domingo, 25 de marzo de 2018

De camino a la Vid

Un compañero al que le encanta que le hable de los lugares que he tenido la suerte de conocer,  me preguntó el otro día con qué me quedaba de la última escapada que había hecho. - "Con todo"- le contesté, -"eso no vale"-, me decía, -"tiene que haber algo que te haya gustado más"-. Lleva razón, pensé. -"Las personas"-, esa fue mi respuesta definitiva, porque viajar enriquece el conocimiento, pero las personas engrandecen el alma.
Te olvidas, muchas veces, de los sitios que has visto, pero de la gente, nunca. Siempre hay anécdotas, conversaciones, encuentros, detalles, convivencias que son inolvidables, creo que por eso me gusta tanto viajar con el grupo de San Agustín. Son muchos años ya, existe un conocimiento y una complicidad tan cómoda, tan entrañable, que es difícil de ignorar.

En esta última experiencia por tierras palentinas, sin duda los lugares han sido magníficos por lo inesperados y asombrosamente bellos, pero las gentes.... insuperables. Eso nos pasó el último día antes de volver al Sur. De Palencia capital salimos temprano hacia Burgos, visitamos el Monasterio de las Huelgas Reales y la Cartuja de Miraflores, aunque lo mejor fue la comida con David y sus padres junto a la visita al monasterio de la Vid guiada por un paisano, un caballa de toda la vida, el padre agustino D. Juan Enrique Canca, director del monasterio de Santa Maria de la Vid desde hace unos 10 años.

Pero, comencemos por el principio. Hace mucho, mucho tiempo ya, una joven princesita inglesa llamada Leonor, una niña aún en realidad, llegaba a nuestro país para contraer matrimonio con un joven rey, Alfonso VIII de Castilla. La joven era hija de Leonor de Aquitania y Enrique II de Inglaterra ademas de hermana del legendario Ricardo Corazón de León. Una reina de armas tomar para Castilla, inmersa en plena reconquista además de guerras entre los propios reinos cristianos. Fue su deseo construir un monasterio en Burgos donde poder enterrar a los muertos de la familia que acababa de formar, además de dar cobijo a nobles damas que tomaran los hábitos, mujeres que consiguieron de este modo el poder eclesiástico, civil y criminal que no tenían en otros foros. El papa Clemente se aligeró en dar su permiso y los reyes dotaron al monasterio de tierras y mas de 50 villas cercanas para su sustento. De este modo nació el monasterio de las Huelgas Reales de Burgos. La primera madre abadesa fue Doña Misol y la segunda una hija de los reyes, Constanza.
Jose Maria Perez, Peridis, describe en su libro "la maldición de la reina Leonor" todo lo relativo a esta época con una magnífica y rutilante pluma.

Burgos está bastante cerca de Palencia y como no nos esperaban en la Vid hasta las 3 de la tarde, nos lo tomamos con calma. Nuestra primera visita fue para las Huelgas, es que cuando en una ciudad existe una catedral con la belleza de la de Burgos, el resto de monumentos, por bonitos que sean quedan a la sombra, por tanto la intención fue "antes lo demás y luego la catedral".
Nos acoplamos a un grupo que comenzaba recorrido en dos minutos y descubrimos otra de las gemas medievales de este país. El edificio está fortificado y formado por varias construcciones de distintas épocas.

Lo que mas me llamó la atención, ademas de las elegantes Claustrillas, claustro románico mas antiguo y cuyo top 1 esta fuera de dudas, fueron varias cosas:  la obra escultórica de "el descendimiento" que está entre la iglesia y el coro, la cruz lleva unas hojas de acanto que la hacen única; el púlpito móvil para predicar en la iglesia; la sala capitular, bellísima, con los retratos y sarcófago de la primera abadesa; el panteón de los reyes, entre ellos los enterramientos de Alfonso VIII con su escudo de castillos  y Leonor de Plantagenet, con los tres leones;

 la capilla mudéjar de Santiago, donde el brazo articulado del Santo armaba caballeros  a nobles y futuros reyes y desde luego el museo de las telas, bueno de las que quedan, pues proceden de los sarcófagos de reyes, reinas e infantes que dejaron los gabachos sin expoliar. Están perfectamente datadas y conservadas, me encantó la originalidad de esta exposición; el pendón conquistado a los almohades en las Navas de Tolosa y para acabar, el adorno arabesco de yesería en los techos del claustro de san Fernando,
mas sobre las Huelgas


