viernes, 13 de mayo de 2016

domingo, 17 de abril de 2016

Rumania peregrinos agustinos 2016-6.Bran, Sinaia y ...Campina

Hoy domingo ha amanecido lloviendo en Ceuta la pereza que me da la lluvia solo me invita a leer o  escribir, prefiero acabar el diario recordando esa bonita y soleada mañana que pasamos en el castillo mas famoso de Rumania, Bran y en el fastuoso palacio de Peles en Sinaia.
Bran esta muy cerca de Brasov, a pesar de esto Silvia, que ha resultado ser además de una estupenda guía, una compañera de viaje genial, compartiendo con nosotros sus recuerdos familiares, su vida privada y experiencias, decide madrugar para ser los primeros en visitar el castillo. Por el camino nos cuenta su leyenda y su realidad para que podamos disfrutar en soledad de la visita mientras ella nos espera en el patio. En principio nos extraña pero ya lo disfrutamos, ya.
La leyenda está, como no, relacionada con el rumano novelesco mas famoso, Drácula. Según el relato de Bram Stoker, el conde vivía en un tenebroso castillo situado en un recóndito territorio del reino húngaro, en los Cárpatos transilvanos. Cuando el turismo literario aterrizó por estos lares, no encontró otro mas apropiado que el de Bran a pesar de que Vlad Draculea, el Empalador no habitó el lugar según dicen mas que acaso un par de días y en sus mazmorras, prisionero de los otomanos.
castillo de Bran

La verdad es otra muy distinta, fue construido a principios del siglo XIII por una orden de caballeros teutónicos retornados cabizbajos de Tierra Santa a los que el  rey de Hungría cedió territorio para que se asentaran. No les duró mucho la alegría pues unas décadas después los tártaros se encargaron de echarlos. A finales del siglo XIV  Luis I de Anjou "concede" a los habitantes de Brasov la gracia de construir un castillo en la localización de Bran con gastos a cuenta del pueblo, claro. Sus funciones fueron de control de aduanas debido a la expansión del imperio otomano que se colaba por todos lados. El señor del castillo era elegido por el rey entre los sajones y sus habitantes eran soldados mercenarios. Transcurrieron así varios siglos dibujando el timeline de la fortaleza, cambiando de manos entre príncipes valacos y transilvanos. Por aquí pasó también nuestro conocido Vlad III al que no le hizo mucha gracia los altos impuestos aduaneros que les pedían los de Brasov y montó otro bosque de empalados en las inmediaciones.
La reina María en el castillo de Bran

Ya en el siglo XIX, dejó de ser aduana y los brasoveanos decidieron regalarlo a su querida reina María de Rumanía, la inglesa que había conquistado sus corazones. Se convirtió entonces en la residencia favorita de la familia real.
la reina María y su familia

Cuando murió la reina pasó a manos de su hija la archiduquesa Elena o Iliana, pero su corazón quedó en Bran enterrado en un pequeño cofre de plata. En tiempos de guerra, la princesa  construyó aqui un hospital que se llamó "el corazón de la reina". Finalizada la contienda tuvo que abandonar el país con su marido y sus seis hijos, perder su estatus y posesiones y emigrar a EEUU. Las autoridades comunistas convirtieron Bran en un museo donde admirar tesoros reales y construcciones étnicas rumanas en los bonitos jardines.
Archiduquesa Elena

Elena volvió a Bran el año 1990, poco antes de morir, convertida en monja abadesa de un convento patrocinado por ella en Pensilvania. En 2006 el castillo fue devuelto a sus herederos legítimos que hoy día mantienen un acuerdo con el gobierno para que nosotros podamos visitarlo y no caiga en manos de constructores de parques temáticos draculianos.
El bus nos deja en el parking de un centro comercial a los pies del castillo, con puestos cerrados a cal y canto, es temprano. Entre las copas de los arboles se dejan ver los tejados de las torres y almenas. Esperamos en la entrada para que nos franqueen paso a unos frondosos jardines ya dentro del recinto. La fortaleza esta situada en lo alto de una colina a la que se sube por una empinada cuesta. Iniciamos ascensión con un viento y un frio no esperado. En lo alto nos esperan aun mas escaleras hasta alcanzar el portalón.


















