre unos cuantos paquetes de esto y otros tantos tarros de aquello, preguntamos  por Sor Angelina,  Avelina su nombre seglar. La hermana portera se interesó por nuestro conocimiento acerca de su compañera con lo cual salió a relucir Villaprovedo y la familia Labrador, ganandonos de este modo paso franco en la entrada. 
Si nos habia encandilado Santa María la Real, lo de San Andrés sería desde ese momento amor perpetuo. ¡Vaya tesoro más precioso en el corazón de la provincia palentina!. 

 A las 6 en punto sor Angelina abrió la puerta de acceso a la parte privada del monasterio, entramos por la cillería, lugar dedicado sobre todo a despensa del monasterio y comenzó la visita.  En cada nueva estancia, ella nos conducía hacia una pantalla interactiva donde apretaba un botón  y una eficiente voz en off daba las explicaciones pertinentes. Después de unos 15 minutos y varios comentarios donde entablamos conversación, comenzó a tomarnos confianza y acabó perdiendose vísperas y contándonos detalles de su familia y su infancia, aunque no nos dejó tirar ni una sola foto en el claustro, así que las he cogido de su página web.

Lo mejor de San Andrés es sin duda su exquisito y bien custodiado claustro de una belleza y armonía inigualables. Sus delicadas y esbeltas columnas pareadas, los capiteles de motivos vegetales dibujados con gran sutileza sobre la piedra, que si estuvieran pintados no se distinguirían de la naturaleza mas absoluta. Las robustas columnas de las esquinas llamaron nuestra atención por su femenina y primaveral ornamentación. Se notaba que estabamos en un recinto donde viven damas.

En la sala capitular, donde se exponen los sepulcros de la primera y siguiente madres abadesas, nos contó Sor Angelina que cuando ella ingresó en la orden, eran unas 40 hermanas, cifra reducida a 14 en la actualidad, ya no se reúnen aquí para capítulo. 

Nos habló también de su padre, que luchó en la guerra de África, de eso conocía ella Ceuta. Contó su trabajo en el convento donde ingresó siendo una muchachita y de Sor Raquel, la monja que introdujo la receta de los exquisitos hojaldres de su padre repostero y como decidieron bautizar estos pastelillos como "raquelitos". Nos habló de las "conversas" que vivían en una zona del monasterio y accedían  al claustro por la " puerta de las conversas", nos acompañó hasta la iglesia, donde ya estaban las hermanas reunidas en el coro cantando "vísperas" hacia rato y por donde nos quedamos nosotros remoloneando mientras las escuchábamos y disfrutábamos el entorno... tuvieron que apagar las luces para que saliéramos.
La última visita cayendo ya la tarde fue Moarves, una cabeza de alfiler en una enorme provincia. De su iglesia de San Juan te pasas si vas a mas de 20 km/h y no te has pegado antes con su esquina saliente.  Desde luego te perderías una de las portadas más impresionantes del arte medieval que Unamuno describió como "encendida encarnación". 



Por fuera es roja, y gris y preciosa. En el friso superior que corona la portada principal Cristo Pantocrator vestido con túnica de imposibles pliegues en piedra aparece flanqueado por los cuatro evangelistas "tetramorfos" y acompañado de todos los apóstoles en un friso que cada vez que miras descubres algo nuevo, letras, atributos que lo identifican.... Debajo, arquivoltas con ajedrezado sostenidas por capiteles donde músicos, bailarinas, enamorados y luchadores cimbrean con chiste incluido. Hasta una cabeza con orejas de borrico anda por aqui.


Del interior del templo destacar sobre todo la magnífica pila bautismal y el cuidador, Juan Antonio que nos ofreció detalles y mas con muchisima simpatía.

 A señalar que  que hace tanto frío en esta zona y hay tan poca gente en invierno que el párroco se ha fabricado debajo del coro un cuartillo con estufa incluida donde hacen misa. 

Nos quedaba llegar a la capital, el hotel Castilla la Vieja nos esperaba por las tres siguientes noches para descansar nuestros baqueteados cuerpos y también el padre David que nos hizo magníficamente de anfitrión junto a sus padres y compañeros de orden. 
 Llegamos a la capital en plenas fiestas de San Antolín y ni cortos ni perezosos quedamos con ellos y nos fuimos a cenar a la rivera del río, disfrutando de una magnifica tarde noche en que conocimos a Clara otra bloguera que escribe con pluma de angel, su blog "exprime-t" es de los de cabecera (dejo enlace: exprime-t ) y a Juanjo, un fraile agustino que cuida el colegio de Palencia. 
Cosas de la vida, estuvimos todo el día entre nubes y claros y volviendo al hotel, ya en la madrugada corta, pillamos una ducha natural de las que hacen época, hasta la campanilla nos mojamos. Clara hizo una foto para inmortalizar el momento pero prefirió no pasarla, asi estaríamos...

Tras una jornada tan ajetreada nos fuimos a descansar.Ya era hora.

 Dejo aqui dos videos del excelente programa de TVE 2 en el que Peridis nos descubre los secretos del románico