De aquí, paseo por el centro, cruzando el puente sobre el río Arlanzón, cerveza rapidita a los pies de la magnífica catedral gótica y visita a la cartuja de Miraflores que aun había tiempo.
La cartuja de Miraflores es además del lugar de residencia de monjes cartujos, el panteón de los padres de la reina Isabel la Católica. Es un lugar de recogimiento y serenidad inusual dentro de la gran urge burgalesa. El sepulcro de los reyes en alabastro blanco y el retablo de Siloé ya merecen la pena la visita por su belleza y exquisitez.
 Como dato curioso, el oro que trajo Colón en su segundo viaje está en este retablo que se aprecia en su máximo esplendor si le echamos moneda a la hucha para que se alumbre. El recinto está perfectamente acondicionado para la visita, museizado y expone cuadros, esculturas, obras de arte de gran valor. La entrada es gratis, o mejor dicho, la voluntad.


Y pusimos rumbo a la Vid con el tiempo justo y con la mala pata que nos encontramos la nacional cortada por un camión que había sufrido un incendio con lo que tardamos en llegar mas de la cuenta.
Nuestros anfitriones se encargaron de que todo estuviese a punto en el Lagar de Isilla para cuando llegamos y unas riquisimas viandas colocaron sobre la mesa apenas nos sentamos. Íbamos muertos de hambre a pesar de lo cual, debo decir que sobró comida. De primero unos bombones de morcillas de Burgos, alguna ensalada y el estupendísimo y único lechazo norteño. El restaurante estaba a tope de comensales que ya acaban cuando llegamos, en la puerta, un grupo de señores jugaban a cartas y echaban la sobremesa. Uno de ellos se levantó y saludó al padre David y al grupo, era el padre Alejandro, general de la orden de los agustinos, natural de la Vid, Burgos que pasaba unos días de descanso en su casa.

En un tranquilo paraje a escasos kilómetros de Aranda y a pie del río Duero, se alza  Santa María de la Vid, monasterio agustino datado en el  siglo XII.
 El primer golpe de vista es su impresionante espadaña de unos 30 metros de altura, ya anuncia que lo que vamos a visitar es tan impresionante como ella. A sus pies, la puerta de la iglesia nos muestra una imagen de Santa María acompañada por una vid.

Nos dirigimos raudos a las puertas del monasterio donde nuestro anfitrión, el padre Juan Enrique Canca, llevaba rato esperando, caballa por los cuatro costados, lleva mas de 10 años dirigiendo con mano firme una de las principales casas que los agustinos tienen en España y quizás de las mas queridas por nuestros amigos, aquí vivieron su formación, su fe, acuden a capitulo y será siempre como la casa materna.

Hace unos 900 años, un noble castellano, domingo Gómez de Candespina, que volvía del Premontré francés de profesar su fe, fundó la abadía premostratense de Santa María del Cerro, cenobio antecesor de La Vid. Estaba situado a dos kilómetros del actual emplazamiento, al otro lado del río, era una finca de recreo de Alfonso VII al que llamaba "el lugar de la Vid" por las abundantes y frondosas vides que se cultivaban en el lugar. Alredor de 1160 ya se hallaban instalados en el actual edificio, el románico dio paso al gótico y el cenobio se vio continuamente favorecido por la realeza del momento, llegando a convertirse el abad en un auténtico señor feudal con gran poder en la comarca.

En el siglo XVI se nombra abad comendatario a don Iñigo López de Mendoza, noble cercano a la realeza que acomete importantes reformas en el monasterio con el fin de convertirlo en panteón de su familia, los Condes de Miranda. Fue cuando se construyó el claustro sustituto del románico y la actual iglesia.

En siglos posteriores se construirían los tres cuerpos de la iglesia, el coro, el refectorio, el claustro interior, la sacristía, la escalera real y para finalizar, la impresionante biblioteca.
Llegó el XIX con las invasiones napoleónicas y la desafortunada exclaustración que expusieron al expolio y abandono al impresionante monasterio, sólo la iglesia seguía dando servicio como parroquia,  hasta que los Agustinos Filipinos lo compraron para utilizarlo como casa de estudio y lugar de formación para sus novicios.

 Comenzamos la visita por el claustro, los arcos están cerrados con celosías y ventanales que dan al patio, los nervios de las bóvedas descansan sobre ménsulas con figuras de angelotes, en las paredes cuelgan cuadros de agustinos emblemáticos, ¡a ver cuando pintan a los nuestros!. Una de las zonas más veteranas del monasterio se encuentra aquí, la fachada de la antigua sala capitular, románica, con sus ventanas geminadas de fuste torso, maravillosos capiteles con hojas de acanto y frutas.