En la primera estancia se exponen fotografías de la familia, del castillo y documentos importantes en su historia. Las paredes son blancas, impolutas, las vigas de madera vista, apoyos, barandas,  pasamanos están barnizados y encerados, el suelo de losas hidráulicas o maderas nobles tratado, las puertas labradas, barnizadas o pintadas, las estufas de cerámica decorada, todo está cuidado al máximo. Se nota que es un lugar muy frecuentado.
Comenzamos la visita siguiendo las flechas, tal como nos indicó Silvia en el bus. Salones no muy grandes, nada palaciegos, de muros blancos se suceden a distintos niveles llevándonos por un recorrido divertido, en el que no paramos de hacer bromas, tirar fotos y descubrir detalles. En una de las habitaciones juguetes antiguos, un carro de bebe, en otro un vestido de novia, en otro la capa de un caballero teutónico, armas, armaduras, escudos, los muebles familiares.


Llegamos a una terraza desde la que se domina el valle, preciosa vista,

En una de las habitaciones una puerta conduce por unas estrechas escaleras al tercer piso, imagino que una vía de escape en cierto modo secreta. Subimos a la torre redonda, bajamos a la balconada que da al patio, con su bonito pozo en el centro, es un laberinto donde entretenerse un rato.












Hay muchas imágenes religiosas  que Jacobo se encarga de inmortalizar con su cámara para luego hacernos sudar en el juego de los peregrinos.
Fue una visita realmente divertida incluso sorpresiva pues había visto en un programa de callejeros viajeros el castillo y no me pareció gran cosa.


Al salir si que se nota la afluencia de turistas, es sábado y también los rumanos visitan sus monumentos. El centro comercial esta abierto, hay cafés, terrazas, puestos de comida rápida, atracciones para turistas sobre el mito de Drácula, puestos de cerámica , de madera tallada, de camisetas, de recuerdos y gente por todos lados... se nota que es un lugar ciertamente concurrido.
Nos despedimos de Bran volviendo sobre nuestros pasos para dirigirnos a Sinaia, volvemos por la misma carretera que vinimos, pasamos cerca de otra ciudad fortaleza, Rasnov de la que obtenemos una magnifica imagen.
fortaleza de Rasnov

La carretera va siguiendo el rio Prahova, hasta llegar a una montaña donde se encuentra el monasterio de Sinaia que toma su nombre del monte Sinaí. La ciudad nació cercana al monasterio, hoy día es una bonita estación de montaña y ciudad balneario donde practicar senderismo y deportes de invierno con hoteles de lujo, casinos, restaurantes etc...

El rey Carlos I eligió el valle de Peles cercano a Sinaia para edificar su residencia de verano y mandó construir una central hidroeléctrica en el rio Peles para dotar a su castillo de electricidad. Dicen que vendió una propiedad en su Alemania natal para poder comprar los terrenos donde decidió edificar el hogar destinado a su futura dinastía.
Dejamos el bus en una plazuela y caminamos hacia la entrada  por un paseo realmente frondoso y aristocrático, con farolas de hierro y cristal y algunos puestos de recuerdos a un lado de la calzada. Por aquí si que hay turistas, deberían colgar el cartel de completo.


La primera imagen del magnifico edificio es su alta torre, nada mas cruzar el arco que da acceso a los jardines, cimentados formando terrazas con balaustradas, fuentes, esculturas, jarrones... son esplendidos, como el entorno donde están construidos. Hay quien lo considera como uno de los mas bellos castillos europeos quizás por su estilo neo renacentista con pinceladas góticas.
Vamos paseando hacia el, cruzándonos con multitud de visitantes. Silvia nos previene del tema fotográfico, todas las fotos que queramos fuera pero solo dentro los que paguen 8 euros, carísimo. Ella nos hará de guía en el interior, tendremos mucha vigilancia. Debemos esperar nuestro turno de grupo. Las paredes del patio donde esperamos están pintadas, decoradas con gran elegancia y vistosidad.


Por fin llega nuestro momento y accedemos al interior, tenemos que ponernos protectores en los zapatos, las alfombras son demasiado valiosas y cuesta mucho limpiarlas. Este palacio tiene 160 habitaciones, son visitables unas 35. Pasamos a un recibidor no demasiado grande pero si de magnificas paredes de maderas artesonadas con rica ornamentación, una escalera conduce al piso superior donde empieza la visita, observo cámaras de circuito cerrado en cada rincón. Silvia nos cuenta que además de electricidad tiene calefacción central por aire, los tubos y rejillas están disimulados en la decoración. Estamos en la sala de honor, su techo de cristal pintado se abre con un motor. Las paredes están decoradas en verde con ricos tapices cubiertos, solo uno es visible, los van alternando, para que no se estropeen. Unas curiosas escaleras de caracol en madera labrada llaman la atención en la recargada estancia.




Sala de honor con techo descapotable de artísticas vidrieras, despacho del rey, biblioteca con cientos de libros y pasadizo secreto incluido para escapar de inoportunas visitas, sala de música con piano y arpas, salón francés, veneciano, florentino, turco, árabe, un teatro con palco real y capacidad para 60 personas, sala de armas con piezas europeas y asiáticas del siglo XIV al XVII, varias armaduras, una con caballo incluido.

Maderas nobles, ébanos, teca, marfil, mármoles de carrara, terciopelos, sedas, damascos, tapices, alfombras turcas, cueros traídos de Córdoba en paredes, espejos y lámparas de araña en cristal de murano y bohemia, porcelanas de Meissen y de Sevres, cuadros pintados incluso por la reina Isabel, vidrieras animadas con cuentos rumanos, ricos muebles alemanes y vieneses,...un despliegue de riqueza y ostentación para deslumbrar al mas pintado.
la reina Isabel y su hija María
La primera reina del castillo, Isabel, además de ser  promotora de la enseñanza y la educación, fue una gran pintora y escritora, publicando sus libros en francés y alemán con el seudónimo de Carmen Sylva. Solo tuvo una hija, María que murió pequeñita, posa con ella en el retrato.

Aquí nació el primer rey rumano de la dinastía, Carlos II, hijo del rey Fernando, sucesor de su tío Carlos I, contrajo matrimonio la archiduquesa Iliana, se firmó la neutralidad del país en la primera gran guerra, tuvo como invitado incluso al emperador  austro húngaro Francisco José que quedó embelesado con el lugar. Nosotros también. El interior del palacio recuerda a los pabellones de caza alemanes, atrapa al visitante y lo transporta a la época en que guardaba el calor familiar en un entorno donde todo era lujo, todo era excesivo. El castillo de Peles es hermoso, quizás uno de los mas hermosos, ciertamente.



Tras esta interesante visita, salimos, como no, por la tienda de regalos del castillo. Me ha gustado tanto que decido comprar aquí un dibujo a plumilla para mi colección de laminas viajeras.
En los jardines nos hacemos varias fotos de grupo aunque la gente no para de pasar. Incluso hay que esperar turno en la escalera.
 Vamos a comer en un restaurante cercano, es una cabaña rustica alpina con pieles de osos y jabalís en las paredes. Cabana Vanatoreasca, probaremos carne de corzo y de jabalí, bien guisadas, el servicio como siempre, es rápido bueno y discreto.Un señor anima el ambiente tocando la guitarra, luego nos ofrece su CD y lo compro.

Aun no vamos a salir de la montaña, antes visitaremos el monasterio de Sinaia, un poco mas abajo.
Este monasterio lo fundó un peregrino rumano, Mihail Cantacuzino a su vuelta de Tierra Santa. Se acabó de construir en 1.695. Al principio solo eran 12 los monjes que lo habitaban, con el tiempo  han crecido en número y ampliado las instalaciones, ahora cuenta con dos iglesias, la nueva y la vieja , el monasterio y un museo.
monasterio de Sinaia, iglesia nueva