La antigua sala capitular es ahora el panteón del primer abad, la losa del suelo nos indica el lugar del enterramiento, del techo cuelga un precioso barco velero, El Filipino, una maqueta de considerables dimensiones construida a imagen y semejanza  de aquellos que tuvieron como destino Filipinas, cuyos ilustres pasajeros eran los agustinos.

Entramos a la iglesia, quizás la más importante de Burgos tras su catedral, es majestuosa, muy amplia, la nave central bastante más ancha que las laterales. Tiene planta de cruz latina. En el crucero están los enterramientos de los Mendoza, al fondo la reja con el coro y la magnífica sillería.
Las trompas que derivan de la cúpula estrellada del crucero, están rematadas por unas bonitas esculturas, en ella se abren 8 ventanas al cimborrio que permiten el paso de la luz exterior.

Frente a nosotros, en la capilla central vemos el  retablo con los lienzos que nos cuentan los misterios de la virgen.  Pero si algo llama nuestra atención, es el centro, la hornacina donde se halla Santa Maria.
 Su serena belleza, la paz de su rostro, su semi sonrisa alejada totalmente de rigidez, la ternura en esa mirada que se puede apreciar desde cualquier ángulo, no he visto una virgen igual, es única. "La imagen más bella de todas las Españas" según dictaminó el Marqués de Lozoya. Aguanta al niño Jesús en su regazo mientras en su mano derecha sostiene un ramo de vid. Lleva velo y está coronada, la túnica cae con ligeros pliegues hacia sus pies, calzados con zapatillas puntiagudas que pisan al dragón.

Es una imagen grande, 1,80 m y eso que está sentada, no la pudieron mover del sitio los franceses y por eso aún está ahí, comentan, tampoco pudieron moverla para restaurarla. La hornacina presenta varios espejos que permiten distintas vistas del perfil de la virgen, todas son distintas, todas bellísimas.
Comprendo la devoción que levanta esta imagen, sobre todo para la familia agustina y entiendo que en siglos pasados el monasterio se convirtiera en lugar de peregrinación.
Una curiosidad que he leído en uno de los folletos: durante la primera quincena de julio, la luz que se cuela al atardecer entre 20,35 a 20,45 por el ojo de buey de la espadaña, ilumina la imagen confiriendo al rostro de Nuestra Señora un semblante espectacular.
Continuamos el recorrido alrededor del claustro: museo numismático, donde guardan algunas piezas de gran valor, refectorio, lugar que ocupaban las antiguas cocinas y el comedor medieval, ya está dispuesta la mesa para cenar. Un gran lienzo de la Última Cena preside el impoluto salón.


Nos asomamos al patio del claustro, un gran pozo cubierto de vegetación ocupa el centro. desde aquí podemos apreciar la celosía sobre los ventanales y el claustro superior.

Entramos en la antigua cillería que ahora almacena obras de arte. Los agustinos han dedicado esta dependencia a museo, muestra antiguos tesoros encontrados y restaurados para el deleite de mortales.

 Es aquí donde en la conversación sale el tema de la visita del dios indú al santuario de la Virgen de África y las malas decisiones adoptadas por el señor obispo D. Rafael Sornoza. No entiendo como un gesto de respeto por parte de una religión totalmente pacifista con la que convivimos en Ceuta desde siempre se puede interpretar como otra cosa y en consecuencia, obligar a un sacerdote que no es más que un fiel servidor del obispo,  a dimitir de su cargo. Eso pasa por no saber que es  sentir y vivir Ceuta, además de rodearse de personas que tampoco lo saben.

Nos dirige el padre Enrique hacia la escalera real, que es ejemplo para constructores, por ella accedemos al claustro superior, primero nos lleva a conocer el coro y su sillería, situado al fondo de la iglesia  y después a una de las estancias que más ganas tenía de conocer, la biblioteca de la Vid.


Nos cuenta el padre Enrique que actualmente hay unas cuantos salones dedicados a almacenar libros, revistas, documentos, legajos....además de la que visitamos. El patrimonio actual se debe casi en su totalidad a los agustinos puesto que tras la exclaustración, apenas 2.000 ejemplares se salvaron del expolio, de los 40.000 que llegó a tener en tiempos premonstratenses.



Entramos por una gran puerta de madera , la llave en este caso no es de San Pedro, la tiene el fraile bibliotecario que generosamente permite el estudio de sus bien guardados y conservados libros a todo aquel que se lo solicite previamente.