Está rodeado por una muralla de piedra por cuya puerta se accede al primer patio donde encontramos la iglesia nueva de estilo bizantino, con rayas horizontales amarillas y rojas. El interior esta ricamente ornamentado, como todas las iglesias ortodoxas vistas en este viaje.
Frente a esta iglesia, en el patio, se encuentra el paso hacia la iglesia antigua, mucho mas modesta, pintada de blanco en su exterior pero con unas bonitas pinturas que decoran sus paredes interiores.
monasterio de Sinaia, iglesia vieja

Finalizamos nuestra estancia en Transilvania para dirigirnos a Bucarest, antes buscamos un convento de monjas agustinas cercano a la capital donde celebraremos misa. Ni Silvia ni Valentín han ido anteriormente, por lo que se van guiando de las instrucciones telefónicas de una de las hermanas que nos llevan a las afueras de Campina, donde el bus se detiene al no poder continuar. Echamos pie a tierra y preguntando, que se llega a Roma, una lugareña nos señala el convento a lo lejos.


Allá vamos atravesando prados, hasta que Jacobo, por el objetivo de la cámara ve a una señora vestida de negro haciendo señas a lo lejos, muy a lo lejos en lo alto de un cerro. Cambiamos rumbo y enfilamos hacia la hermana Gabriela, una de las hermanas de la comunidad que nos reciben con los brazos abiertos.

Nos invitan a pasar enseguida a su capilla y preguntan si vamos a cantar. Ingenuas! con lo mal que se nos da el bel canto. El padre Emilio que tiene mas kilómetros que el talgo se las mete en el bolsillo en menos de un minuto. Nuestro padre grande no puede tener mas arte. Cantan ellas, en rumano  muy bien, acompañadas del piano electrónico. De las lecturas no me entero, pero por lo menos del Evangelio si, aunque el padre David se había preparado el del domingo y le cambian al del sábado en el ultimo momento. Para colmo, las hermanas que no deben estar acostumbradas a las visitas, graban en video a nuestro pater que sabe campear tempestades, la experiencia es un grado. Tras la misa, nos hacemos fotos todos juntos en el altar



Salimos al jardín para charlar un ratito con nuestras anfitrionas antes de irnos, aquí nos espera una deliciosa sorpresa. Nos han preparado la merienda. Refrescos e infusiones acompañados por ricas galletas, un bizcocho angelical y las empanadillas filipinas, UMMMMMM!!!! que ricas!!!

El lugar no puede ser mas tranquilo, el sol aun calienta aunque empieza a ponerse, la vista, hasta donde alcanza, es un verde prado con un rebaño de ovejas y su pastor. 
Empezamos a charlar como podemos con algunas, medio en italiano, ingles, español, un buen popurrí que algunas entienden. Silvia, con una taza de te en la mano y un plato con bizcochos en la otra, a penas sin tiempo para masticar, no para de traducir entre el clero y las monjas que forman un corrillo cada vez mas nutrido. Una cordial charla que nos deja con ganas de mas.
Son unas señoras encantadoras capitaneadas por la superiora, sor Lucia, de rasgos filipinos, como la cocinera de las empanadillas, sor Ana. Rosa consigue la receta de las empanadillas y promete cocinarlas.

Al principio son un poco reticentes a las fotos, solo un momento, hasta que nuestros agustinos quitan importancia a eso de salir en las estampas. Posan todos para una bonita foto para el recuerdo.
La madre superiora nos pide que le escribamos unas líneas en una pequeña libreta donde los visitantes dejan sus impresiones, María José y yo dejamos nuestros deseos para ellas.
Nos tenemos que ir, debemos llegar a Bucarest antes de las 8 de la tarde, al mismo hotel donde ya estuvimos. ya no hay tiempo para más. Esta visita ha sido una manera genial de poner un broche de oro a esta estupenda séptima peregrinación, por la sorpresa, por las anfitrionas, por el lugar, por el cariño y por lo bien que nos hicieron sentir. Maravillosas esas hermanas agustinas de Campina.