Nos permite paso a una gran sala rectangular de treinta y tantos metros por siete, de techos abovedados celestes con aroma a papel y madera, a tinta, a ciencia y conocimiento. La magia del saber está aquí custodiada.
Unas mesas-vitrinas en el centro muestran algunas de sus joyas mas queridas, al fondo, la imagen de la Inmaculada Concepción. También un facistol bien cuidado ocupa la zona central pero lo mejor está a ambos lados, bajo las altas ventanas por donde se cuela la luz del atardecer a raudales: una clásica librería de madera a dos alturas que apiña miles de libros pulcramente clasificados.

Nos habló el padre Enrique de un corán manuscrito del s. XII, una de las piezas más antiguas, de un bestiario de D. Juan de Austria, de facsímiles, de incunables, incluso de un pequeño pergamino del s. XIV con las reglas del monasterio, perdido durante la exclaustración y que apareció en una sala de subastas en 1.997. La Junta de Castilla y León consiguió recuperarlo para la biblioteca.
 En total, unos 140.000 volúmenes, de los cuales 8.000 aún no están catalogados, bajo la batuta del monasterio.
Ummmm! me dan ganas de pedir permiso y quedarme aquí entre legajos un par de meses de los que no dispongo. El monasterio admite huéspedes y no es nada caro pasar aquí unos días.
Dejo el teléfono de contacto por si alguien se anima. 977530510 y 690042920


Magnifica tarde que acabó conociendo los alrededores de este poco conocido enclave. Un amplio bosque de abedules se extiende en la parte posterior del edificio, a orillas del río Duero que en verano ocupan los campamentos infantiles y juveniles de estudiantes de colegios de la orden.
La serenidad, la paz, el sosiego de la Vid la inmortalizó Garci en dos de sus películas, "canción de cuna" y "El abuelo" cuyas principales escenas exteriores ocuparon este entorno y volvieron loco a más de uno, según nos cuentan con tanta gente pululando por aquí. En esta época, el padre David era novicio y junto algún compañero no paró de enredar.

Acabamos en el corral, obra del director, le gustan los animales y los tiene en mansión de lujo, sobre todo aves, gallináceas, loros, periquitos, gansos....
Encontramos a unos extraños están echando de comer pan duro a los patos y el padre Enrique les pregunta si son del pueblo, a lo que responden afirmativamente, él  contesta que no los ha visto en misa últimamente... vaya guasa.
enlace a la web del monasterio: monasterio de La Vid
para saber mas: La Vid en detalle

Es tarde, el cielo se está cubriendo y la noche comienza a ganar terreno. Es hora de abandonar la Vid, nos despedimos del padre Enrique que ha sido un magnífico guía de este monumental monasterio agustino en el que hemos conocido a la Virgen mas bella de todas las Españas, Nuestra Señora de la Vid.
También decimos adiós a nuestros magníficos anfitriones, el padre David y sus padres Mina y Jose Luis que nos han acogido como amigos de toda la vida y nos han acompañado en ruta por una provincia que ha resultado ser todo un descubrimiento,  han hecho nuestra estancia en Palencia mas que grata, hemos entregado nuestro corazón a Castilla y desde luego que volveremos.

Por mi parte y creo que por todos los compañeros del grupo, reseñar que siempre recordaré el cariño, la calidez y la familiaridad con que todos los agustinos nos han acogido en la Vid  y en todas sus casas. Mi mayor respeto para ellos y su labor. GRACIAS

Ahora partimos hacia el Burgo de Osma, hacemos noche allí y por la mañana, tras un paseo por el pueblo volveremos al Sur.

El Burgo es una magnífica villa medieval bien conservada donde destaca su catedral, cabeza de distrito. A penas pasamos unas horas recorriendo calles y haciendo alguna compra. Recuerdo especialmente la mantequilla dulce soriana y las setas secas que compramos en una tienda de la calle mayor. ¡Deliciosas!

Volveremos algún día, el Burgo se lo merece, además se encuentra en una comarca que no tiene desperdicio. La antigua universidad de Santa Catalina, la calle y la plaza mayor, el antiguo hospital de San Agustín, las murallas, el castillo y su magnifica catedral. Nos fuimos con pena y con la sensacion de dejarnos mucho atrás sin conocer.
Enlace a vídeo sobre el burgo de osma
Volvemos a  nuestro Sur de playas cálidas, largas siestas y sol radiante, dejaremos atrás estos días pasados en Castilla la vieja y la sabia, la grande y heroica que guardaremos en nuestra memoria viajera marcada a fuego con un SOBRESALIENTE y esperaremos días venideros en el próximo abril esta vez con todos los peregrinos, subiremos al Báltico y luego, cuando vuelva, lo escribiré, para mejor recordar.
FOTOS del día: fotos