Acabamos, el despertador sonará poco después de las 3 de la madrugada para levantarnos y coger un vuelo hacia Frankfurt donde haremos escala durante casi 5 interminables horas. Esto es un gran inconveniente  en la logística que deberíamos evitar, mas si cabe cuando hay compañías que viajan directo desde España aunque sean low cost. 
Rumania ha sido una gran sorpresa. Un país difícil de contar que te hace sentir bien, con una gente que tiene prisa por subirse al tren de Europa sin perder su identidad, con unas ciudades preciosas y un paisaje esplendido. Merecido se tiene el eslogan de "jardín del continente".













sábado, 16 de abril de 2016

Rumanía peregrinos agustinos 2016-5.Exuberante camino hacia Brasov

Comienza la cuenta atrás. Si ayer cruzamos el Ecuador de esta séptima peregrinación, hoy la ruta nos va acercando de nuevo a Bucarest, final del camino.
Salimos con la tempranera acostumbrada de Piatra Neamt, la ciudad que nos acogió ayer para descansar, la perla moldava, capital del distrito de Neamt. Nos dirigimos hacia Brasov, otra de las ciudades sajonas baluartes del país, atravesando los Cárpatos dirección sur por una  alborotada y a veces desvencijada carretera de montaña, es muy difícil aburrirse transitando por estas vías, persiguiendo el curso del rio que de vez en cuando se ensancha formando lagos, estanques o presas, dándole al paisaje un rico dinamismo.
Sobre una horita mas o menos subiendo, llegaremos a la garganta de Bicaz, espectacular cañón, capricho de la Madre Naturaleza situado en la zona central de la cordillera carpatiana, puerta natural y paso obligado entre las regiones de Moldavia y Transilvania.
Desde que salimos, la carretera se ha ido estrechando, complicándose cada vez mas hasta llegar a lugares donde perpendiculares paredes resbalan hacia el rio, dejando apenas espacio para que pase el bus. Pocos rayos de sol dejan pasar estas murallas naturales formando pasajes umbríos, húmedos, boscosos y fríos. Gran Serpentina, Puerta del Infierno, Piedra del Altar o  Monte Asesino nominan estas cumbres que nos rodean. Oímos la llamada de la Naturaleza invitándonos a echar a andar por senderos perdidos, siguiendo el rio Bicaz  que serpentea entre altos picos.
Vamos en dirección al Lago Rojo, a medida que avanzamos, el bus ralentiza su marcha para que admiremos el entorno, las paredes de piedra caliza van ganado altura y verticalidad, mientras el rio discurre a nuestra derecha, los desfiladeros bailan con la carretera y en cada giro, en cada curva se descubre un nuevo paisaje, una nueva pared que cierra otra dando paso a un nuevo monte mas alto, a otro paso mas angosto por el que vamos a ritmo de tranquilo caminante. Allá en lo alto aparece una cruz , es el Altar de Piedra, una roca de 1.120m de altitud que impresiona por su perpendicularidad,  da hasta vértigo mirar hacia arriba. Cuentan que los antiguos dacios lo utilizaban como altar, de ahí su nombre.
Cruz en el Altar de Piedra

En uno de los giros, la carretera aprovecha un ensanche y permite detenerse a los aventurados  conductores y pasajeros, un grupo de cabañas de madera se apiñan a la izquierda, en una oquedad formada en la piedra, ofreciéndonos artesanía local, pieles de animales, calcetines de lana, recuerdos  e incluso enanos para el jardín. Paramos para echar pie a tierra y empaparnos del aire puro, del sonido del rio, del olor de los árboles y de las vistas que nos rodean y también para perder un rato entre los puestecillos.




















Por una ruta cada vez mas empinada y frondosa, seguimos ascendiendo hacia la próxima parada que será en el Lacu Rossu. Este embalse natural se formó en 1837 cuando un corrimiento de tierras provocó el derrumbe de una ladera del monte Ghlicos, dicen que causando victimas, por eso lo rebautizaron  como Monte Asesino. El derrumbe taponó la salida del rio Bicaz y algún otro arroyuelo  formandose el lago, inundando un bosque de abetos, que asoman hoy como troncos petrificados en las aguas tranquilas del Lago Rojo.

El paisaje nos ofrece cumbre nevadas, bosques frondosos y sol radiante bajo la banda sonora que pone el agua corriendo en su cauce. La nieve también la tenemos a nuestros pies.

Alcanzamos una llanura a novecientos y pico metros de altitud donde se formó el estanque. Nos apeamos en el restaurante Panorama a pie de la carretera desde donde tenemos una preciosa vista de las masas de abetos y altas cimas, el lago comienza a deshelarse, asomando los troncos petrificados. El color no es rojo, quizás lo sea en verano, cuando los sedimentos de oxido de hierro arrastrados por los ríos que lo alimentan le den ese color. Ahora está helado y es verdoso. Bajamos al embarcadero para verlo desde cerca, el deshielo provoca que las orillas estén enfangadas y sea difícil pasar de las vallas protectoras. Las piedras rebotan en la superficie, está realmente congelado.
Lago Rojo, embarcadero

Nos hacemos un montón de fotos y algunos nos vamos de paseo por el sendero que lo rodea mientras otros buscan refugio en la cafetería del restaurante.
paseo en el Lago Rojo




Decido aprovechar el rato en fotografiar el hermoso paraje del parque nacional Cheile Bicazului donde nos encontramos. Es una zona rica en coníferas, nogales sauces... también en osos pardos, negros, lobos, ciervos y jabalís.
vistas desde el restaurante Panorama


Este lugar es un complejo vacacional realmente bonito para los aficionados al trekking, piragüismo, paseos en barca, turismo rural etc.



Tras el agradable paseo, aprovechamos para tomar un café y un dulce típico húngaro de la zona, el kurtoskalacs, masa de bizcocho que se cocina sobre brasas, envuelta en unos cilindros de madera. Están cubiertos de azúcar crujiente, una dulce chimenea.
El restaurante  ofrece unas preciosas vistas del lago desde su terraza, el interior es muy acogedor. En un pequeño rincón bajo la escalera, una mesa de maquina de coser antigua muestra una decoración entrañable: un cordero junto a otros animales, conejitos, gallinas y huevos pintados nos recuerda que estamos en tiempo de Pascua.



Maria José descubre en una de las paredes un elegante delantal bordado al que le hace una foto a ver si consigue encontrarlo esta tarde en Brasov, donde por fin dispondremos de tiempo para gastar los leis que se acumulan en las carteras.
En esta zona del país viven bastantes húngaros. La comida, las costumbres, las viviendas, los carteles de los negocios, los nombres de las ciudades... todo esta influenciado por esta minoría étnica de la que veníamos hablando en el bus. Hemos pasado por poblaciones con casas-palacio pertenecientes a estos pueblos asentados desde hace mucho en Transilvania. Son llamativas, rococós, rimbombantes, de todo excepto discretas. Igual que la vivienda del presidente del Steaua, en Bucarest, Gigi Becali, con adornos dorados en la fachada y un gran crucifijo de oro en el murete del jardín. Lujo estrepitoso.
Ponemos rumbo a una de estas poblaciones totalmente húngara, Gheorgheni, aunque vamos a comer en Miercuerea Ciuc, un poco mas al Sur, en un hotel de fachada estalinista situado frente a un animado parque, es el  Hunguest Hotel Fenyo. Nos sirven ensalada cesar y trucha con patatas al horno. La trucha sigue sin ser mi pescado favorito. Lo que si está rico es el postre hungaro, un dulce de hojaldre relleno de crema y cubierto de chocolate y nata. De todas formas no me gusta comer ni cenar en hoteles, prefiero restaurantes, si no son de turistas, mejor.

Un par de horas nos separan de Brasov, ciudad a los pies del monte Tampa, a la que llegamos con gran expectación y calor, 22 grados marcan los termómetros, la temperatura es veraniega. El bus nos pasea por el centro de la city  con letrero hollywoodiano en lo alto de la colina, hasta que un gendarme nos da el alto para informarnos de que hay obras y debemos dar la vuelta.
Nuestro destino es la iglesia católica de San Pedro y San Pablo, situada en la avenida principal de la ciudad.  La fachada  es totalmente barroca, el interior precioso, tranquilo y cuidado, en la entrada hay un gran crucifijo. Una vez dentro podemos observar la rica ornamentación, los bancos de madera antiguos y las bonitas vidrieras tras el altar. Hoy el padre Esteban se estrena en esta peregrinación.




Tras la misa, vamos a pasear y a conocer otra de las ciudades mas bonitas de Rumanía. A un paso de la iglesia está la plaza Sfatului considerada centro del centro histórico de la ciudad. Allí se encuentra el antiguo consejo hoy museo de historia en la llamada casa Sfatului, con el escudo de la ciudad esculpido en su fachada. El resto de edificios de la plaza son bonitas viviendas barrocas en colores pastel que albergan restaurantes, comercios, una iglesia ortodoxa, un banco... En una de las esquinas comienza la calle peatonal mas comercial de la ciudad,  la estrada Republicii y en la otra, la parte trasera de la joya de Brasov, la Biserica Negra, iglesia de estilo gótico y confesión luterana construida en el siglo XIV.  Actualmente es el templo mas grande de Rumanía. Un incendio 200 años después de su construcción le dio el color y el nombre por el que se la conoce ahora. Los polacos la restauraron sin tener en cuenta su estilo gótico, por eso el tejado se ve diferente, es barroco.

En un contrafuerte del lado Norte aparece la estatua de un niño a punto de caerse. La leyenda cuenta que es el hijo de un maestro de obras que murió de frio tras ser olvidado allí por su padre.

En el exterior de la iglesia también llaman la atención los relojes y si nos fijamos bien, hasta el apóstol Santiago encontraremos.

Continuamos camino ya que la iglesia negra esta cerrada y no se puede visitar, nos topamos con un callejón muy estrecho y famoso, Strada Sforii, dicen que de los mas estrechos de Europa. Silvia nos cuenta que era utilizado como paso para los bomberos por los peligrosos incendios que solían ocurrir en las ciudades antiguas con casas de madera.
Unos pasos adelante nos encontramos en el barrio judío, delante de la sinagoga neológica.
sinagoga de Brasov

Unos metros más y nos topamos con la puerta de Santa Catalina. Brasov conserva parte de sus edificaciones defensivas, murallas, torres, bastiones y puertas. La puerta de Santa Catalina es la única que ha sobrevivido de la época medieval, fue construida por los sastres y recuerda el castillo de la Bella Durmiente. En la parte superior lleva el escudo de la ciudad, una corona sobre un tronco de un árbol, lo veremos mas tarde durante nuestro paseo en maceteros y mobiliario urbano. Volvemos hacia la plaza central pasando por delante de la Torre Negra, el bastión de los Tejedores...probablemente ofrecerán bonitas vistas desde lo alto.
puerta de santa Catalina

 Llega por fin la hora del recreo y como escolares corremos en busca de tiendas y meriendas. La primera parada es en la farmacia para comprar las cremas de la doctora Ana Aslan descubridora en la década de los 50 del gerovital H 3, elixir de la eterna juventud, cosmético que terminaron prohibiendo por su contenido en novocaína. Entre sus ilustres clientes Kennedy, Chaplin, Dalí, además de exitosas estrellas de Hollywood...aun hoy sus cremas son reclamo de propios y extranjeros. Formamos un atasco en la caja registradora de la botica que me invita a salir pitando a buscar alguien para que me acompañe a subir al monte Tampa en teleférico, pero los planes son otros, terraza en la calle peatonal,  mejor voy a gastar leis. Me compro un cojín bordado en rojo que me cuesta un dineral, un camino de mesa muy bonito y unos cuantos imanes de nevera.

Hemos quedado en e Mac Donald para que el bus nos recoja y nos lleve al hotel Ramala que se encuentra en las afueras. Decidimos dejar las maletas en el hotel y volver a cenar a un restaurante al que ya le hemos echado el ojo, Festival 39. Lo malo es que una vez en el hotel, me gusta mas la cama que la salida y me quedo sin fiesta.  Jacobo, María José, Tere y Antonio son los valientes, se pegan un gran homenaje en el precioso restaurante del centro con paseo nocturno incluido, de mientras, el resto, compartimos restaurante del hotel con un viaje de estudios de jóvenes griegos y un equipo de hockey  de algún otro lugar de Europa.
Estas rutas son tan intensas que ni dormir mal te dejan, las pocas horas reservadas al sueño nocturno cuentan como si estuvieras anestesiado.